El destino de Tania Ortiz cambió completamente una tarde de 1975, cuando un cazatalentos de aquellos que iban a buscar a sus atletas por los más intrincados vericuetos de la geografía nacional llegó a su Vertientes natal, en Camagüey, y casi por casualidad supo de una niña que tenía aptitudes para ser voleibolista Continuar leyendo