Tras la instauración de la independencia política, fruto del vigoroso accionar de los movimientos de liberación nacional surgidos al término de la Segunda Guerra Mundial y de la solidaridad internacional que estos concitaron, los pueblos de África vieron desaparecer gradualmente las huellas de la esclavitud, el colonialismo y el apartheid, y comenzaron a transitar el camino hacia el bienestar que es posible en un continente privilegiado por su importancia geográfica, sus recursos naturales y la pujanza de los hombres y mujeres que lo habitan.
Ante los jóvenes Estados que a partir de la década de los años 60 se unieron al concierto de naciones libres, encabezadas por líderes históricos que marcaron al continente negro con su ideario, se impuso la tarea de erradicar la herencia dejada por el dominio de las potencias imperialistas.
Los mayores retos para los pueblos africanos y sus noveles gobernantes provenían del subdesarrollo, la pobreza, la expoliación económica capitalista, la segregación racial, las divisiones étnicas y los conflictos por la no delimitación de fronteras. Muy difícil resultaba resolver la falta de fuentes de empleo, desarrollar los precarios servicios de educación y salud, construir viviendas y lograr la funcionalidad de sociedades secularmente caracterizadas por el abandono y el desorden administrativo.
La influencia de adversas coyunturas internacionales, sumadas a la aparición de conflictos políticos, económicos y sociales internos —mayoritariamente propiciados desde el exterior—, a los que se sumaron enfrentamientos tribales fratricidas y golpes de Estado, han obstaculizado un proceso de desarrollo estable en esta región del mundo con una superficie total de 30 millones 272 mil 922 kilómetros cuadrados y una población cercana a los mil millones de habitantes.
Para contribuir a hacer realidad los anhelos y esperanzas de Kwame Nkrumah, Ahmed Sekou Toure, Julius Nyerere, Jomo Kenyatta, Leophold Sengory, Agostinho Neto, y otros grandes próceres de la independencia, el 25 de mayo de 1963 fue fundada en Addis Abeba la Organización de Unidad Africana (OUA), reemplazada el 9 de julio del 2002 por la Unión Africana (UA), integrada por 53 países.
Al conmemorarse el medio siglo de la constitución de la OUA como organización regional, su saldo positivo confirma la validez de los principios que le dieron vida y que estaban enfilados a la total erradicación del colonialismo y el neocolonialismo, la preservación de la paz, la promoción de la unidad, la integración económica y política, el fortalecimiento de la cooperación y la solidaridad entre los estados africanos.
Hoy la UA reafirma y amplia estos objetivos con el propósito de enfrentar los desafíos que imponen las nuevas circunstancias históricas, las apetencias neocolonialistas de los centros de poder imperialistas, y los intereses geopolíticos y militares, rediseñados por Estados Unidos para el África Subsahariana.
Entre las aspiraciones de la UA se incluye la creación de una zona de libre comercio, que implique unión aduanera, mercado común, un banco central y la existencia de divisas compartidas, que permitan consolidar la añorada unión y dar paso a la formación de la Comunidad Económica Africana, con la circulación de una moneda única a partir del año 2023.
La mayoría de los medios de prensa capitalistas, al servicio de las empresas transnacionales, suelen ocultar los progresos y avances que desde los albores de la emancipación del colonialismo se han producido en África; solo reflejan sus crisis económicas y humanitarias, hambrunas, desastres naturales, pandemias, rivalidades étnicas, guerras intestinas y otros males, mientras obvian los avances en las esferas de la salud, educación y desarrollo humano, reconocidos por organismos internacionales.
Cuba, unida a los hermanos africanos por lazos históricos, afectivos y de sangre, celebra con regocijo el Día de África y les reafirma su solidaridad, forjada a través de la desinteresada contribución a la defensa de la independencia de sus pueblos y de la colaboración médica, educacional y deportiva con centenares de especialistas, un aporte que también se ha materializado en la formación de miles de jóvenes como técnicos y profesionales en diversas disciplinas, de más de medio centenar de países del continente.