Se notaba en los demacrados rostros de los eslovacos, que, sabían, no aguantarían 30 minutos más. Y no resistieron ni uno. A los 50 segundos de la prórroga un heredero maldito, de nombre Harry Kane, remató con un cabezazo la faena iniciada por Bellingham, que le dio vida a Inglaterra y, de paso, salvó la cabeza de Southgate. Continuar leyendo