Lo que pudo haber sido

Lo que pudo haber sido

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (Sin valoración)
Cargando...

derroche-de-agua
Las lógicas incomodidades derivadas de la escasez y falta de agua debido a la intensa sequía que padece Cuba no pueden hacernos dejar a un lado realidades que a veces queremos obviar, solo porque en una esquina de la cuadra fluye un salidero cual manantial y  para abordar el ómnibus tenemos que brincar un sempiterno charco  proveniente de una tubería rota y muchas veces remendada.

Me refiero a los millones de pesos que sigue invirtiendo el Estado en grandes conductoras, redes y otras inversiones, en aras de que se aproveche eficientemente ese recurso finito.

Si hace dos años se hablaba de que por aquellos conductos y en el interior de las viviendas se perdía casi el 60 por ciento del agua bombeada, el reciente análisis de especialistas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) arroja que para el 2016 esa cifra  habrá bajado en unos 17 dígitos.

Para muchos, y me incluyo, son datos macroeconómicos, pero que puedo “aterrizar” para el ciudadano común. Sepa que de no haberse realizado un importante grupo de inversiones en la capital cubana, hoy no serían 48 mil 194 los habitantes afectados parcial y totalmente, sino decenas de miles más.

Y si hoy el reporte diario de las fugas por las tuberías alcanza los 700, hace un lustro eran entre cuatro mil y cinco mil.

Igual ocurre en el resto del país. Solo que como me confesó hace un tiempo un funcionario, los salideros restan moral para pedir ahorro de agua y derrochar conciencia para hacerlo.

¡Qué conformista periodista!, podrá comentar alguien.

Nada de eso. Es importante tener información y discernir con cabeza propia. Los salideros no pueden desaparecer, es más, nunca lo harán porque son una consecuencia directa de redes en mal estado u otra dificultad como la respuesta a mayores presiones en el bombeo.

Lo que nos ocurre ahora es lo anormal, porque las redes tienen más de 100 años, porque todas las inversiones no pueden ser de un plumazo. Hacen falta recursos humanos, materiales y financieros y… tiempo para ejecutarlas. Claro, también necesitamos eficiencia y ello  significa, entre otras cosas, eliminar las chapucerías y malas decisiones.

Sin empecinarnos en mirar la paja del ojo ajeno, el momento es de tener percepción del riesgo y poner de nuestra parte, en la casa, en el centro de trabajo, en la escuela.

Por desgracia, la sequía no es ficción ni mucho menos puede cambiar de hoy para mañana. Muy real y palpable resultan las consecuencias de la escasez de precipitaciones y los bajos niveles de presas y cuencas subterráneas.

Sin querer agobiar

Datos fresquitos recogen que cerca de un millón 400 mil habitantes están afectados de forma parcial o total por problemas en 416 fuentes de abasto de agua, como consecuencia directa de la intensa sequía que asola al país.

Para los primeros, que representan el mayor porcentaje, implica entre otras medidas, reajustes en horarios de bombeo de los acueductos y el consiguiente aumento de los ciclos de entrega, en tanto para los otros (100 mil 151 personas), conlleva distribución por carros cisterna, informó el ingeniero Argelio Fernández, especialista principal del Servicio Hidrológico del INRH.

Al ilustrar la gravedad de la situación, precisó que según la combinación del comportamiento de variables como precipitación, escurrimiento, almacenamiento en embalses y niveles del manto freático, al cierre de agosto 144 municipios clasifican con sequía entre moderada, severa y extrema, con números superiores al 2004, el tercer año más seco desde principios del siglo XX.

Entre enero y agosto del presente año, el acumulado nacional de lluvia solo alcanza el 76 % de la media histórica, que sería más bajo de no haber recibido el remanente de la tormenta tropical Erika, la cual entre el 27 y el 29 del mes precedente aportó el 20 % de toda la lluvia registrada en ese lapso y por la cual a las presas llegaron 96 millones de metros cúbicos (m³).

Ese fenómeno meteorológico benefició a los municipios ubicados en las cuencas hidrográficas de los ríos Cauto y Zaza, al igual que los localizados al Sur de La Habana, dijo el experto, quien subrayó que ese resultado es un paliativo, pues no rompe la cadena tejida por la sequía.

Tan es así que hasta el jueves pasado las presas acopiaban  3 mil 465 millones de m³, el 38 % de la capacidad instalada. Ello implica que de las 242 que administra el INRH, 156 se hallan a menos de la mitad de sus posibilidades de acopio y hay 26 secas.

De estas últimas, cuatro son fuentes de provisión a la población y se encuentran en Camagüey y Las Tunas.

Las vinculadas a planes arroceros tienen una situación bien complicada, lo que compromete la campaña de siembra de frío.

Para Artemisa, La Habana, Villa Clara, Las Tunas y Santiago de Cuba siguió reduciéndose el llenado de esos reservorios, y del centenar de cuencas subterráneas principales 19 están cerca del mínimo histórico, 24 en estado desfavorable y 7 en crítico, un escenario peor al de hace 11 años.

Debido al vínculo directo de esas escaseces con la disponibilidad de agua, desde junio se han ido adoptando medidas para la prevención y respuesta, asentadas en el necesario ahorro y uso racional del agua, tanto en el sector estatal como el residencial.

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu