No son gurúes ni pitonisas, y aunque lo parecieran, en realidad son “simples” economistas que se vuelven “populares” cada vez que una conferencia en video o un artículo publicado en Internet se riegan como pólvora encendida. En los últimos años resulta notable el incremento de la difusión mediática de los académicos de Economía y también una mayor cercanía entre lo que proponen y lo que se implementa como parte del proceso de actualización en el país.
Algunos, como Omar Everleny Pérez Villanueva, del Centro de Estudios de la Economía Cubana (Ceec), de la Universidad de La Habana, sitúan en los discursos de Raúl en el 2008 y en el proceso de discusión de los Lineamientos el inicio de su visibilización, aunque desde mucho antes estuviesen publicando sus análisis y propuestas. Para otros, como su joven colega Ricardo Torres Pérez, se trata de cumplir con una de las funciones claves de la Universidad: difundir hacia la sociedad el nuevo conocimiento que generan.
“Hoy siento que hay más espacio e interés por saber qué piensan los académicos”, dice por su parte Juan Triana Cordoví, también de la casa de altos estudios habanera. “Eso se manifiesta en la institucionalidad del país, porque ya existe una entidad que agrupa muchos centros académicos para que los investigadores cooperemos con los decisores, el Consejo Asesor de Ciencia y Técnica de la Comisión de Implementación de los Lineamientos”, explica.
En la teoría económica del socialismo no hay pensamiento hereje si este se sustenta correctamente, estima la doctora Grizel Donéstevez, profesora titular de la Facultad de Ciencias Económicas, en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. “El compromiso hoy de la academia es más grande porque no tenemos derecho a equivocarnos, ni a interpretar maniqueamente las políticas, ni agradar a los oídos de quienes deciden. Tenemos que ser creíbles y creadores, con la mayor responsabilidad del mundo, y eso solo se logra con compromiso, con conocimiento”.
Los tiempos y las herejías
“Yo preferiría que el ritmo de algunas medidas fuera más intenso y siento que muchas personas estarían más contentas si la dinámica del proceso fuera más alta. Sin embargo, en la situación objetiva de Cuba se entiende que muchas de esas decisiones requieren de tiempo para que la gente y las instituciones puedan asimilarlas”, comenta Triana Cordoví. “Hay tiempos físicos, políticos y económicos; y en algunos de esos estamos muy pegados a los límites”, considera el investigador, a quien en sus conferencias se le escucha decir con frecuencia que los tiempos de la academia y de la política son diferentes.
“En el 2004 aquí en el Ceec volvimos a hablar de la utilidad de cooperativas en sectores no agropecuarios y nueve años después se implementó la medida. Todavía existen propuestas escritas desde 1995 que no han sido aplicadas; pero además ocurre que muchas decisiones no fueron previstas por los académicos y son anticipadas por el Gobierno, que es quien identifica una necesidad; por tanto, el criterio es que hoy tenemos más espacios y se tiene mayor claridad sobre cuál es el trabajo de los académicos y de los políticos”, enfatiza.
“Cuando sostenemos criterios como el de que debería ampliarse mucho más la lista de actividades permitidas para el trabajo por cuenta propia o admitir la iniciativa individual de los profesionales en su rama de formación, a veces se malinterpreta la discusión y se nos tilda de hipercríticos”, interviene Pérez Villanueva. “Solo estamos señalando distorsiones que todavía existen en el modelo, con voluntad de ayudar”, expresa.
A este criterio se suma la profesora de Villa Clara: “Lo peor que nos pudiera ocurrir es que la inercia, la autocomplacencia y el triunfalismo se apoderen del proceso de cambios”.
La prensa: ¿ayuda o entorpece?
“Nuestro balance de la relación con la prensa en general es positivo, aunque han existido momentos tensos”, comenta Torres Martínez. “Por desconocimiento o por ‘efectismo’ a veces se tergiversan opiniones y conclusiones de los investigadores; pero, a pesar de ello, para nosotros es irrenunciable la relación con los medios”, dice.
“Creo que el periodismo cubano tiene una deuda: tener espacios especializados en el tratamiento de la economía”, apunta, con el apoyo de la doctora Donéstevez: “La sociedad necesita de discusiones profundas que afloren en revistas, periódicos y en otros medios masivos, porque es la sociedad la que se transforma y no siempre se conoce el camino de la cues ta por la que ascendemos. Si la discusión por el pueblo de los Lineamientos fue un gran congreso de participación, ahora en la implementación la ciencia tiene que ayudar a que las medidas para concretar los cambios se acerquen a lo que se necesita en este momento”.
“Es el pueblo el objeto y sujeto de los cambios”, insiste. “Cualquier explicación no sobra en estos tiempos, somos un pueblo instruido, con cultura política, pero no la suficiente en economía. La información debe ser clara, verídica, sin manipulación ni justificativa. Necesitamos un ciudadano transformador consciente y en eso podemos ayudar los economistas”.
Salir de la torre de marfil
“Nosotros defendemos que nuestra tarea como investigadores está muy lejos de enclaustrarnos en una torre de marfil”, argumenta Ricardo Torres. “El debate solo entre nosotros no tiene sentido porque lo que nos interesa es transformar la sociedad. La academia tiene que ser una luz, adelantarse, y toca hoy también fomentar una cultura del debate”, asegura.
“La función nuestra en la sociedad es desentrañar su comportamiento y poder brindar caminos a los decisores”, aporta Grizel. “Esto no siempre se comprende bien, y los oídos sordos no han dejado de estar presente. Lo que está claro, porque la vida así lo indica, es que la sociedad de hoy no puede ser dirigida sin la ciencia”.