“El artista ha contribuido a dejar su retrato, pero el verdadero lo esculpirá el tiempo… el tiempo, con la mano fuerte Del que Rige los destinos de los hombres y cubre a los privilegiados con la luz y a los condenados con la sombra”. Eusebio Leal Spengler, en palabras al catálogo de la exposición Fidel es Fidel (Memorial José Martí, agosto del 2014)
¿Es Roberto Chile alguien al que la vida premió y puso a prueba? ¿Un hijo de su tiempo? ¿Un hombre a quien el destino le deparó experiencias únicas? ¿Un privilegiado?
Ante él la vida parece latir sin aspavientos ni artilugios, con sus desasosiegos y enigmas. Con la palabra más franca, a pecho descubierto, y desnudando sus ojos como una voz única, narra un puñado de experiencias que todavía respiran: sus vivencias junto a Fidel.
“Es difícil separar al profesional del ser humano, sea artista, estadista, deportista… todo se conjuga. El Fidel que está en la memoria de quienes le conocimos y convivimos con él no habita en muchos de los jóvenes que no pudieron verlo en su plenitud”, afirma Roberto Chile mientras en el patio de su casa ultima un vaso de agua. Se reacomoda su inseparable gorra e infla las velas de algunos de sus mejores recuerdos.
“Hay personas que se olvidaron de aquel Fidel, del hombre de estampa imponente, con esa gallardía tremenda, que bajaba del podio y se iba a hablar con los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales. Entonces era jovial, humano, se conmovía ante el sufrimiento y se alegraba de la gracia de aquellos con quienes conversaba.
“El Comandante en Jefe era puro sentimiento, un hombre capaz de conmoverse hasta casi el llanto (nunca lo vi derramar una lágrima) y de reír a carcajadas como en aquel juego de beisbol entre Venezuela y Cuba, en el que él y Hugo Chávez fueron los mentores. Era un ser humano como somos todos, aunque cargara el gran peso de la historia”.
Nuestro entrevistado respira hondo. Afirma no sentirse un privilegiado, solo un producto de su tiempo.
“La casualidad me llevó a conocerlo, a que apreciara mi trabajo y decidiera que lo acompañara en su labor de estadista. Cuando me tocó, asumí que mi destino era, como dijo Máximo Gómez en su libro Mi escolta y otros escritos (Publicaciones del Consejo de Estado, 1986), seguirlo a todas partes sin reparos y sin miedo. Mi prioridad laboral fue acompañarlo, en cualquier circunstancia”.
“Nuestra fidelidad estaba a toda prueba. Confiaba en nuestra profesionalidad y en el sentido de la responsabilidad con que asumíamos el trabajo. Por disciplina y respeto entregábamos los materiales para que los viera antes de que fueran transmitidos, pero eso no ocurría siempre. Te puedo asegurar que las veces que sucedió, nunca mandó a cambiar nada, ni siquiera quitar o agregar una palabra. La explicación no es que nosotros fuéramos infalibles, sino en que él estaba abierto a nuestra versión”.
Una interrogante asalta el diálogo ¿En su obra existe alguna imagen o documental que lo haya dejado particularmente complacido, sobre todo por la manera en que resume a Fidel?
“La foto ideal o ese documental que presenta a Fidel en todas sus dimensiones es una obra que tendremos que lograr entre todos. No hay una imagen que por sí sola pueda resumirlo. Quizás con muchas fotografías o con muchos documentales y reportajes podamos acercarnos a lo que fue. No obstante, existen dos obras de mi autoría que jugaron un rol importante en su momento y han sido vetados para ser retransmitidos por la televisión nacional, se trata de Elogio de la virtud (2006) y Desafío (2011)”.
Roberto, perdón, Chile como se le conoce, asevera que una de las virtudes que más admiró de Fidel, independientemente de todas las que pueda tener y de los defectos que también tuvo, es su valentía, esa fuerza moral con que le partía de frente a cualquier problema.
“Jamás lo vi delegar un asunto cardinal en otras personas. En los momentos más difíciles, de victoria y de reveses, estaba él, lo mismo en la tribuna que en la televisión, donde fuere, enfrentando problemas como los angustiantes que tenemos ahora. La muestra más fehaciente la dio cuando fracasó la zafra de los diez millones.
“Cuando salía de viaje jamás esquivó a un periodista, le daba entrevistas a quien se la pidiera y se enfrentaba a un salón de reporteros donde podía haber cinco, seis, siete provocadores. Siempre respondía las preguntas que le hacían y jamás tuvo temor de defender la causa de la Revolución. Ese arrojo nos hace falta. No se trata de imitar, sino de tomar lo mejor y ponerlo en práctica”.
Son muchas las preguntas que flotan y absorben. La siguiente tal vez queme ¿Fidel era el gobernante autoritario que dicen o era un hombre conciliador que escuchaba opiniones contrarias a él?
“De eso pueden hablar mejor los dirigentes que compartieron su espacio político, pero en lo que concierne a mi trabajo hubo momentos en que discrepé y aceptó sugerencias nuestras.
“Durante una etapa del proceso revolucionario Fidel fue un solitario en la arena internacional. Llegó a participar en eventos como las Cumbres Iberoamericanas donde no había ni un aliado o simpatizante de Cuba, solo adversarios. En esas circunstancias contaba con la claridad de sus mensajes.
«Luego de ver las reacciones de la gente quedó claro para mi que Fidel puede ser una persona a quien admirar u odiar, pero a nadie deja indiferente. Recuerdo que en una de las visitas a México el expresidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) le confesó que le había dado a su familia la oportunidad de escoger con qué mandatario querían tomarse fotos y que todos dijeron Fidel. Él, por supuesto, aceptó”.
Nuestro entrevistado navega en su memoria sin miedos. Incluso se atreve a “desclasificar” detalles de un polémico suceso ocurrido durante la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, celebrada en Monterrey, México, en marzo del 2002. En esa ocasión el entonces presidente Vicente Fox pronunció aquello de ´comes y te vas´.
“No recuerdo haberlo visto particularmente disgustado por esa razón, su inconformidad la expresó en la conversación que sostuvo con el mandatario mexicano y que luego hizo pública. En general reaccionó con gran serenidad y hasta cierto sentido del humor, hay que ver el discurso donde habla del asunto. Sí recuerdo, en cambio, que cuando estábamos recogiendo para irnos vimos pasar la caravana de Estados Unidos. Algunos aseguran que George W. Bush iba asomado a la ventanilla de su auto. Evidentemente Fox tenía indicaciones de no hacerlo coincidir con Fidel en tiempo y espacio».
“Otra ocasión significativa en la historia del Comandante fue la batalla por el regreso del niño Elián González, afirma entusiasmado. Fidel se lo jugó todo, con una limpieza extraordinaria. Actuó con sabiduría, serenidad y confianza. Vale apuntar que no estuvo en el recibimiento que se ofreció a la familia en el aeropuerto porque no quería incrementar el estrés que ya tenían, especialmente el niño. Esperó a que estuviera aclimatado, en su entorno para ir a conocerlo.
“Recuerdo cuando se vieron por primera vez. Hasta yo estaba nervioso. Elián lo miraba como con miedo hasta que Fidel rompió el hielo, le regaló el libro de La Edad de Oro y una caja de bombones. Luego le dijo: “No te vayas a comer el libro y ponerte a leer los bombones”. Entonces el pequeño soltó una risa y todos respiramos aliviados.
“Por cierto, el Comandante indicó que nuestro equipo fuera el único que registrara las actividades más importantes de Elián, buscaba evitar lo sucedido en Miami, donde las cámaras y micrófonos lo seguían a todas partes. Siempre protegió al niño de esa sobrexposición para que pudiera retornar tranquilamente a su vida e integrarse a su patria, a su familia, a sus amigos».
En medio de la charla Chile recomienda a las nuevas generaciones que se acerquen más a la obra y al pensamiento de Fidel.
“Él será lo que las personas interpreten de él, no lo que nosotros queremos que piensen. Hay que dejar que las personas lean, escuchen, valoren, analicen…, sin fanatismos. La única responsabilidad que tenemos es divulgar lo que hemos hecho para que puedan conocerlo, que los materiales estén al alcance de todos y no en archivos herméticos, como a veces ocurre, de modo que los más jóvenes puedan valorar a Fidel y al pueblo que lo siguió y apoyó a la Revolución.
