El pueblo y el Gobierno cubanos lo reciben con profundos sentimientos de afecto, respeto y hospitalidad.
Nos sentimos muy honrados con su visita. Podrá apreciar que amamos profundamente nuestra Patria, por la que somos capaces de realizar los másgrandes sacrificios. Nos ha guiado siempre el ejemplo de los próceres de Nuestra América, quienes nos legaron dignidad, valentía y generosidad. Porellos hemos sabido practicar el axioma martiano de que Patria es Humanidad.
El encuentro memorable que sostuvimos en mayo pasado, en la Ciudad del Vaticano, brindó la oportunidad de intercambiar ideas acerca de algunos de los asuntos más importantes del mundo en que vivimos.
Los pueblos de la América Latina y el Caribe se han propuesto avanzar hacia su integración, en defensa de la independencia, la soberanía sobre losrecursos naturales y la justicia social.
Sin embargo, nuestra región sigue siendo la más desigual en la distribución de la riqueza. En el continente, Gobiernos legítimamente constituidos quetrabajan por un futuro mejor, se enfrentan a numerosos intentos de desestabilización.
Hemos seguido con mucha atención sus pronunciamientos. La exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio”, acerca de los temas sociales, y la carta encíclica “Alabado Seas”, referida al futuro y el cuidado del planeta y la Humanidad, me han motivado profunda reflexión. Serán referentes para la próxima Cumbre sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015, que tendrá lugar en la ONU en el presente mes, y la XXI Conferencia Internacional acercadel Cambio Climático que se celebrará, en diciembre, en París.
Comienzan a tener un eco creciente en el mundo su análisis de las causas de estos problemas y el llamado a la salvaguarda del planeta y lasupervivencia de nuestra especie; al cese de la acción depredadora de los países ricos y las grandes transnacionales, a la eliminación de los peligrosque se ciernen para todos en materia de agotamiento de los recursos y pérdida de la biodiversidad.
Como bien su Santidad señala: “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo”.
El Líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en 1992, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en Río de Janeiro, planteó la necesidad de salvar a la humanidad de la autodestrucción, distribuir mejor la riqueza, el conocimiento, la ciencia y las tecnologías, para el desarrollo sostenible, “hacer desaparecer el hambre y no el hombre”, afirmó.
El sistema internacional actual es injusto e inmoral. Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos meros consumidores. En vez de difundir el conocimiento y la cultura, los enajena con reflejos y patrones de conducta promovidos por medios que solo sirven a los intereses de sus dueños, las corporaciones transnacionales de la información.
La profunda y permanente crisis se descarga con brutal crudeza sobre los países del Tercer Mundo. Tampoco escapan de ella los excluidos en elmundo industrializado, las minorías, los jóvenes desempleados y los ancianos desvalidos, los que buscan refugio del hambre y los conflictos. Ofende laconciencia humana lo que ocurre con los inmigrantes y los pobres. Estos son los indignados del mundo que claman por sus derechos y el fin de tanta injusticia.
Santidad:
En sus palabras a los dos encuentros mundiales de los Movimientos Populares en octubre del pasado año en Ciudad del Vaticano y julio del presente, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, reiteró la necesidad de practicar la solidaridad y luchar unidos contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, por la dignidad del hombre y se refirió al derecho a la tierra, al techo y al trabajo.
Para conquistar esos derechos, entre otros, se gestó la Revolución cubana. Por ellos, reclamó Fidel en su histórico alegato de defensa conocido como “La Historia me Absolverá”.
Para lograr una sociedad más justa y solidaria hemos trabajado con sumo esfuerzo y asumido los mayores riesgos desde el triunfo revolucionario.
Lo hemos hecho bloqueados, calumniados, agredidos, con un alto costo de vidas humanas y grandes daños económicos. Fundamos una sociedad con equidad y justicia social, con amplio acceso a la cultura y apego a las tradiciones y a las ideas más avanzadas de Cuba, de América Latina, el Caribe y del mundo.
Millones de personas han recobrado su salud con la cooperación cubana: 325 mil 710 colaboradores han trabajado en 158 países; hoy, cincuenta mil 281 trabajadores cubanos de la salud prestan sus servicios en 68 naciones. Gracias al programa “Yo sí puedo”, 9 millones 376 mil personas han sido alfabetizadas en 30 estados; y más de 68 mil estudiantes extranjeros, de 157 países, se han graduado en Cuba.
Avanzamos resueltamente en la actualización de nuestro modelo económico y social para construir un socialismo próspero y sostenible, centrado en el ser humano, la familia y la participación libre, democrática, consciente y creadora de toda la sociedad, en especial de los jóvenes.
Preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía, desarrollo y bienestar de la Nación. Tenemos la más firme decisión de enfrentar todos los retos para alcanzar una sociedad virtuosa y justa, con altos valores éticos y espirituales. Como señaló el venerable presbítero Félix Varela, “…queremos que las generaciones futuras hereden de nosotros la dignidad de los hombres y recuerden lo que cuesta recuperarla para que teman perderla…”
La unidad, identidad e integración regional deben ser defendidas. La Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno durante la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada en La Habana en enero de 2014, consagra un conjunto de compromisos de vital importancia, como la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de nuestra región; no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos; fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones; y respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones.
Para Cuba, los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas tienen plena vigencia. Solo el respeto a estos puede garantizar la paz y la seguridad internacionales crecientemente amenazadas.
Conocimos con sumo interés las palabras de Su Santidad en el marco de la conmemoración del 70 aniversario de los ataques nucleares contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
La existencia de las armas nucleares es una amenaza contra la supervivencia misma de los seres humanos y una afrenta a los principios éticos y morales que deben regir las relaciones entre las naciones. Su uso significaría la desaparición de la civilización humana. Abogar por el desarme, y muy particularmente por el desarme nuclear, no solo es un deber sino un derecho de todos los pueblos del mundo.
Santidad:
Hemos agradecido su apoyo al diálogo entre los Estados Unidos y Cuba. El restablecimiento de relaciones diplomáticas ha sido un primer paso en el proceso hacia la normalización de los vínculos entre ambos países que requerirá resolver problemas y reparar injusticias. El bloqueo, que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas, es cruel, inmoral e ilegal, debe cesar. El territorio que usurpa la Base Naval en Guantánamo debe ser devuelto a Cuba. Otros asuntos deben ser también dirimidos. Estos justos reclamos son compartidos por los pueblos y la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo.
Conmemoramos este año, Santidad, el 80 Aniversario de relaciones ininterrumpidas entre la Santa Sede apostólica y Cuba, que son buenas y se desarrollan favorablemente sobre la base del respeto mutuo.
El Gobierno y la Iglesia Católica en Cuba mantienen relaciones en un clima edificante, al igual que ocurre con todas las religiones e instituciones religiosas presentes en el país, que inculcan valores morales que la Nación aprecia y cultiva. Ejercemos la libertad religiosa como derecho consagrado en nuestra Constitución.
Damos a la presencia de Su Santidad en nuestra Patria todo su significado. Será trascendente y enriquecedor para la Nación su encuentro con un pueblo trabajador, instruido, abnegado, generoso, con profundas convicciones, valores patrióticos, dispuesto a continuar su heroica resistencia y a construir una sociedad que garantice el pleno desarrollo, de mujeres y hombres, con dignidad y justicia.
En nombre de este noble pueblo, le doy la más calurosa bienvenida.
Muchas gracias.
English Version
Your Holiness,
The people and Government of Cuba welcome you with profound affection, respect and hospitality.
We feel particularly honored with your visit. You will see how deeply we love our Homeland, for which we are capable of the greatest sacrifices. We have always followed in the steps of the heroes of Our America, who bestowed on us their honor, courage and generosity. It is from them that we have learned to exercise Marti’s axiom that Homeland is Humanity.
The memorable meeting we had last May in Vatican City offered an opportunity to exchange ideas on some of the most important issues related to the world we live in.
The peoples of Latin America and the Caribbean have decided to move forward to integration, in defense of our independence, sovereignty over natural resources and social justice.
However, our region still shows the greatest disparity in wealth distribution. In this continent, legitimate governments working for a better future are facing numerous attempts at destabilization.
We have closely followed your statements. The apostolic exhortation known as “The Joy of Gospel” related to social issues, and the encyclical “Praise Be To You”, on the future and care for the planet and Humanity, have moved me to a profound reflection. They shall be references for the next Summit on the Post-2015 Development Agenda to be held at the United Nations this month, and the 21st International Conference on Climate Change scheduled for December in Paris.
An increasing global impact has resulted from your analysis on the causes of these problems and the call to safeguard the planet and the survival of our species; to cease the predatory action of the wealthy nations and the big transnationals; and, to remove the dangers threatening us all due to the depletion of resources and the loss of biodiversity.
As His Holiness has rightly indicated: “Humanity should become aware of the necessity to change life styles as well as production and consumption patterns.”
At the UN Conference on Development and the Environment held in Rio de Janeiro in1992, Fidel Castro Ruz, leader of the Cuban Revolution, raised the necessity to save Humanity from self-destruction; to make a better distribution of wealth, knowledge, science and technology in order to attain a sustainable development; and, “to make hunger, and not Man, disappear” he said.
The current international system is unfair and immoral. It has globalized capital and turned money into its idol. It makes people become simple consumers, and instead of disseminating knowledge and culture, it alienates them with behavior patterns and reflexes promoted by means that serve only their owners’ interests, that is, the transnational media corporations.
