“Mi padre fue un gran padre. A pesar de todo el trabajo enorme y basto que hizo en vida fue un padre ejemplar”, precisa Adamelia Feijóo de su progenitor, intelectual cubano que cumple 100 años de nacido este 31 de marzo y que tuvo una obra prolífera como editor, escritor, pintor, promotor cultural…
“De niña hacíamos grandes caminatas, incluso con mis amiguitas. Nos íbamos siempre por el campo, a un pueblito cienfueguero que se llama Caonao, allí conocí al zarapico, un ave que está en extinción.
“Aquel día fuimos a cazar cangrejitos y recolectar caracolillos, el malecón de Cienfuegos no estaba dragado y había fango y arena mezclado. Estaba retozando en la orilla y le llevé unos caracoles lindísimos que me había encontrado y me pidió que hiciera silencio. Y me dijo: «Ese es el zarapico». En ese momento me acordé que la décima del zarapico terminaba “en el fango está posado el sensible zarapico”, recuerda con sentida emoción.
“Por las noches me llamaba a su cuarto y me pedía hablar sobre la vida y terminábamos cantando. De esas conversaciones salieron los cuentos del Cangrejito Eusebio. Siempre fue muy simpático, me ponía sobrenombres, incidió en mi formación como artista plástica. Trato de mantener el estilo del Grupo Signos que es único. Me inculcó el amor por un árbol, una mariposa, el sol y me hace feliz y recomponerme, concentrarme.
“Algunos insisten en que estaba loco, pero es imposible que un hombre que hizo una obra tan grande, tan versátil, tan prolífera no estuviera en sus cabales. Era un hombre muy cuerdo. Un cubano autentico y universal. Su irreverencia era una máscara para poder hacer su obra”, concluyó emocionada.