Espera que desespera

Espera que desespera

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Lamentablemente la frase: hay que esperar, se repite una y otra vez en los lugares donde atienden a la población, no importa qué servicio estemos demandando. Una demora prolongada no pocas veces enmascara desidia e ineficiencia, y como se ha comprobado en ocasiones, hasta corrupción e ilegalidades.

El caso de la colaboradora camagüeyana Licet Gallardo Reyes está montado en un tren detenido. Resulta que en el momento de escribirnos llevaba cerca de seis meses aguardando porque le reintegraran el dinero de un equipo defectuoso que devolvió a la tienda, y un mes por la reparación de otro aún en garantía.

En su misiva comenta que realizó varias compras con su tarjeta de descuento del 30 % sin contratiempos, pero su “mala suerte” comenzó en enero del año en curso, con la adquisición de un teléfono inalámbrico, marca Panasonic, tasado en 62.45 CUC, en la tienda panamericana La Creación, en Santa Cruz del Sur.

El aparato empezó a mostrar desperfectos y tuvo que enviarlo al técnico del taller a finales de febrero. “El compañero —agrega—, me dijo que esperara unos días, pues él debía ir al municipio cabecera provincial para que le dieran el comprobante que a su vez yo debía llevar al comercio”. Hasta este punto todo normal.

Días después, la cliente entregó allí el recibo con la propiedad del teléfono, el papel del técnico y otro vale de compra, “que es el del descuento de la tarjeta” y le comunicaron que debía esperar unos 30 días para devolverle el capital a su monedero electrónico.

Pasó el tiempo señalado por el empleado y nada sucedió, así que Licet hizo varias visitas a La Creación y siempre le expresaban que “debía esperar”; incluso se entrevistó con la gerente, quien daba el asunto como solucionado. Ello significa que no ha dejado de ir al establecimiento.

Entre una disculpa y otra finalmente le plantearon que en la filial Financiera del Ministerio de Comercio Exterior, Fincimex en Camagüey, se extravió el comprobante y ya habían mandado la copia.

En septiembre llamó a la oficina de atención al cliente de la citada empresa y pasada una semana le informaron que se estaba procesando el caso. A inicios de este mes conoció que “esperaban una respuesta del económico de la tienda”.

No satisfecha, contactó con la gerencia de la corporación y le expusieron que debía llevar “la carta de entrega, la fecha y el número de reporte que presentó el económico, para que le hicieran la devolución”. Como es lógico, la remitente no posee esos documentos, porque son competencia del centro comercial.

 Dos tazas

A estas alturas parece que a Licet, sin quererlo, se acerca lo que predice el refrán de que al que no quiere caldo le dan tres tazas. Ya le han tocado dos, pues también tiene un equipo de aire acondicionado en garantía, reportado a inicios del mes pasado porque no enfriaba.

Le tomaron los datos y le dieron la misma respuesta que con el teléfono: debía esperar. Como pasó más de una semana y “no venían a revisarlo, llamé y me notificaron que había un atraso de 20 días y que para Santa Cruz no hay técnico”, explica.

Además, acota que, días antes de contactarnos, los compañeros de servicios técnicos estuvieron en el municipio para evidentemente resolver otros casos, pues el suyo sigue sobre ascuas.

“¿Acaso la única respuesta que existe de parte de los que deben atender a los clientes es que hay que esperar?, ¿con eso se resuelve todo o la de la mala suerte soy yo?”, pregunta Licet.

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5 comentarios en Espera que desespera

  1. Porque hacen falta leyes que protejan al cliente y cuando hayan esas leyes, hace falta entonces aplicarlas rigurosamente. Entonces la cosa cambiará. Conclusiones: solo falta voluntad estatal

  2. Este mal estan viejo en cuba como el ron, estoy leyendo el problema de elizabet,
    primeramente, los que dirigen esta intidad no trabajan y los que le siguen tampoco, pero la fiscalisacion de protencion al cliente duermen en la misma cama, esto no tiene que ver nada con el bloqueo, ni un conejo pelado simple falta de rspeto de un grupo de descarados que quieren entorpecer el desarrollo y hacen todas estas basuras . las cosas hay que llamarlas por su nombre,Que los pongan en la calle y que los periodicos sigan estos problemas hasta el final no dejarlos a media, esto en cualquier lado se llama robo al cliente y puede intervenir la policia, y que sean llevado ante los tribunales No mas peloteo

  3. tenemos que acabar con las manifestaciones de eficiencias que ponen en entela de juicio la voluntad de los cubanos por hacer bien las cosas. si bien existe el bloqueo histórico e inhumano, no podemos cerrar las manos para servir adecuadamente y darnos cuenta que afectamos a los cubanos que continuamos luchando por el porvenir.

  4. Sigo con la misma firme creencia de que “la inmediatez” en Cuba, y eso vale para todo lo imaginable y lo inimaginable, hace tiempo que dejó de existir. No hay nada en nuestro país que para que se consolide, o no, necesita un plazo, que en principio es un predeterminado tiempo o una fecha, pero que al final resulta en un período de tiempo nada razonable ni lógico, llenos de peloteos, de abusos, de mentiras, de irrespetos, que pudiera desesperar ¡cómo no! a cualquiera. ¿”Plazos traicioneros”, como dice el bolero, aunque no tan dulces?
    Eso es lo que aún hace, y hará sufrir a Licet, que sin dudas es lo mismo o parecido a lo que sufren miles de cubanos a todo lo largo y estrecho del país por esa misma, o por disímiles otras razones.
    Y generalizando, como “la tercera tasa de chocolate” del cuento, es lo mismo que nos tortura a todos como pueblo, porque la tan necesaria rectificación de errores cometidos en el transcurso de estos últimos cincuenta años de historia, y la no menos esperada eliminación de tendencias negativas – que tal parece que en lugar de disminuir van in crescendo – marchan, sin saberse hasta cuándo, unas veces a paso de hormiguita, otras a paso de tortuga, o lo que es peor, como cangrejo.
    Los que estamos desde el inicio, ya no damos más. No veremos los logros por los que tanto se ha luchado, pero no se puede condenar a la nueva generación a esperarlos por otros cincuenta años.

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