Ni un solo acto de los gobernantes de Israel evidencia su disposición a la constitución de un Estado palestino independiente, con Jerusalén Oriental como capital, considerada por los sionistas como su capital eterna e indivisible, ni a la liberación de los miles de presos políticos, al derecho al retorno de los millones de refugiados de la diáspora y a poner fin a la colonización de sus territorios, derechos exigidos por la parte palestina para rubricar un hipotético acuerdo de paz. Continuar leyendo