Desde muy pequeño Yamil sintió especial vocación por el deporte (judo), la aviación, el canto y la música. Pero con la llegada de la adolescencia, se inclinó más por el arte y se decidió por el complejo universo del espectáculo. Ya de joven, con la tenacidad y voluntad personal de quien apostó definitivamente por el futuro, nos sorprendió, con su orquesta, en el Café Cantante del Teatro Nacional de Cuba, donde realiza una exitosa temporada.
Me refiero a Yamil Torres Solís, el afectuoso muchacho que en junio del 2007 armó su banda, cuya solidez sonora, amén de su cálida y armoniosa voz, comenzó a trascender hace poco más de dos años tras su ingreso en la empresa provincial comercializadora de la música y los espectáculos Ignacio Piñeiro, con pegadísimos temas (salsa, baladas, canciones…) que giran en torno a sentimientos relacionados con la sociedad cubana de estos tiempos.
Y el éxito de Yamil y la Ética, como así se nombra su orquesta, se debe al interés de su director y cantante por la superación profesional y al amoroso empeño por incursionar, con originalidad y atrevimiento, en la fusión de elementos melódicos e instrumentales de diferentes expresiones latinas y afroantillanas como la cumbia, la bachata, el merengue, el calipso, el vallenato, el mambo, el rap y el jazz, entre otros, entretejidos a partir de la robustez rítmica del son.
A ritmo de tumbadora (Martin O. Rodríguez), güiro (Erodis López), trompeta (Jesús M. Durán), piano (Yoerkis Pérez, también director musical), bajo (Enrique Y. Aldama), batería (Arián Zayas) y trombón (Yuri Breff), Yamil estremece al público, levantándolo de sus asientos, convocándolo con la admirable respetuosidad de sus composiciones, en un desempeño que igualmente atrae por su espléndida sonrisa y el limpio timbre de su voz. Del escenario emanan contagiosos colores caribeños durante el espectáculo de casi dos horas de duración, en el que le acompaña Inés G. Uribarri, también joven y talentosa cantante.
Yamil baila frenéticamente, sin pausa, pieza tras pieza, con simpáticos movimientos eróticos sugeridos desde las arrolladoras ondulaciones de su cuerpo, coreografía que asume con el apoyo de dos atractivas bailarinas (Vanessa Rivero y Susej Rojas), que lo secundan en una suerte de ebullición tropical de hombros y caderas. Muy cerca de él, “revuelta” entre los bailadores, su madre Candelaria Solís, quien junto a Gumersindo Torres, su padre, apostaron por las sorprendentes aptitudes del hijo para el baile, el canto y la composición.
“Confiamos en su tenacidad, en su responsable enfrentamiento a las dificultades y en su empeño por la superación profesional. Y nos enorgullece verlo hoy, aclamada su música por los jóvenes y también por los que ya peinan canas. Ese era su sueño y lo hizo realidad”, aseveró Candelaria.
Según el joven músico, su agrupación “se define como exponente de la música contemporánea y tradicional cubana. Nuestro objetivo es satisfacer las necesidades musicales y estéticas de nuestro pueblo, sin chabacanerías, en contra del mal gusto, y tratando de autentificar un estilo particular de hacer el son, la salsa y otros géneros que forman parte de nuestros ritmos autóctonos”. Muchas de sus piezas están inspiradas en el amor que profeza por sus pequeños hijos Yamil y Kevin.
Entre sus números más sonados se encuentran La rompecorazones, Lo que pasó ya pasó, El temba, La ética y El corazoncito, todos de su autoría, así como la simpatiquísima salsa titulada El pollo, de Rodny Serrano Díaz (Bartolo), experimentado director artístico y compositor musical, quien le ha brindado al grupo incalculable apoyo desde los primeros años de su fundación.
En total, cerca de 20 títulos integran el repertorio de Yamil y la Ética, la mayoría de ellos pertenecientes a la firma de su director, aunque igualmente son aplaudidas sus interpretaciones de obras de otros reconocidos creadores como Juan Almeida Bosque (El traguito), Pablo Milanés (Yolanda), Polo Montañez (Montón de estrellas), Joseíto Fernández (Guantanamera) y Dámaso Pérez Prado (Mambo).
“Admiro el interés de Yamil por complacer a todo tipo de bailador, con música cadenciosa y llena de contenido, auténticamente nacional, que tiene que ver con el acontecer de cada día”, dijo Bartolo; en tanto Reinaldo R. Uribarri, representante de la agrupación, enfatizó que “el objetivo esencial del grupo es llegar al corazón de cada bailador con respeto y sabor cubano”.
Yamil destacó que los integrantes de su orquesta “en su mayoría jóvenes graduados en diferentes academias de música y otros provenientes de prestigiosas agrupaciones profesionales, han tenido la oportunidad de compartir escenarios con afamadas orquestas”.
¿Y por qué Yamil y la Ética?
“Yamil, como bien sabes, es mi nombre, y lo de la ética, viene porque esa es la filosofía que debe prevalecer en todo músico. Para nosotros, incluyendo a nuestro valioso técnico de sonido, Eraiser Álvarez, la música es un arte, para el cual trabajamos con esmero, respeto y amor”, enfatizó el audaz y simpático músico.