Dos minutos después del pitazo inicial Brasil hizo delirar las 80 mil almas que albergó el Maracaná. Fred, desde el suelo y con frialdad, abría el marcador y España sentía por primera vez, en años, la premura de la derrota respirándole en la nuca. Era la premonición de lo que sería el partido. La final… Continuar leyendo