El imperio elige

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La realidad su­pera con creces la imaginación, más bien la cobija, la arropa, la fermenta… Nin­guna serie televisiva o guión fílmico podría anticipar lo que sucede en una campaña presidencial como la de Es­tados Unidos.

Trump y varios políticos republicanos han declarado que no aceptarán los resultados de las elecciones del 2024
si los consideran “injustos”. Ilustración: Tomada del sitio web 20 minutos

En las últimas semanas hemos visto a los candida­tos en un sprint final que parece agotador. Van re­galando simpatías, incluso en comunidades donde, de otro modo, nunca hubieran puesto un pie.

Cuando fue ineludible, abordaron temas medu­lares, siempre con la mira puesta en el voto. Parece­ría que en los modelos de la comunicación política que prevalece entre ellos hoy, lo importante no es diseñar un proyecto viable y justo, sino hacer creíble el mito del candidato que hará realidad los sueños de sus electores.

Por citar solo un ejemplo recordaré la forma simplona con que, casi al cierre de la campaña, abordaron los de­rechos reproductivos de las estadounidenses. Tras varios debates en los que cada par­te reveló los más retrógrados y adelantados argumentos, Donald Trump concluyó: “Protegeré a las mujeres del país, les guste o no”. El co­mité de campaña de Kamala Harris, por su parte, respon­dió: “Si Trump regresa a la Casa Blanca, prohibirá el aborto a nivel nacional, nos guste o no”.

Una vez más, los extre­mos se tocan.

 

Singularidades

Este martes 5 de noviembre concluye el proceso elec­toral que ha mantenido en vilo al imperio por varios meses. El resultado traerá una nueva dupla del poder ejecutivo (presidente y vi­cepresidente), renovará la tercera parte del Senado (33 curules de 100) y a la totalidad de la Cámara de Representantes.

Expertos han calificado estos comicios como los más reñidos y violentos de los últimos años. El candidato republicano Donald Trump (D. T., 78 años), por ejemplo, fue víctima de un atentado con arma de fuego; mien­tras que su contrincante, la demócrata Kamala Harris (K. H., 60 años), ha recibi­do ataques verbales de todo tipo, muchos de ellos sesga­dos por la misoginia y el ra­cismo que exuda una parte nada despreciable de la so­ciedad estadounidense.

Otra de las singularida­des es haber aceptado a un aspirante (D. T.) enjuiciado políticamente dos veces du­rante su primer mandato. De esos procesos salió ileso, pero un tribunal de Nueva York lo encontró culpable de 34 de­litos graves en mayo pasado. Tiene, además, otros proce­sos judiciales pendientes.

Su contrincante inicial (el actual mandatario Joe Biden) debió ceder el puesto a su entonces vicepresiden­ta (K. H.), quien mostraba mayores capacidades para frenar el empuje arrollador que llevaba el aspirante re­publicano.

Vale reconocer que la también exfiscal general de California consiguió re­montar la diferencia, pero aún no sabemos si el apo­yo ganado le alcanza para convertirse en la primera mujer jefa de Estado en la nación norteña.

Estos han sido los comi­cios del dinero. Varias fuen­tes refieren que el gasto to­tal podría alcanzar la cifra récord de 16 mil millones de dólares. De esa cantidad, más de 619 millones fueron invertidos en anuncios en Google y Meta, lo que su­braya la importancia del entorno digital en las estra­tegias electorales.

No obstante, ninguno de los aspirantes consolidó una ventaja significativa. Así lo demuestran los sondeos de cierre: al menos cinco con­ceden el triunfo a K. H., con una ventaja muy ligera; igual cantidad reporta empate; y tres dan la victoria a D. T., también por la mínima.

El conteo final de los vo­tos será uno de los momentos de mayor tensión. En el 2016 solo tomó unas horas cono­cer la victoria de Donald Trump. En el 2020 la noticia del triunfo de Joe Biden tar­dó cuatro días. Este año los analistas presumen un pla­zo aún mayor debido, entre otras razones, al incremento y complejidad del voto anti­cipado o por correo.

 

Ausentes presentes

Estados Unidos de América es una federación compues­ta por 50 estados y el Distri­to de Columbia. Cada uno de los territorios tiene le­gislación propia que regula, entre otros asuntos, el voto anticipado o por correo.

