El vestuario que día a día seleccionamos para diferentes ocasiones —trabajar, ir al cine, a un cabaré o a una fiesta— es un proyecto que en tanto responde a necesidades individuales, forma parte importantísima en la caracterización de la sociedad en que vivimos, pues a través de las ropas evidenciamos nuestras formas de ser, sentir e interpretar el mundo, en tanto definimos rasgos esenciales de la idiosincrasia de la localidad, región o país de donde somos.
De ahí el valor ético y estético que tienen el diseño y la confección de las vestimentas, oficios que en Cuba —como en otros muchos países— están lastrados por la falta de ingenio, el mal gusto y la repetición de patrones, muchas veces copiados de las modas internacionales, que nada tienen que ver con nuestra cultura.
Gracias al incentivo de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (Acaa), que, entre otras especialidades, impulsa las producciones textiles, y al Fondo Cubano de Bienes Culturales, como su principal vía de comercialización, en nuestra ínsula existen numerosos creadores encargados del diseño de ropas, ejercicio en el cual revelan talento y conocimientos que los han hecho acreedores de múltiples reconocimientos y premios.
Entre estos se encuentra una agraciada mujer, quien desde el mismo centro de su ciudad, Matanzas, ha dado a conocer sus trabajos a través de exposiciones, pasarelas y ventas, locales y nacionales. Ella es Raquel Aliocha Espino López, en cuya vetusta residencia —en proceso de rediseño y ambientación por ella— dialogamos sobre la importancia del buen vestir en tiempos difíciles para la economía personal de los cubanos, y también para la adquisición de materias primas —telas, encajes, botones…— que posibiliten la realización de novedosos diseños.
Apasionada en su labor, esta miembro de la Acaa en Matanzas ha pro- bado fuerzas para enfrentar y vencer disímiles dificultades que pudieran entorpecer su desarrollo en el antiguo ejercicio de diseñar y confeccionar ropas. Con tal fin, puso en práctica sus destrezas y habilidades, y un buen día comenzó a trabajar con materiales totalmente reciclados, los cuales adquiere en las tiendas de la red nacional de productos industriales.
Allí consigue camisas, pantalones, sayas, blusas…, preferiblemente de tallas extra, además de cortinas, fundas, retazos y otras confecciones en buen estado de conservación. Posteriormente, tras el estudio de sus proyectos, se sumerge en el acto de crear, momento en el que a menudo las formas y estampados de los tejidos le sugieren novedosas ideas que impactan por su originalidad, cubanía y belleza.
En la producción de las prendas, que además abarca bolsos, carteras, chalinas y otros atuendos, Raquel pone a prueba su experiencia y conocimientos técnicos. Todo un ritual en su pequeñísimo taller, donde se incluye tanto el corte de los pedazos de tela como los procesos de costura y acabado final. Característica singular en su labor es que aunque sus vestidos y camisas para diferentes edades y tallas vienen bien a muchos clientes, ella no toma medidas, no usa maniquíes ni elabora moldes.
Esta prolífica creadora también es amante de las pasarelas, las cuales ella misma organiza. Idea performances, los cuales por su dramaturgia y singularidad escénica han ganado palmas entre el público que ha podido disfrutarlos —entre otros importantes escenarios— en la feria de Arte en La Rampa, en La Habana; el centro internacional de convenciones Plaza América, de Varadero; y en varias ediciones matanceras de las ferias del libro, el evento Puro Arte y la feria de las flores; además de los salones de artesanía de la Acaa, y de Invierno, de la Uneac, donde no hace mucho obtuvo premio con la pieza titulada Extremo al Cuadrado.
Consciente de que los seres humanos se visten a sí mismos, e igualmente “visten” el espacio que habitan, la agudeza crítica de Raquel en su desempeño artesanal, le ha posibilitado trascender en la realización de disímiles tipos de vestuarios femeninos, infantiles y masculinos, en tanto ejecuta piezas que atesora en sus colecciones para bien de quienes optan por el buen vestir con un sello auténticamente cubano.
Por favor, creo que esa diseñadora debe diseñar para las posibilidades del lugar donde expone, segun vi en las fotos expuesta aqui, esos vesturio no corresponde a nuestro pais, ni gusta, ademas donde, en que luga, y quienes en cuba puede usar esa vestimente, creo y con respeto a dicha diseñadora que debe diseñar lo que el pueblo pueda adquirir y de acuerdo al modo y al alcanse de nuestro pueblo, o ella diseña para los que van de visita a cuba, creo que tendria mas aceptacion si se pusiera mas a la moda y al gusto del pais donde vive.