El rechazo solapado de algún empleador para darles trabajo a las mujeres que son madres o pueden llegar a serlo; la invención de requisitos sexistas que discriminan por edad, apariencia física, color de la piel y hasta del pelo, para admitirles en una plaza; el maltrato o acoso sexual de jefes y colegas, son algunos de los fenómenos que perviven en las tinieblas de nuestras relaciones laborales.
Estas y otras manifestaciones de violencia de género, un problema de derechos humanos en todo el mundo, no siempre son visibles y además resultan muy difíciles de demostrar, por su frecuente naturalización como algo “normal”, a consecuencia de la asimetría de poder que todavía existe entre mujeres y hombres.
A propósito del Día de los Derechos Humanos este 10 de diciembre, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) comenzará junto con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), una campaña cuyo sugestivo lema también debería aterrizarse en nuestros colectivos: Mirar para otro lado también es violencia.
Estas Jornadas contra la violencia de género y por los derechos humanos albergarán el propósito de contribuir a la actuación efectiva de las instituciones y sus profesionales en torno a la prevención, atención y enfrentamiento de una problemática que en Cuba tiene una alta prioridad y vigencia.
Como es sabido, desde el triunfo de la Revolución el Estado cubano ha implementado políticas encaminadas a promover los avances y la autonomía de las mujeres en la sociedad, sobre la base de la igualdad y equidad de género.
No por gusto fuimos el primer país en firmar y el segundo en ratificar la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, con un consecuente historial de apego a los tratados internacionales sobre derechos humanos.
Trascendentales hitos jurídicos y políticos afianzaron en los últimos cinco años tales derechos, entre los que podemos citar la Constitución de la República, el Programa nacional para el adelanto de las mujeres, la Estrategia integral para la prevención y atención de la violencia de género y en el escenario familiar, así como el Código de las Familias, la Ley de Salud Pública o el Código Penal.
Una importante y todavía poco mencionada legislación que en septiembre último cumplió su primer año de entrada en vigor es el Decreto 96 del Consejo de Ministros, en el que se establece cómo actuar ante situaciones de discriminación y situaciones de acoso en el ámbito laboral.
Darle seguimiento periódico al cumplimiento de esta norma y evaluar sus impactos podrían ser un buen ejercicio para el movimiento sindical cubano en aras de desterrar cualquier tipo de discriminación y violencia en el lugar de trabajo, en particular contra el sexo femenino.
Porque todas las organizaciones de nuestra sociedad civil deben acompañar y exigir que se cumpla esa manifiesta voluntad del Estado de tolerancia cero ante cualquier forma de violencia de género; en particular las que afectan desproporcionadamente a mujeres, niñas, niños, adolescentes, personas en situación de vulnerabilidad o a quienes manifiestan identidades y expresiones de género no hegemónicas.
El propio Cenesex reconoce, por ejemplo, que en los servicios de ayuda y consejería que prestan la FMC y esa institución aún se percibe la existencia de deficiencias en el abordaje de la violencia de género por parte de las instituciones estatales. El desconocimiento sobre sus expresiones; la debilidad en las acciones de prevención y en los mecanismos de integración, así como la integralidad de la atención para brindar una respuesta eficiente al problema, son algunas de las que se mencionan.
La heterogeneidad del entramado económico y laboral cubano en cuanto a formas de gestión y tipos de propiedad, conlleva además a nuevas miradas por parte de la CTC y los sindicatos a la exigencia del respeto y observancia de los derechos de todos los trabajadores.
Dentro de ese propósito la situación específica de la mujer trabajadora tiene que estar en el centro del análisis, para enfrentar y erradicar cualquier violencia o discriminación por motivos de género. Es inadmisible, definitivamente, mirar para otro lado.