Esa modalidad es una tradición iniciada durante la Guerra Civil (segunda mi­tad del siglo XIX). En aquel momento fue impulsada por los republicanos para propi­ciar la participación de los militares, donde tenía gran arraigo. Hoy ese partido es uno de los grandes detracto­res de tal práctica.

Existen varias modali­dades: por correo (conocido como voto en ausencia); pre­sencial (el ciudadano acude al centro electoral en días previos); o el formato híbri­do (reciben la boleta por co­rreo y el votante la entrega personalmente).

Los requisitos para el voto anticipado, en cualquie­ra de sus formas, cambian de un estado a otro, pero es obli­gatorio estar registrado como votante, excepto en Dakota del Norte, el único que no exi­ge tal condición. Algunos solo remiten la boleta por correo si el elector la solicita, otros las distribuyen de manera automática a todo su padrón. Tal es el caso del Distrito de Columbia, California, Neva­da y otros seis estados.

En el 2020 más del 70 % de los electores votaron de manera anticipada. Ese año, por primera vez en la histo­ria, los votos por correo supe­raron a los emitidos el día de las elecciones. En esta oca­sión, hasta el 29 de octubre, más de 53 millones de esta­dounidenses habían votado de manera anticipada, según cifras divulgadas por el La­boratorio Electoral de la Uni­versidad de Florida. Más de 27 millones acudieron a los centros electorales en perso­na, mientras que otros 25,6 lo hicieron por correo.

Este proceso se ha rea­lizado entre septiembre y octubre. Catorce estados—entre ellos Texas, Ca­rolina del Sur e India­na— exigen una “excusa válida” para emitir el voto por correo; mientras que Alabama, Misisipi y Nue­vo Hampshire fijaron con­diciones aún más estrictas para los llamados “votantes ausentes”.

Esta opción de voto está en la mira. Autorida­des policiales de Oregón, Washington y Arizona in­vestigan atentados realiza­dos contra algunos de los buzones electorales empla­zados en las calles. El Par­tido Republicano, por su parte, ha pedido al Tribu­nal Supremo una orden de emergencia para desechar muchos de los votos anti­cipados de Pensilvania, ya que no cumplen con el pro­cedimiento técnico de lle­gar en su respectivo “sobre secreto”. Ese estado, que aporta 20 votos al Colegio Electoral, anunció que es­pera unos 2 millones de vo­tos por correo.

 

El suprapoder del Colegio Electoral

Los padres fundadores de EE. UU. diseñaron un siste­ma electoral en el que el voto popular no define al presi­dente. Esa potestad corres­ponde al Colegio Electoral, conformado por 538 miem­bros. Durante los comicios, el ciudadano común tiene la ilusión de que elige al man­datario, pero en realidad está optando por la persona a la que cederá tal potestad.

Incendio de un buzón electoral en Vancouver, Washington, el 28 de octubre del 2024. Foto: Evan Bell/ABC Affiliate KATU vía Reuters

El ganador necesita ob­tener, como mínimo, 270 votos del Colegio Electoral. Esto podría no coincidir con el voto popular, como aconteció en las presiden­ciales de 1824, 1876, 1888, 2000 y 2016. En esa última ocasión, Hillary Clinton obtuvo la aprobación del 48,17 % de los votantes, frente al 46,15 % ganado por Trump, pero el republi­cano recibió 304 votos del Colegio Electoral, mientras que su rival debió confor­marse con 227. El resto ya es historia.

Este diseño hace que los candidatos concentren sus esfuerzos de campaña en los llamados estados pendulares, bisagra, indecisos o swing states, mientras confían en preservar la victoria en aque­llos que tradicionalmente controlan, como sucede en Texas (aporta 38 votos elec­torales), habitualmente fiel al Republicano; y en California (55), con mayoría demócrata.

Entre el grupo de esta­dos en disputa hasta último minuto aparecen Florida (30 votos electorales), Pen­silvania (19), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Arizona (11), Wisconsin (10), Michigan (16), y Nevada (6). Siete de ellos fueron de los últimos en anunciar el ga­nador del 2020, escena que podría repetirse este año.

El cronograma electoral precisa que el Colegio Elec­toral votará en diciembre. En enero el Congreso certificará el resultado y el día 6 hará el anuncio oficial de quien as­cenderá al “olimpo imperial” el Día de la Inauguración Presidencial, previsto para el 20 de enero del 2025.

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