Aunque siguen altas las temperaturas; expira el verano, esa época del año asociada a las vacaciones masivas de los cubanos y proclive al aumento de enfermedades diarreicas; pero, ahora crece la responsabilidad social en aras de crear un ambiente saludable en los centros docentes del país, a propósito del inicio del nuevo curso escolar este primero de septiembre.
“A esa exigencia responde el convenio de trabajo conjunto establecido por los ministerios de Salud Pública y de Educación”, reconoce Arquímedes Molina Baldoquín, jefe del Departamento de Promoción y Educación para la Salud, del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología en Las Tunas.
Declara que el programa preventivo es una necesidad impostergable por la complejidad de la situación epidemiológica actual a escala del mundo, el país y la comunidad, “con amenaza potencial de trasmisión de enfermedades vectoriales como el dengue y el cólera.”
Señala, además, la existencia en nuestra área geográfica de paludismo, fiebre amarilla y el chikungunya, que son padecimientos trasmitidos por vectores, que en Cuba no existen, pero sí están el agente trasmisor y el huésped susceptible, que son las personas supuestamente sanas.
“Las estrategias, apunta el especialista, tienen en cuenta ese imperativo y buscan coordinar los esfuerzos para transformar el estado higiénico sanitario, tanto en las escuelas como en las comunidades, hoy en circunstancias deplorables, fundamentalmente victimizado por indisciplinas sociales.”
Molina Baldoquín confirma que las acciones previstas incluyen la exigencia de que cada docente, educando y trabajador de esas instituciones lleven a la escuela agua tratada: hervida o con la dosis establecida de hipoclorito al uno por ciento, y respeten las barreras de contención, las cuales deben disponer de personas responsabilizadas con el respeto de sus propósitos.
Confirma que en los puntos de recogida de estudiantes que marchan a centros internos está prevista la presencia de personal de ambos sectores para evaluar el estado de salud de cada estudiante y evitar su entrada a las escuelas con cualquier síntoma de enfermedad trasmisible.
“En Las Tunas, abunda, ya fueron creados cuatro equipos de inspección provincial integrados por trabajadores de Salud y de Educación que visitan las instituciones escolares para comprobar cómo están cumpliendo las indicaciones dictadas y chequean hasta el más mínimo detalle relacionado con las medidas profilácticas orientadas.”
“Las comprobaciones, explica Molina Baldoquín, evaluarán durante todo el curso las condiciones higiénico sanitarias de cada plantel, en las cuales se incluyen la limpieza, disponibilidad de hipoclorito, jabón y agua, así como las características de las fuentes de abasto de esta última.”
“Pero, enfatiza, el éxito de estas medidas depende mucho más de la disciplina individual, del auto cuidado, que de las exigencias institucionales, pues al ciudadano común le toca velar por su salud y la de su familia, pero todavía es poca la apreciación de riesgos de nuestra población.”