“¿Dónde están los libros de Luis Baéz? ¿Dónde están los documentales de Santiago Álvarez y otros realizadores que nos precedieron? ¿Dónde están los que hicimos nosotros que no se divulgan? Eso debe estar a la vista pública, que todos tengan acceso, como mismo tienen acceso a lo que se habla en contra de Fidel y de la Revolución.”
¿Cómo fue el trato de Fidel con tu familia? La consulta es revelada con rapidez.
“Las veces que coincidieron siempre fue deferente, tengo fotos de Fidel con mi madre, con mi hijo, quien me acompañaba en algunos actos. En una ocasión coincidimos en una actividad y ese día cumplía 25 años de casado con mi esposa, Vivian González. Alguien se lo comentó jocosamente y él precisó: La medalla se la merece su esposa porque él se pasa el tiempo conmigo, es ella quien está al cuidado de los niños y la casa. Fidel conocía de la importancia de ese rol en la familia y lo apreciaba.
“Me quedaron muchas fotos y filmaciones por hacerle, confiesa, pero sobre todo me quedó el recuerdo de alguien que, cuando se fue, se llevó una parte de mi espiritualidad. Con Fidel sentíamos siempre amparo. Con su partida perdimos un sentimiento que desde entonces está vacío.
“Queda la satisfacción de que valoró nuestro trabajo y supo apreciar la intención artística que llevaban, la cual se hacía evidente, sobre todo, por el uso de la música, por la manera de filmar, y por el empaque final”.
Quedan también misterios, dudas, criterios, nuevas preguntas.
“Fidel siempre evitó rodearse de una élite, prefería compartir con todo aquel que estuviera dispuesto a dar su vida por la Patria y la Revolución, a esos los consideraba amigos.
“No le conocí amigos de juergas ni de fiestas, y sí aquellos que le acompañaron en los momentos más difíciles de su vida, algunos trascendieron el compañerismo y llegaron a la hermandad.
“Fidel tuvo un gran amigo público, el más grande de todos: Hugo Chávez, quien se lo ganó por su postura revolucionaria, por su apoyo solidario a Cuba, por su rol como líder latinoamericano y también por su carácter jovial.
“Hubo otras personas por quienes sintió una afinidad intelectual y humana muy profunda, como Gabriel García Márquez y Frei Betto, pero cada amistad era distinta, ninguna se parecía a la otra.
“Sintió admiración, respeto, amistad y cariño por muchas personalidades de la cultura cubana, entre ellos Eusebio Leal, Silvio Rodríguez, Frank Fernández; y del deporte, como Ana Fidelia Quiros, Alberto Juantorena, y Javier Sotomayor, a quien acompañó en el momento más difícil de su carrera.
“Cuando estaba en el extranjero le gustaba regresar a Cuba. Una vez dentro, no puedo identificar un espacio por el que sintiera preferencia. Iba de un lugar a otro por razones de trabajo, estaba donde realmente tenía que estar, no para satisfacer su gusto personal o placer. Cuando viajaba era por necesidad imperiosa, por compromiso político o histórico.
“Nunca estuvimos en recorridos privados. Recuerdo que a inicios del período especial, cuando se organizaron aquellas movilizaciones de trabajadores administrativos a la agricultura, nos llamó a su despacho (a Pedro Alvarez Tabío y a mi) para explicarnos las razones por las que, durante un tiempo, prescindiría de nuestro trabajo, pues sentía pena de llegar con cámaras, luces y micrófonos a esos campamentos donde había personas lejos de sus familias, para luego salir con ellos en el Noticiero. Por eso prefirió que esos recorridos se realizaran con discreción, sin publicarlos.
“Cuando las brigadas médicas estaban en pleno apogeo, las despedía personalmente. El encuentro tenía lugar en el Consejo de Estado, cuando ya estaba listas para salir al exterior. Allí les ofrecía una panorámica de la situación del país que iban a visitar, de la labor que debían cumplir, los preparaba, era como una clase magistral. Todo eso se filmó y quedó archivado. No se divulgó. Hoy eso ofrece un material vastísimo para explorar aquellos diálogos”, apunta.
