En medio de la tensa situación que impone la actual sequía a la provincia de Santiago de Cuba se buscan las más diversas alternativas para aliviar la escasez del líquido; una de ellas, el emplazamiento de una planta que convierte en potable el agua de mar.
Luego de estudios medio ambientales y de otros tipos se eligió la zona de Boca de Cabaña, en la cabecera del territorio, teniendo en cuenta su cercanía con el sistema de distribución Parada, del embalse del propio nombre, el más deprimido de los que distribuye a la Ciudad Héroe, al punto de tributar hoy solo 50 litros por segundo de un gasto de entrega habitual de 270.
La misión de dejar lista la planta, una inversión que supera los 10 millones de pesos, involucra a diversas entidades, entre ellas Geocuba, los ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y de la Construcción, además del Instituto de Recursos Hidráulicos.
Cada una de ellas asumió o asume las fases que harán posible el que en breve tiempo sea posible “tomarse el agua del mar”.
Abracadabra
Trastocar el líquido salado en apto para el consumo humano es posible gracias a la aplicación de métodos físico-químicos que eliminan los minerales presentes en el agua marina, siendo los más comunes la desalinización térmica, la destilación, la congelación, la formación de hidratos, la evaporación relámpago y la ósmosis inversa, este último será el que se utilizará en la suroriental provincia.
La entrega de agua potable por esta vía de desalación está reconocida como costosa, pero efectiva, y en la actualidad se hace realidad en más de 10 naciones, entre ellas Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Chipre, Israel, España e Italia.
En el caso de Santiago de Cuba la planta, cuyos componentes ya se encuentran en su mayoría en el país, será de cinco módulos de 10 litros por segundo cada uno, complementada con obras de captación, estaciones de bombeo, conductoras de impulsión, tanques de agua cruda y tratada, emisario submarino, edificio multiuso y camino de acceso.
La complejidad de la inversión hace que las labores se asuman con rigor, pues no solo es ubicar la planta en el espacio concebido, sino preparar las condiciones del terreno de roca dura, para que no sobrevengan contratiempos, a sabiendas de que abastecer a la población por intermedio de una desalinizadora es sin lugar a dudas una novedosa experiencia.
Según explican especialistas de la Empresa de Investigaciones y Proyectos Hidráulicos, una de las entidades involucradas en la faena, el agua de mar se captará a 50 metros de la orilla y a cinco metros de profundidad, sumergiendo una tubería resistente a las condiciones del lugar, entre ellas el oleaje.
“Se tratarán 125 litros de agua cruda por segundo, explica el ingeniero Isnodis Fleitas, proyectista principal de la obra, y serán aprovechables 50, con 75 litros residuales que regresarán al mar a una distancia de 200 metros y una profundidad de 7,4”.
Con la mirada puesta en el futuro, muchos ya consideran la posibilidad de también utilizar esa salmuera, entre ellos el ingeniero José Francisco Millares, de la Empresa de Investigaciones y Proyectos Hidráulicos, quien se apega al principio de no desechar la alta concentración salina del sobrante.
“Sería muy oportuno pensar en una industria que utilizando el residuo produzca cloro, sosa, e incluso sal, y existe espacio suficiente para ubicarla cercana a la desalinizadora. De todas formas en la inversión de la planta está proyectada la obra de vertimiento, pero no es descabellado que además de agua le saquemos algo más al mar”.
Mientas algunos añoran esa posibilidad, en Boca de Cabañas la habitual tranquilidad de la zona se altera con el ir y venir de los equipos y la brigada que acondicionan el terreno para la construcción del vial de cuatro kilómetros, labor que asumen trabajadores de la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería número 24.
“Estamos en el replanteo, explica la ingeniera Yenisley Escalona Alcolea, dando los niveles correspondientes, mejorando el camino, escavando, para dejar todo listo para la carretera de acceso y que avance la instalación de la planta”.
¿Y después de todo qué?
Si bien la falta de lluvia se prolonga más allá de lo deseado es lógico pensar que no siempre estaremos bajo las presiones de una situación como esta. Entonces sobreviene la interrogante: ¿qué pasará con la planta cuando los embalses estén a toda capacidad?
“En ese caso la desalinizadora sería una reserva que tendría la ciudad de Santiago de Cuba, especialmente el sistema Parada, para enfrentar los períodos de sequía que ocurran cada vez con intervalos de tiempo más cortos”, enfatiza la ingeniera Janet Triana Coba, delegada de recursos hidráulicos en la provincia. Será toda una garantía para los 28 mil habitantes que se beneficiarán.
Mientras se concreta la esperada inversión se prepara al personal que trabajará en la planta, en aras de que el conocimiento y el buen hacer sean cuestiones básicas en el proceso operación del sistema, novedoso y tentador, tanto o más que una idea presente ahora en la mente de muchos santiagueros y muy poco imaginada tiempo atrás: el mar nos dará de beber.
Acerca del autor
Periodista cubana. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesora Auxiliar de la Universidad de Oriente. Guionista de radio y televisión.
Ya era hora de que se pensara en esto, muy buen proyecto y estoy seguro que disminuira la escases de agua en Cuba, adios a la sequia, BRAVO POR CUBA