Política y económicamente, la participación de los trabajadores en el análisis del plan anual resulta un elemento de suma importancia, por lo cual el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) y la Central de Trabajadores de Cuba acuerdan la preparación, contenido y el plazo para realizar tan importante proceso.
Pero, ¿están todas las administraciones y ejecutivos sindicales imbuidos de ese trascendental paso? Es evidente que no. De lo contrario el llamado a profundizar en su organización y desarrollo, con vistas a lograr efectividad, sobraría en las llamadas Instrucciones Metodológicas para elaborar el anteproyecto de lo que regirá las acciones de la economía.
Emitidos cada año por el MEP, junto a una Resolución, ambos textos son de obligatorio cumplimiento por los organismos y entidades.
Exhaustivos en su misión de informar y adiestrar, algunos de sus acápites reiteran la necesidad de la discusión en los colectivos laborales, lo cual determina en la calidad de la planificación socialista, que permanecerá como la vía principal para dirigir la economía, según recoge el primero de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Las instrucciones y las directivas emitidas para este fin persiguen aportar las indicaciones generales, con la mirada puesta en maximizar la eficiencia, sobre la base de fijarse planes tensos y a la vez realistas, flexibles y motivadores.
Por eso es decisivo el intercambio con los trabajadores. ¿Quiénes conocen mejor lo que ocurre en sus áreas de la producción y los servicios y en consonancia pueden proponer soluciones dirigidas a defender, aumentar e incluso reducir el plan, si las condiciones difieren del contexto a partir del cual fue concebido?
No deben equivocarse en sus observaciones, pues de lo que hagan dependerán la productividad, su salario y la elevación del nivel de vida de la población.
Aunque este vital asunto hay que verlo en todas sus aristas. Cada año se dan malos ejemplos: cifras discutidas en colectivos laborales, donde al final deben guiarse por otros números, los cuales ni siquiera son llevados a consulta. En el peor de los casos lo proyectado se incumple y los análisis a posteriori son la autopsia de lo que no debió ocurrir.
¿Falta de previsión, exceso de entusiasmo? Ninguna de esas condiciones es válida ni permisible en materia económica. Políticos, empresarios y trabajadores deben constituir un todo armónico y orgánico a la hora de preparar lo que se hará al siguiente año. Hacer mejores planes requiere tener en cuenta los riesgos permanentes del entorno internacional y el siempre presente bloqueo yanqui, ese lastre con el cual convivimos desde hace más de medio siglo y frente al cual hemos salido adelante en no pocas situaciones y tendremos que seguir antes que todo, con organización y previsión.
Se ha reiterado que la planificación de la economía nacional busca coordinar y compatibilizar el crecimiento y desarrollo entre las diferentes ramas y sectores, a partir de una mejor eficiencia y un mayor equilibrio de los recursos financieros, materiales, humanos y naturales disponibles.
Y a propósito de lo que se precisa, la mencionada metodología fue revisada, a tenor de los cambios previstos este año, de acuerdo con la actualización del modelo económico. Sin embargo, inalterables quedaron los principios de que en la elaboración de sus planes, las empresas tendrán en cuenta entre otros elementos, los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del PCC y los planteamientos de los trabajadores en las asambleas por la eficiencia económica.