Chile precisa que todo lo que filmó está digitalizado: “Hay decenas de documentales y reportajes archivados, así como los originales de cámara en formato analógico. Todo eso se ha procesado y hoy forma parte de los archivos de Estudios Revolución. Ojalá algún día ese material pueda estar disponible para todos, especialmente para que las nuevas generaciones de periodistas e investigadores puedan apreciar facetas de Fidel que han sido poco divulgadas.
“Para la exposición Fidel es Fidel diseñé una pieza en bronce que replicaba la gorra verde olivo que usó el 28 de septiembre del 2010 en el último acto multitudinario donde participó. Es muy simbólica pues fue la única ocasión en la que usó esa gorra con la estrella solitaria.
«Al finalizar la exposición envié la pieza al Comandante con uno de sus hijos. Tiempo después, en septiembre del 2015, el italiano Gianni Miná me pidió acompañarle en su cobertura a la visita del papa Francisco a Cuba, y también que grabara su encuentro con Fidel, que devino última entrevista que concediera a un periodista extranjero.
«En esa oportunidad puede ver la pieza en la mesa del televisor de su casa, aquello me llenó de satisfacción y le pregunté: “Comandante, ¿le gustó la gorra?”. La verdad es que no recuerdo su respuesta, ya no importaba, que estuviera allí decía que sí”.
Si pudiera encontrarse con Fidel, ¿qué le diría?, la interrogante lo pone a pensar:
“Que se ponga el traje verde olivo y regrese, lo estamos esperando”, responde.
Además de su trabajo con Fidel, nuestro entrevistado realizó, produjo, dirigió y colaboró en otros audiovisuales sobre diferentes temas donde compartió roles con directores y periodistas de varios países, entre ellos estadounidenses, franceses, canadienses, alemanes y mexicanos.
“Hay un documentales realizado por un equipo de CBC, Radio Canadá, que se titula El hombre detrás del mito, estrenado en varios países en el 2015. En él soy el hilo conductor y aparecen entrevistados el comandante Guillermo García, Ricardo Alarcón, Martha Rojas, Frank Fernández, Elián González y su padre Juan Miguel, y muchos más.
“En el 2019 se estrenó Fidel de cerca, un documental biográfico sobre el Comandante donde compartí la dirección con los cineastas mexicanos Eduardo (Tato) Flores y Gabriel Beristáin.
“Antes había trabajado con el reconocido cineasta Oliver Stone en sus documentales sobre Fidel: Comandante, en el 2002; Buscando a Fidel (Looking for Fidel), en el 2003; y Castro en invierno (Castro in Winter), del 2012.
«Esos documentales son prácticamente desconocidos en Cuba. Esperemos que las personas puedan verlos algún día”.
“Hoy trato de sembrar amor donde quiera que esté, especialmente a mi familia y mis dos hijos. Daniel está despuntando como realizador audiovisual, recién terminó su quinto corto de ficción, el cual será estrenado en Cuba y ha previsto presentarlo en festivales internacionales del 2025.
“Además, estoy dándole mucha importancia a mi trabajo como fotógrafo. Sé que hay muchos mejores que yo, pero me gustaría aportar un granito de arena en ese arte.
“Sigo trabajando la fotografía documental, algunas tienen demanda, me las piden dentro y fuera de Cuba pues se han divulgado en forma digital o han sido empleadas en carteles y afiches. Esa es una de las alegrías mayores que tiene un fotógrafo, que alguna de sus imágenes le sorprenda en algún lugar”.
“En los últimos años he incursionado también en la fotografía conceptual. Comencé durante la pandemia y he podido exhibir algunas en el libro Donde anida la poesía, fotografías de Roberto Chile-veinte poetas cubanos (Ediciones Bachiller, 2024) que contiene imágenes mías con poemas escritos para la ocasión.
“En septiembre pasado festejé mi cumpleaños 70 con la exposición conVergencias, que también combinó imágenes con textos, esta vez décimas de Alexis Díaz Pimienta. La apertura de la muestra fue a lleno total en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional José Martí”.
