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“Las barreras de contención no son adornos, sino una exigencia de la actual situación epidemiológica del territorio nacional”, afirma enfáticamente Arquímedes Molina Baldoquín, jefe del Departamento de Promoción y Educación para la Salud, del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología en Las Tunas.
El especialista reitera que las barreras de contención son todas aquellas medidas que se adoptan de forma temporal o permanente con el propósito de reducir las posibilidades de proliferación de enfermedades contagiosas.Y abunda: “Si hubiera un poquito más de higiene y nuestra población tuviera mayor precepción de riesgo, las cosas estarían mejores”.
Sus reflexiones son muy oportunas por las amenazas reales de posibles epidemias asociadas a la época del año caracterizada por las lluvias, y por la desidia de alguna gente que se cree infalible y es poco participativa en las acciones emprendidas para disminuir las vulnerabilidades.
“En el caso del cólera, explica el también Máster en Ciencias en enfermedades infecciosas, hay dos formas de crear esas barreras que son muy sencillas y de muy bajos costos: la primera es sobre la base de jabón, agua y el hipoclorito al 1 %; y la segunda incluye el empleo de jabón o detergente líquidos, agua y el hipoclorito en esa misma magnitud”.
Esos son los medios que en estos días abundan en las entradas de muchos –aun no todos, aunque está el reclamo y las normativas del Ministerio de Salud Pública- centros de trabajo y estudiantiles, restaurantes, cafeterías… tanto del sector estatal como privado.
Barreras burladas
Son incontables las burlas a estas barreras, aunque los pomos, cubos, palanganas… llaman la atención y el público conoce mayoritariamente que son para el lavado de las manos, vía expedita para llevar a la boca (puerta de entrada) el agente causal de ese padecimiento digestivo que puede ser letal, sino es atendido oportunamente.
Molina Baldoquín reseña como las principales violaciones detectadas la poca exigencia por el lavado de las manos a la entrada de los establecimientos; formulaciones utilizadas después de 24 horas de elaboradas, período que acota su efectividad y el incumplimiento administrativo de designar a personas que velen por el cumplimiento de esta normativa.
Además, precisó, que en algunos lugares falta parte de los componentes y recordó que son: jabón, en cualesquiera de su forma (sólido o líquido) –el más recomendado por el especialista-, puede ser sustituido por el detergente líquido; el agua y el hipoclorito en ese orden, los cuales garantizan una tríada imprescindible en esta medida.
Adelantó que ya un grupo de inspectores sanitarios estatales trabajan en el control y la fiscalización del cumplimiento de ese procedimiento.
El irrespecto es cotidiano. “Yo le digo a la gente que se laven las manos y se molestan, me ofenden, me dicen horrores, porque piensan que les estoy haciendo daño. No entienden que lo hago para protegerles la salud”, me manifiesta contrariada Yaniuska Pérez Matos, portera de la TRD La Época, en la ciudad de Las Tunas.
Un aleccionador ejemplo encuentro en el instituto politécnico de los servicios El Cucalambé, en la propia urbe. Allí está bien organizado el sistema: “Nosotros les exigimos el lavado de las manos, tanto a los estudiantes como a quienes nos visitan”, confirma Diannis Pérez Barbán, estudiante de Gastronomía en ese centro.
“Aquí aprovechamos los equipos de guardia en dos sesiones. Sus integrantes tienen la obligación de velar por que se haga lo establecido y estamos satisfechos”, remarca Roberto Mendoza Escalona, el administrador.
¿Los objetivos?
Esta medida no es un capricho ni trata de enredar la cotidianidad del cubano. Es otra acción que manifiesta los desvelos del Estado por el cuidado de la salud del pueblo, beneficiario llamado a ser receptivo y a participar de manera disciplinada y consciente en este programa de bien público.
Los objetivos están claros: Destruir el agente causal, interrumpir la vía de transmisión y proteger al huésped susceptible (la persona sana). Entonces, bien vale el apoyo y la comprensión.
