Por Fernando Rodríguez Sosa
La figura de Sor Juana Inés de la Cruz ha sido motivo, a lo largo de los últimos tres siglos, de controvertidas polémicas. Se sustentan tan encontradas opiniones en las ideas expuestas por esta monja jerónima mexicana, quien osadamente para los códigos de su época llegó a autodefinirse como “la peor de todas”.
Los estudios que se han dedicado a reivindicar a Juana de Asbaje son numerosos. Textos que, en equidistantes latitudes del mundo, se encargan tanto de revisar críticamente su legado como de explicar pasajes de una vida marcada por la fe religiosa y la defensa de su propia individualidad como mujer.
Una de esas investigaciones que, cuatro décadas después de su escritura mantiene su lozana vigencia, lleva la firma de Mirta Aguirre. Se trata del ensayo titulado Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz (Editorial Letras Cubanas, 2012, 112 pp), ahora aparecido en ocasión del centenario del natalicio de su autora.
Con este texto, Mirta Aguirre fue galardonada, en 1974, con el primer premio del concurso internacional que, sobre la vida y la obra de la religiosa, convocó la Secretaría de Obras Públicas de México, con el fin –según dictamen del jurado— de que “la juventud conozca la importancia de Sor Juana en la historia de la literatura mexicana”.
En Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz se analiza, mediante una profunda documentación sobre el tema y a través de los propios textos de la monja, no solo sus ideas, sino también el entorno de la sociedad intolerante en que transcurrió la vida de una de las más altas voces de los Siglos de Oro en el Nuevo Mundo.
Revelador resulta, por ejemplo, este pasaje del ensayo, en que Mirta Aguirre explica el sentido de algunos de los textos de Sor Juana:
Basta revisar los villancicos dedicados en 1677 a San Pedro Nolasco para constatar cómo Juana Inés de la Cruz tomaba en cuenta, en su obra popular, a todos los dispersos elementos de la sociedad mexicana de su tiempo, en un esfuerzo de integración a través del lazo de una misma compartida fe.
Por el mejoramiento de la suerte de los indios y los negros se había interesado el virrey Paredes y Laguna; pero los citados villancicos de Sor Juana anteceden muchas veces a su arribo a México; y si no es posible atribuir a ella la actitud del gobernante hacia los más miserables e infelices habitantes de la Nueva España, no es absurda la hipótesis de que la monja lo alentase en ese camino.
Todos estos perfiles de la personalidad sorjuanina constituían notas disonantes. Cierto era que Lope de Vega, que Luis de Góngora y otros reputados poetas, habían escrito a lo indio y a lo negro; pero no habían llevado las cosas al extremo que Juana Inés, y lo habían hecho en otra parte, no agitando la cuerda en casa del ahorcado.
Complementan esta nueva edición del texto, otros materiales que enriquecen su lectura. Se reproducen varios documentos relacionados con el citado certamen mexicano, así como una síntesis biográfica de Sor Juana Inés de la Cruz y una bibliografía mínima acerca del tema.
Ensayista, poeta, crítica, Mirta Aguirre (La Habana, 1912-1980), quien ejerció por décadas la docencia universitaria, desarrolló una intensa actividad en la prensa, fundamentalmente en el diario Hoy, órgano del Partido Socialista Popular, en que tuvo a su cargo la sección de cine, teatro y música.
Entre sus libros publicados se encuentran ensayos imprescindibles para el conocimiento de la literatura universal –como El romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo (1973) y La lírica castellana hasta los Siglos de Oro (1977)—, así como el volumen Ayer de hoy (1980), con una selección de sus versos y sus prosas reflexivas, y el poemario para niños Juegos y otros poemas (1974).
En esa bibliografía aparece Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz como uno de los estudios más conocidos, y reconocidos, de la autora. Oportuna, por ello, su nueva edición, que permite acercarse a las interesantes reflexiones que, con talento, oficio, maestría, dejó Mirta Aguirre para explicar la huella de quien trascendió su tiempo y se convirtió en todo un símbolo del mundo.