Chile asegura que siempre asumió su trabajo con pasión, no como un compromiso laboral o político. Daba todo por una toma. No había cosa que le alegrara más que lograr la secuencia del momento más importante de un acontecimiento, y le afectaba en lo profundo perderla.
“Viví intensamente mi labor, la sentí como una aventura. Nunca me venció el cansancio, a pesar de haber trabajado mañana, tarde, noche y madrugada. El sueño casi me dominó en varias ocasiones, pero nunca el cansancio porque trabajar era una fiesta para mí, era la energía que me motivaba y me movía.
“Debo reconocer que conté con el apoyo de quienes dirigían el trabajo e hicieron realidad ese equipo con que había soñado Celia Sánchez. No puedo dejar de mencionar al doctor José Miguel Miyar Barruecos (Chomy), a quien debo buena parte de lo que soy; ni a mis inseparables compañeros de equipo: Salvador Combarro, el mejor amigo que tuve y tendré; Juan Matos y Leonardo Diago.
“No tenía, ni tengo, formación militar pero los compañeros de la escolta me aceptaron como uno más, por eso cuando nos vemos la alegría es tremenda, es como reencontrase con un hermano con el que compartes cientos de recuerdos. Ellos fueron leales a mí y yo a ellos”.
“En esta lista de agradecimientos no puede faltar mi esposa, compañera en el amor y retaguardia segura que me permitió entregarme al trabajo. Ella siempre ha estado, incluso cuando más falta hacía el padre en casa para cuidar a nuestros hijos”, apunta.
“Mi padre no pudo ver el trabajo que hice con Fidel, pero mi madre sí, vivía orgullosa de eso. Mi hermano fue quien me inició. Se lo agradeceré eternamente. Hoy mis hijos y mis dos nietos son la fuente de inspiración, todo lo que hago es pensando qué dirán ellos el día de mañana. Por eso trato de ser justo, consecuente, valiente. Intento decir sí a todo lo que creo correcto y no a lo incorrecto.
“Estoy con la Revolución, pero, sobre todo, estoy con el pueblo de Cuba, esa es la verdadera balanza. La Revolución es y será justa mientras cuente con el apoyo de la mayoría del pueblo, si pierde el consenso entonces hay que evaluar qué ha pasado”.
“Sigo siendo un hombre optimista que cree, a pesar de algunas dudas, que Cuba será mejor mañana. Espero que la humanidad perdure y que el mundo no se deje conducir de manera irremediable por el egoísmo y la irresponsabilidad”.
Con misteriosa nostalgia Roberto Chile cierra los ojos. Su voz, lenta y educada por los acontecimientos históricos que le ha tocado vivir, nos ha transportado a un tiempo que se niega a ser pasado, a una época que debe continuar en presente, como una constante y necesaria compañía.
“No sé si mi obra trascenderá, ni si mis audiovisuales y fotografías resistirán el paso de los años, pero creo haber cumplido con mi tiempo y con lo que en cada momento sentí”.
Epílogo
«El país atraviesa por un momento muy difícil. Aun así, muchos de nosotros seguiremos soñando, luchando, creando, sembrando amor. Yo, mientras tenga lucidez, fuerza y vitalidad, seguiré aferrado a la vida, sin perder toda la esperanza; unas veces menos encendido que otras, pero nunca apagado. Y como dije hace más de treinta años en mi poema “Cauces”:
Como el caballo alado
a galope
así me hunda en las escamas del planeta.»
Roberto Chile, La Habana, 29 de septiembre de 1954. Además de encabezar por más de 25 años el equipo de realización audiovisual del Consejo de Estado, ha desarrollado una vasta obra como documentalista, fotógrafo y promotor cultural. El catálogo de su trabajo incluye audiovisuales acerca del quehacer de importantes artistas de las artes plásticas y decenas de documentales entre los que destacan títulos como En mis ojos brillas tú (2005), En las laderas del Himalaya (2006), Sencillamente Korda (2010), Hágase la luz (2013), y Sacha, un niño de Chernobyl (2021). También ha realizado numerosas exposiciones fotográficas, individuales y colectivas, dentro y fuera de Cuba.
En el 2019 fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo José Martí. Además, recibió la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez (1998) y la Distinción por la Cultura Nacional (2004).
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