En la Sala de Neonatología del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, profesionalidad y entrega conspiran para conferir a los servicios que allí se ofrecen un lugar notorio dentro de la medicina cubana.
Con un 97 por ciento de sobrevivencia de los recién nacidos, el colectivo cumple con las exigencias del trabajo y está respaldado por una tecnología de avanzada como complemento significativo de su labor.
La presencia de neonatólogos espirituanos en escenarios de debate, dentro y fuera del país, demuestra las capacidades inherentes al personal encargado de garantizar el bienestar de cada bebé nacido en estos predios.
Varias directrices investigativas cumplen los especialistas para extremar los cuidados del infante, discuten en eventos científicos cuestiones relacionadas con la implementación del método “mamá canguro” y sus repercusiones satisfactorias en el crecimiento, los cuidados al neonato de entre 1000 y 1500 gramos, las complicaciones asociadas a la ventilación y el desarrollo favorable de los niños prematuros.
Según declaraciones a la prensa de la doctora Migdiala Soria Díaz, especialista de primer grado en Neonatología y jefa de este servicio en el hospital espirituano: “Basta un mes y medio para que los niños con un peso por debajo de lo normal alcancen la medida requerida. Antes necesitábamos hasta tres meses para conseguir tales resultados; ahora, el cubículo de `piel a piel´ resulta de gran ayuda para acelerar la recuperación de los recién nacidos, en eso influye sobremanera el roce constante entre madre-hijo y la lactancia materna exclusiva, propios de ese método”.
Con unos 550 ingresos desde inicios de año hasta la actualidad, la Sala de Neonatología suscribe logros en la prevención de la ceguera infantil por Retinopatía de la Prematuridad y en la aplicación del Surfacen a los pacientes préterminos que padecen la enfermedad de la membrana hialina o síndrome de dificultad respiratoria, dado el incipiente desarrollo de sus pulmones.
Sin dudas, la cifra de 2.9 fallecidos por cada mil nacidos vivos deviene fruto esencial del quehacer incansable de los especialistas espirituanos, cuyo trabajo valió para ubicar a esta central provincia como la de menor tasa de mortalidad infantil en 2012.