
Raúl Trujillo no teme ser un hombre natural. Su obra es ampliamente conocida y triunfante, pero su legado humano y pedagógico está por encima del deportivo, aunque suene a blasfemia para los que abrazan y aplauden las conquistas de la lucha greco cubana.
Él se doctoró hace algún tiempo. Las coronas olímpicas de Mijaín López, Luis Orta e Ismael Borrero, entre otras muchas gestas, lo han catapultado a un espacio privilegiado de nuestra historia. Sin embargo, hace algunas jornadas recibió un título magnífico: el de Doctor Honoris Causa en Ciencias de la Cultura Física y el Deporte.
¿Cómo interiorizó tan significativo momento? ¿Lo equipara con sus mejores instantes a un costado del colchón? Que lo diga él mismo.
“Es un reconocimiento, único, muy relevante. Es un honor que jamás olvidaré, se lo debo a mi país, a mi pueblo y al sistema que me formó. Creo que trabajar para la obtención de medallas y recibir este galardón se vinculan. Es el resultado de mucho estudio, dedicación, preparación y éxitos”.
Aclara el profe que el reconocimiento, no obstante estar a su nombre es de toda la pirámide formadora de la lucha, que también se esfuerza en el afán de que los triunfos no dejen de suceder.
“Estamos unidos. Somos como una familia. Solo así hemos podido alcanzar metas que nos enorgullecen y quedarán para siempre.
“Ahora mismo recuerdo a mis entrenadores soviéticos y a otros que me formaron. No olvido a Alcides Sagarra y a Eugenio George. Dos de los grandes que ha dado este país”, aseveró.
Mientras conversamos, dentro del teatro de la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo, varias personas buscaron hacerse una foto junto a él, otras simplemente quieren estrechar su mano y desearle lo mejor de la vida, ¡sin duda se lo ha ganado!
“La noticia del premio me sorprendió. No lo esperaba. Es verdad que mi profesión me regaló lindos momentos, sin embargo, esto es como el premio Óscar”, apuntó mientras compartió un selfi con un admirador.
“Uno se imagina muchas cosas cuando le anuncian que recibirá una distinción o un premio, pero cuando vives el momento y lo que lo acompaña sientes un montón de cosas increíbles”.
Trujillo desborda modestia. No se cansa de repetir que las conquistas tienen un poco de todos. Sin esa unión sería más complicado.
“Sueño con que la lucha mantenga sus grandes resultados. Tenemos dificultades a la hora de entrenar. Ahora casi todos los muchachos del equipo nacional están preparándose fuera del país y yo estoy aquí. Aun así, seguimos y nos adaptamos a nuestro programa. Es un gran reto y lo asumimos”.
Ya casi tenemos que despedirnos. Resultó un milagro poder retenerlo casi por cuatro minutos, pues la fama y el prestigio que le escoltan son pesos que carga con sencillez.
“El amor que te brinda la gente de pueblo es único. Eso no tiene precio, lo juro”, sentenció, mientras un grupo de personas lo “secuestró” para fotografiarse con él.
Raúl Trujillo ha encumbrado a Cuba. Sus huellas, búsquedas y conquistas abrazan más fuerte la rica historia de nuestro deporte, que los elogios más elevados. ¡Felicidades, profesor, usted se doctoró otra vez! Pueden preguntarles al pueblo y a la vida. Incluso a la eternidad.