Dirigente sindical: ¿arte o ciencia?

Dirigente sindical: ¿arte o ciencia?

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Por: Gabino Manguela Díaz, Lourdes Rey, Manuel Valdés Paz y Jorge Pérez Cruz

“Que dé el ejemplo en cuestiones morales…”, dijo Alaín Alfonso, técnico de Etecsa. Foto: Eddy Martin.
“Que dé el ejemplo en cuestiones morales…”, dijo Alaín Alfonso, técnico de Etecsa. Foto: Eddy Martin.

Pocas veces como ahora entendí mejor a mi profesor de filosofía, quien solía reiterarnos un concepto proveniente de los que él con orgullo llamaba clásicos del marxismo: la dirección es arte y ciencia.

Sin embargo, ¿cómo clasificar la ciencia y el arte de quienes dirigen los intereses sindicales de un colectivo de trabajadores en la Cuba de hoy? ¿Qué lo debe caracterizar? ¿Cómo deberá ser un dirigente sindical? ¿Qué cualidades deberá tener?

Ingenieros, licenciados, obreros, cuadros sindicales y administrativos opinaron al respecto, y la primera conclusión fue, precisamente, que no hay receta pura en tal sentido, a no ser algunas características comunes a todos, pero con ciertas variaciones según el colectivo que dirijan, su objeto social, e incluso su ubicación geográfica.

Por sobre todo que defienda a sus trabajadores

Para todos y cada uno de los entrevistados, el dirigente sindical deberá ser, en primer lugar, un verdadero representante de los intereses de sus trabajadores. “Si eso no existe, se poncha la bicicleta”, me dijo Víctor Machín Illa, especialista de recursos humanos en Biocubafarma.

“No es que esté en guerra con la administración —aunque no deberá rehuirla—, sino que en él prevalezca un elevado concepto de justicia; que por sobre todo defienda y esté junto a sus trabajadores en cualquier circunstancia; el primero en dar el paso al frente”, acotó Alaín Alfonso, técnico en telemática y secretario general de la sección sindical del Centro de Etecsa, conocido como Planta de Monte, en Diez de Octubre.

Para la trabajadora de la industria alimentaria de Villa Clara, Yisel Franco Claro, “el dirigente sindical que se necesita debe ser exponente de las demandas de sus trabajadores, capaz de representar al colectivo y que tenga liderazgo. Esas cualidades se dan en algunos compañeros, los que casi siempre son ejemplo ante la masa y excelentes trabajadores, por eso pueden crear criterios y defender con argumentos lo que se plantea”, afirmó. Iosvany Ordovás, operador de la línea de producción en la fábrica de refrescos Latinoamericana, de La Habana, explicó que lo primero que debe poseer un dirigente sindical es prestigio ante la masa de trabajadores y estar más ligado al colectivo que a la administración.

“Antiguamente el dirigente sindical tenía más mando”, aseguró María Elena Deus, secretaria ejecutiva de la Empresa de Bebidas y Refrescos de La Habana. Foto: Eddy Martin.
“Antiguamente el dirigente sindical tenía más mando”, aseguró María Elena Deus, secretaria ejecutiva de la Empresa de Bebidas y Refrescos de La Habana. Foto: Eddy Martin.

Un criterio similar expresó Pedro Antonio Martínez, dependiente de almacén del mismo centro. “Debe tener moral y responsabilidad para poder cumplir con sus funciones; no es defender por defender, sino proteger a sus obreros con justicia”.

Alejandro Cívico, secretario de la sección sindical en la planta de pastas Gambina, en la capital, subrayó que: “Ante todo, el dirigente obrero deberá ser ejemplo; no es solo que sea líder, sino que sepa proteger y representar a sus trabajadores, que se dé a respetar ante la administración”.

Interrogado al respecto, Alexis Guerra, especialista del área comercial de la Empresa Nacional del Fósforo, consideró que “deberá ser integral, conocedor de los asuntos económicos, pues si no domina esos temas no podrá ser un buen dirigente; que tenga sentido de pertenencia, valiente; que conozca su entidad”.

Por su parte, Elaine Vidal Rodríguez, trabajadora agrícola en la UBPC Armando Rodríguez Durán, en el municipio tunero de Majibacoa, y delegada al XX Congreso de la CTC, subrayó que el dirigente sindical debe ser, primero, ejemplo para inculcar valores; identificarse con su colectivo, algo tan útil si aspiramos al éxito”.

A muchos de los entrevistados se les preguntó si es común tropezar con ese arquetipo de persona que deseamos y, de manera general, la respuesta fue negativa, dejando traslucir un deseo, una añoranza.

“No, no se ven con frecuencia. Antes sí los teníamos cerca, pero quizás los cambios que ha habido en nuestra sociedad han contribuido a que se pierda un poco ese cuadro sindical que teníamos años atrás”, dijo María Elena Deus, secretaria ejecutiva en la Empresa de Bebidas y Refrescos de la capital.

