Un periódico es obra de mucha gente

Por: Yuris Nórido

Jorge Luis Canela Ciurana dirigió el periódico Trabajadores en dos períodos: entre 1986 y 1992, y desde 1994 hasta el 2011Jorge Luis Canela Ciurana dirigió el periódico Trabajadores en dos períodos: entre 1986 y 1992, y desde 1994 hasta el 2011. “En la primera etapa nos tocó el cambio de formato: de la ‘sábana’ al tabloide, justo cuando nos mudamos de la antigua redacción en la calle Virtudes al poligráfico Granma”.

Canela no se esperaba la designación, fue una sorpresa. “Pero una sorpresa muy agradable. Me reencontré con rutinas que ya había vivido en mis años en el periódico Adelante, en Camagüey. Las noches en vela, las comidas aplazadas, los cambios a última hora, el olor a tinta…”

Jorge Luis Canela es un periodista de la vieja escuela, de esos que asumen su profesión como si fuera un sacerdocio. Pasaba días sin ver a sus hijos, porque los horarios no coincidían. “Solía llegar a la casa después de la medianoche. Pero tenía muchos incentivos”.

Y retos, obviamente. “Los momentos más difíciles eran cuando había quejas por los trabajos críticos que publicábamos.

Siempre asumimos la crítica con mucha responsabilidad, con sentido de la ética, tratando de no herir susceptibilidades. Pero mucha gente no comprendía el rol de la prensa y más de una vez el tono de los reclamos fue muy serio. “Siempre pretendimos distinguir al periódico por esa capacidad de hablar de los problemas de los trabajadores, de los ciudadanos. Claro que ese es un ejercicio complejo, que hay que asumir con mucha profesionalidad. Logramos reunir a un equipo cohesionado y comprometido. Esa es una de mis satisfacciones”.

Más de una vez, durante la dirección de Canela, el líder de la Revolución Fidel Castro elogió el trabajo del periódico. “Yo me sentía siempre muy orgulloso, porque el periódico era sangre que corría por mis venas. Pero nunca lo asumí como un elogio personal.

“Un periódico es obra de mucha gente. Al director le corresponde, por supuesto, aunar voluntades, aglutinar al colectivo, aconsejar, atender inquietudes, velar por los enfoques… Pero la obra mayor es de todos los trabajadores”.

Canela no puede leer el periódico cada lunes como un espectador imparcial. “¿Cómo hacerlo, si Trabajadores es parte de mi vida? Ahí tengo todavía excelentes amigos, personas a las que quiero como si fueran mi familia”.

De tantos años de entrega, extraña sobre todo la posibilidad de hacer periodismo. “Tengo necesidad de escribir, a veces me despierto por la madrugada con una idea, que no me abandona en todo el día. Añoro el ajetreo de la redacción”.

Está visto: para algunos —para Jorge Luis Canela— el periodismo no es solo oficio; es elección de vida.

La gran lección

Por: Magali García Moré

Trabajadores fue, y sigue siendo, una de las cosas de mayor importancia que me ha tocado hacer en este más de medio siglo vivido en Revolución. Me pareció más que una sorpresa, un gran susto. A pesar de que había pasado un quinquenio como dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, estar al frente del periódico me parecía que iba más allá de lo que yo podía asumir. Mi trabajo en el Granma había transcurrido en un vertiginoso y enriquecedor proceso de aprendizaje, en el que se unieron la práctica y los estudios universitarios.

Trabajadores, cuyo perfil muchos encontraban estrecho e incapaz de poder ser sobrepasado, resultó un descubrimiento, no solo en el abordaje de temas variados y con una mirada siempre renovada, sino porque posibilitó que encontrara la llave maestra de cualquier directivo: lo fundamental radicaba en las relaciones con el colectivo a la hora de trazar los objetivos y plasmarlo en un trabajo que requería del esfuerzo de todos. Esa fue y sigue siendo la gran lección de Trabajadores.

El inicio fue difícil. Nos sentíamos a veces como un medio menor, al que casi nadie reconocía el papel que debía cumplir en el conjunto de los medios impresos que ya existían en el país. Muchos lo veían como el “boletín” de la CTC.

Lo primero era fortalecer el criterio de que el papel de la CTC debía constituir un punto de partida. Ese debía ser nuestro más sólido fundamento.

Los temas de la producción, la emulación, la protección e higiene del trabajo, los aspectos de la ciencia y la técnica desarrollados por los innovadores y racionalizadores pasaron a ocupar espacios importantes en sus páginas. Y las cartas con los planteamientos y denuncias de quienes no recibían atención de las administraciones encontraron la justa y merecida orientación.

En cada subsiguiente etapa el periódico, con sus cambios de formato, número de páginas y frecuencia de salida ha tratado de mantener su perfil. La tecnología lo ha hecho renovarse cada día y llegar hasta donde nunca pudimos imaginar entonces.

Pero lo que le permitirá perdurar está en el afán de su colectivo por mantener su responsabilidad para con la mayoría de nuestro pueblo: los trabajadores, en el continuado esfuerzo por consolidar un proyecto social que busca fortalecer su difícil camino.

Encontré un colectivo unido y dispuesto a todo

Por: Felipa Suárez Ramos

Frank Agüero Gómez fue director de Trabajadores durante una de las etapas más crudas del período especial. Provenía de dirigir publicaciones militares (Bastión, Verde Olivo) y tuvo que adaptarse a las nuevas circunstancias en la vida civil.

“Antes de dedicarme al periodismo en las FAR ya tenía experiencia como reportero y dirigente en el semanario Mella y también en el diario Juventud Rebelde desde su nacimiento.

“Dirigir colectivos civiles, por tanto, no me era ajeno. Disponía, además, de algún bagaje sobre la vida sindical por mi labor de reportero, y por la vinculación con el Sindicato Nacional de Trabajadores Civiles de las FAR (hoy de la Defensa).

“Resumiendo, el cambio fundamental era de vestuario, pues principios, métodos y estilo de trabajo de dirección no eran muy diferentes. Requería, desde luego, profundizar en contenidos específicos en un momento histórico singular. Para ello conté con el apoyo del colectivo y de la dirección de la CTC y sus sindicatos”.

Recuerda perfectamente que lo emocionó la disposición del colectivo que encontró, “en Trabajadores una composición mínima por el período especial, razón que obligó a reducir la redacción del diario (ahora semanario) y reubicar a varios profesionales en otros medios y tareas. Pero el espíritu de unidad, forjado durante dos décadas y media, se mantuvo y contamos para ello con la labor mancomunada de la dirección, el sindicato, la Upec y el núcleo del Partido”.

Señala que “abundaba el coraje, sin distinción de sexos. Esa fue una época de cubrir eventos donde se utilizan como transporte las bicicletas, de ir a provincias a veces sin contar con el mínimo aseguramiento, o de trabajar hasta altas horas con escasa o ninguna alimentación. La redacción central contaba con una exigua cantidad de litros de gasolina para emplearlos en el a veces único automóvil de que se disponía, generalmente el último día de cierre (domingo)”.

En esa época “no era extraño ver a fotógrafos y reporteros llegar sudados, luego de largos kilómetros de pedaleo. El parqueo de ciclos del Combinado Poligráfico era de los más nutridos de la capital, con 24 horas de servicio.

“Para algunos lo que relato pudiera parecer melodramático, pero no olvidarlo debe ser una obligación de viejos y jóvenes, porque es solo un capítulo de la resistencia que nos trajo hasta aquí. El colectivo se creció en esos años. Todo ello merece recordarlo”.