Los adalides del capitalismo global han decretado la muerte de la televisión y la radio públicas. La más descarnada lógica comercial vertebra las propuestas de los medios en buena parte del mundo. Pero el modelo público de radio y teledifusión resiste en muchos países. Hay que decirlo: es la garantía de reflejar el más auténtico acervo de nuestros pueblos, la posibilidad de que la cultura se manifieste en toda su pluralidad, la reivindicación de los derechos y demandas de las clases populares. La radio y la televisión son bienes públicos y deben estar sustentados por políticas de Estado que trasciendan vaivenes políticos e intereses mercantiles.
La experiencia de Cuba es singular dentro del concierto latinoamericano. Es el único país de la región que excluye medios privados. Pero los retos de nuestras televisoras y emisoras de radio son en sentido general los de la red pública de estas naciones. En un mundo que avanza hacia la convergencia mediática, el imperio de las nuevas tecnologías, la multifuncionalidad y la interacción, los espacios “alternativos” de comunicación tienen que reinventarse. La radio y sobre todo la televisión en Cuba tienen también que repensar sus formas de producción, sus estándares de calidad, su espectro temático. Es la demanda de millones de ciudadanos que todavía asumen esos medios como la principal ventana al mundo, como fuente principal del consumo cultural e información general.
Desde el punto de vista de la variedad de contenidos y la profundidad de los mensajes, nuestra televisión es una de las mejores del mundo. Muchos lectores pondrán en duda esa afirmación: criticar a la televisión es uno de los pasatiempos nacionales. Pero pocas televisoras en el mundo ofrecen un abanico tan amplio y multicolor de propuestas, en el que coexisten los productos de alto vuelo cultural —elitistas, dicen algunos—, manifestaciones populares y de puro entretenimiento, programas orientadores y de promoción, una parrilla cinematográfica de amplísimo alcance, una programación deportiva permanente.
Algo sí es evidente: nuestra televisión tiene todavía grandes deudas formales. No tanto con lo que dice, sino más bien en cómo lo dice. Es todavía una televisión encorsetada, aburrida, en ocasiones francamente chapucera, demasiado didáctica, poco sutil, extremadamente “seria”, con deficiencias técnicas, insuficientemente implicada en las rutinas y los sueños de los televidentes, poco incisiva, a veces monótona…
A la radio le va un poco mejor en algunos de estos aspectos (al menos llega a ser más dinámica y fresca), pero comparte buena parte de estos problemas.
La televisión y la radio, está claro, tienen que informar, orientar, educar, promover valores… pero primero que todo tienen que entretener. Durante años, de manera tácita, se ha subestimado esa misión de los medios de comunicación. Incluso, se ha llegado al extremo de considerar que el entretenimiento es un pecado, indigno de una televisora respetable y “cultural”. El pecado, en todo caso, debería ser la banalidad rampante y reaccionaria (de la que nuestra televisión, por cierto, a veces no puede escapar), pero es posible hacer una programación más atractiva, espectacular, sin que se resientan los otros cometidos.
La desprofesionalización y la falta de capacidades y gusto de algunos de los técnicos y creadores también hace mucho daño. La aspiración debería ser que la televisión y la radio contaran con los mejores, pero eso pasa por una dimensión económica que ahora mismo resulta conflictiva. Hay que tenerlo claro: hacen falta recursos, no bastan las buenas intenciones. Eso sí, hay que ser más creativos en la administración del dinero con que se cuenta, hay que remover obstáculos burocráticos, hay que agilizar procesos productivos.
Todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de una televisión mejor. Lo difícil es aunar las soluciones, establecer qué televisión queremos. Obviamente, es una misión titánica que tienen que asumir los directivos, los creadores y los técnicos. Hay voluntad, eso es evidente al escuchar a los trabajadores de los medios. El Festival de Radio y Televisión Cuba 2013 fue escenario para muchos planteamientos. Hace falta que se acaben de concretar los pasos.