¿Será verdad que se perdió aquel hombre o mujer, confianza absoluta de su afiliado?, me pregunté y no pude menos que recordar no pocos compañeros de ahora, con virtudes y defectos, con sensibilidad a toda prueba y con amplio dominio del ABC del dirigente sindical, quienes de cierta manera ponen en entredicho algunas ideas expresadas por los entrevistados.

Según opiniones recogidas, y sin ser absolutos, hoy muchos sindicalistas actúan con menos desenfado, “como si hubieran pasado un curso y dirigieran de acuerdo con el manual académico; pero quien está al frente de un colectivo no puede ser encartonado, tiene que vibrar a la par de su trabajador”, dijo alguno y otro fue más lejos al asegurar que faltan auténticos líderes sindicales.

Recordé entonces a aquel dirigente de un sindicato nacional que al llegar a un central azucarero en Camaguey saludaba uno a uno, por su nombre, a todos los trabajadores que encontraba a su paso, los que a su vez le reciprocaban con regocijo.

Los saludos duraron más de una hora. ¿Y tu hijo, cómo está? ¿Y tu mujer?, preguntaba; y a otros recordaba la partida de dominó que tendrían esa noche. “Caramba, por este hombre esos trabajadores son capaces de darlo todo”, me dije ante el espectáculo que presenciaba.

Ganarse su espacio a fuerza de protagonismo

“El dirigente sindical debe ganar su espacio a fuerza de trabajo y protagonismo”, dijo Pedro Barrera Osorio, secretario del buró sindical en la Empresa Eléctrica de Las Tunas.
“El dirigente sindical debe ganar su espacio a fuerza de trabajo y protagonismo”, dijo Pedro Barrera Osorio, secretario del buró sindical en la Empresa Eléctrica de Las Tunas.

“El sindicato y sus dirigentes deben ganarse su espacio a fuerza de trabajo y protagonismo, y lograr un lugar en la toma de las principales decisiones de su centro, y que estas sean de conjunto con las administraciones, pues el acompañamiento de todos los factores es imprescindible para alcanzar las metas”, comentó Pedro Barrera Osorio, secretario del buró sindical en la Empresa Eléctrica Provincial de Las Tunas.

“Antes dábamos cosas materiales, ya no, de ahí que ahora el dirigente sindical tiene que ser carismático, conversar más con la gente, atenderla. Ese es el que queremos, pero en eso hemos decaído bastante”, agregó.

“Un propósito fundamental hoy es lograr una verdadera motivación de los trabajadores, lo que se agudiza en sectores como el nuestro, educación. En mi centro aplicamos iniciativas, visitamos a los enfermos, estamos al tanto de todas sus inquietudes. Para obtener un buen resultado en esa tarea es fundamental un buen dirigente sindical”, indicó Hilda Dolores Cervantes Parra, auxiliar pedagógica y secretaria de la sección sindical en la escuela especial La Edad de Oro, en Holguín.

Manuel Martínez es jubilado y a la vez miembro del Comité Provincial de la CTC en Las Tunas, y considera que quien esté al frente de una sección sindical con jubilados tiene que defender el derecho de estos a continuar sintiéndose útiles y tenidos en cuenta, “que interiorice el reto que significa la actual tendencia al envejecimiento de nuestra población, solo así podrá encauzar certeramente a un jubilado”.

El ya cercano Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba tiene entre sus objetivos reedificar la arquitectura del sindicato, en lo que —a no dudarlo— es fundamental el debate sobre el tipo de dirigente que necesitamos, independientemente de que por sí solo un evento no logra lo que muchos años de labor no pudieron.

Ciertamente en los tiempos que corren se evidencia con frecuencia un rechazo a asumir puestos de dirección, fenómeno al que no es ajeno el movimiento sindical. Sin embargo, creo que mientras más la persona se parezca a ese sindicalista que añoramos, menos se negará a representar a su colectivo, y con más entusiasmo asumirá su responsabilidad.

Mi profesor, aquel que nos enseñaba que la dirección es arte y ciencia, siempre aseguró que la ciencia está en los libros, en el conocimiento, mientras que el arte se traslucía en la impronta de hacer las cosas con gracia, en el embrujo que convierte a un artista en mejor que otro, en saberse desdoblar sin perder naturalidad y frescura.

¿Hará falta magia para dirigir un colectivo obrero?, pregunté en una ocasión a Luis Martell Rosa, el mismo dirigente que un día llegó al citado ingenio camagüeyano, conocía por sus nombres a todos los trabajadores de la industria, y quien por la noche comía o dormía en la casa de alguno de sus obreros. “No, me respondió, hacen falta otras cosas”. Y comprendí entonces cuál era su arte.

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