The deep and permanent crisis falls harshly on the Third World countries, albeit in the industrial world it also affects the disenfranchised, the minorities, the young unemployed and the helpless elders as well as those seeking refuge from starvation and conflict. What immigrants and the poor are going through stands as an offense to human conscience. They are the ‘outraged’ of the world claiming for their rights and the end to such injustice.
Your Holiness,
In your remarks to the world meetings of Popular Movements held in October last year at Vatican City and in July this year at Santa Cruz de la Sierra in Bolivia, you reiterated the necessity to practice solidarity and to struggle together against the structural sources of poverty and inequality; for man’s dignity and his right to the land and to work; and for a roof to give him shelter.
It was to conquer such rights, among others, that the Cuban Revolution was undertaken. Those were the same rights that Fidel advocated in the historical defense argument known as «History Will Absolve Me.”
It is to build a society with more justice and solidarity that we have made extraordinary efforts and taken the greatest risks ever since the revolutionary victory.
And, we have done while blockaded, slandered, and attacked; and paying a high toll in human lives and economic damages. We have founded an equitable society with social justice and extensive access to culture, attached to traditions and to the most advanced ideas of Cuba, Latin America, the Caribbean and the world.
Millions of people have recuperated their health thanks to Cuban cooperation: 325,710 collaborators have provided services in 158 countries; today, 50,281 Cuban healthcare workers are providing services in 68 nations; thanks to the “Yes, I Can” educational program, 9,376,000 people have left illiteracy behind in 30 different countries, while more than 68,000 students from 157 countries have graduated in Cuba.
We keep advancing with determination in the updating of our economic and social model to build a prosperous and sustainable socialism focused on human beings and the family, and with the free, democratic, conscious and creative involvement of the entire society, particularly young people.
Preserving socialism is tantamount to securing independence, sovereignty, development and the wellbeing of our nation. We are firmly determined to face every challenge and build a just and virtuous society with high ethical and spiritual values. As the honorable priest Félix Varela indicated “…we want the future generations to inherit from us the dignity of man, and to remember what it takes to recover it so that they fear losing it…”
Regional unity, identity and integration should be defended. The Proclamation of Latin America and the Caribbean as a Peace Zone, signed by heads of State and Government at the 2nd Summit of the Community of Latin American and Caribbean States held in Havana in January 2014, establishes a set of commitments of crucial importance such as: the peaceful solution of controversial issues in order to definitely remove the use, and the threat of the use, of force in our region; the prevention of direct or indirect interference in the domestic affairs of any other State and respect for the principles of national sovereignty; the equality of rights and free determination of the peoples; the promotion of friendly relations and cooperation among themselves and with other nations; and, full respect for the inalienable right of every State to choose its political, economic, social and cultural system as an essential premise to ensure peaceful coexistence among nations.
Concerning Cuba, the purposes and principles consecrated in the United Nations Charter are fully valid. Only respect for them can ensure international peace and security, which at the moment are increasingly challenged.
We found extremely interesting His Holiness remarks during the commemoration of the 70th anniversary of the nuclear strikes on the cities of Hiroshima and Nagasaki.
The existence of nuclear weapons threatens the very survival of human beings and constitutes an affront to the ethical and moral principles that should guide relations among nations. The use of such weapons would bring about the obliteration of human civilization; therefore, advocating disarmament, particularly nuclear disarmament, is not only the duty but also the right of all peoples in the world.
Your Holiness,
We have expressed our appreciation for your support to the United States-Cuba dialogue. The reestablishment of relations has been a first step in the process toward normalization of the relationship between the two countries, which will demand resolving problems and correcting injustices. The blockade, which causes human damages and privations to the Cuban family, is cruel, immoral and illegal, and it should cease. The territory usurped by the Guantanamo Naval Base should be returned to Cuba and other issues resolved, too. Such fair claims are shared by the peoples and the overwhelming majority of governments in the world.
This year we are celebrating the 80th anniversary of uninterrupted relations between the Apostolic Holy See and Cuba. These relations are good and continue to favorably develop on the basis of mutual respect.
Relations between the Government and the Catholic Church in Cuba are developing in a gratifying atmosphere, the same as with every denomination and religious institution represented in the country that promote moral values recognized and enhanced by our nation. We exercise religious freedom as a right consecrated in our Constitution.
We attach full meaning to the presence of His Holiness in our Homeland. We feel that it will be a transcendental and enriching experience for our Nation that he meets with our industrious and educated people, our selfless and generous people that treasure profound convictions and patriotic values, and are willing to continue their heroic resistance and build a society capable of ensuring the full development of men and women, with dignity and justice.
On behalf of this noble people I offer you the warmest welcome.
Thank you.