A veces somos superlativos. ¿Sobre qué base sostiene la redactora que la tv y la radio cubanas son las mejores del mundo? ¿a caso monitorio por un tiempo prudencial una buena muestra de la tv y radios públicas y privadas del mundo para plantear esa «valoración»? So es así, válido, pero me temo que no, solo es oídas de otros que han viajado a uno o dos países y sostienen ese criterios que la mayoría de las veces no está cimentando en valoraciones de estudios comunicológicos, por lo tanto con desconocimiento supino de lo qué es hacer tv y radio. No creo que la tv y la radio de mi país sean malas, cierto que hay propuestas interesantes y otras pedestres, pero eso sucede en todas. La tv cubana, sobre todo, escapa de la publicidad rampante e incómoda que algunas tv del mundo, digo algunas, porque no todas abusan de los espacios publicitarios, que por demás desde el punto de vista de la comunicación tiene sentido. No obstante, independientemente de lo austeros de recursos que tiene la tv cubana, hay ingenio, buenos realizadores, intentos de búsqueda, gente incómoda que le gusta trabajar y hacerlo bien, que de tener los recursos suficientes o necesarios sería algo maravillosos. Ahora bien, debe cambiar la tv cubana, ajustarse más a los cánones, buscar entretener más, aún la tv cubana no logra programas de impacto para los fines de semana, no está el show, en fin. Los noticieros se deben de modificar y no parecerse; tener más revistas de variedad, espacios para jóvenes diferentes. En lo personal hay muchas cosas que me agradan de la tv, pero esas mismas quizás no le agraden a otros, de ahí lo complejo de hacer televisión. pero entretenimiento y dinamismo le falta.
Creo muy interesante el enfoque de la periodista y coincido muy mucho con ella, pero he de decir que difiero o al menos no coincido con algunas cuestiones.
1. De que sea la mejor o no del mundo, que este entre las mejores por su programacion, quien sabe, quizas si, pero sino atrae es como si nada. En ello influye el factor mecanico. Que quiero decir, falta mucho de creacion, eso no esta presente practicamente y por malas que sean en casi ninguna de la televisoras en el mundo, llamse publicas o privadas.
2. En el mundo apenas existe la TV publica y en algunos lugares, por lo general responde a los intereses de quien esta en el poder, es decir cuando tienen una «subvencion estatal» muchas veces aumidas por los televidentes, porque el derecho a ver la TV publica en muchos paises se paga, incluso se hacia asi en los ex paises socialistas, de ello siempre se libro nuestra TV. Spuestamente si es publica no deberia, me refiero al extranjero, tener anuncios pagados, sin embargo los tiene porque de hecho es un negocio, igualmente censurado, cuando no responde a ls intereses, algo que ya exprese ates.
3. La TV cubana, he ahi porque es constantemente criticada – no tiene que competir, porque son otros los intereses, pero debe hacer cosas y se pueden hacer aun con bajos presupuestos, nuestra >Tv repito no tiene ni puede competir, porque los intereses no son los mismos.
Porque se critica tantisimo nuestra TV, simplemente porque todo esta incasillado y ya no me refiero a la mesa redonda, para ubicar un ejemplo concreto, incluso los programas comicos o un «Entre ud. y Yo», o el programa 23 y 12, tambien Palmas y Canas y otros que bien sabemos. No se ofendan para nada los mencionados. Alguns de estos se pueden hacer inclus en vivo, pero ya nos hemos acostumbrado a grabar, y despues editar bajo el supuesto de mejorar la calidad (???) no sera por otras razones impositivas???, para que no vaya a ocurrir nada.
4. La TV se concentra en facilismos sobre todo repetitivos. Tambien en «poner» en espacios de un extraordinaria audiencia novelas de bajo presupuesto, rociadas de multiples bondades, los vinculos entre el bueno y el malo, galanes de pacotilla, exhibisionismo premeditado de «ciertas» bondades ajenas a nuestra pretension. Incluso hasta las fabricadas buscan un corte donde tratando de «hacer» de la realidad cotidiana un factor critico, embadurnan de malos ambientes las entes de las personas. ultiples criticas he escuchado.
5. La variedad, ese es otro de los asuntos; cual variedad. Nos aplastan con programas de corte educativo, que mucha gente ni ve y se malgasta el tiempo televisivo que es oro. Busquese el raiting y se vera. A todo ello compite, toda la basura que se importa por individuales, que pone y llena de gozo a mas de uno, como son las noveletas baratas, seriales de poco valor, reality show, como esos que andan rondando y que recientemente vuestro colega JR publico un articulo, respecto al cual di mis opiniones, pero que cayeron en el vacio. Ello ocurre porque el propio periodista que es sensor en mas de una ocasion se ajusta a su razon, como si fuese un Dios Todopoderoso y su opinion fuere lo mejor y los que no coinciden se les corta el derecho.
Si esa TV publica, sin costo que tenemos aun en Cuba, no cambia, no establece determinados parametros, no se sumerge en los mecanicismos absurdos, no es mas de la calle, mas reportera, mas eficiente y critica. Digo perdon mas de la calle porque los reporteros han de andar buscando y hurgando en todo aquello sobre lo que la gente tiene consideraciones y suele esconderse, como por ejemplo mercados supuestaente abarrotados o no eso mucho de lo que supuestamente se ha de producir y despues no hay nada, hay algun que otro reportero, no se porque lo hace y lo logra, salva algo, pero lo demas es puro de fantasia, y la TV se convierte en Television de estudio
Gracias