En octubre de este año, Gabriel Fornaris Cruzata celebrará su decimoquinto aniversario como delegado del Poder Popular de la circunscripción 75 del consejo popular William Soler, El Dátil; una demarcación en Bayamo en la que gravitan desafíos significativos en cuanto al suministro de agua y la infraestructura vial.
Al conversar con él, uno comprende que esa habilidad para conectar con las personas y la empatía innata provienen de su padre, un modesto maestro y activo líder en las organizaciones de masas; y también de su madre, quien se desempeñaba como dependienta en el Comercio.
No obstante, su formación como trabajador social le proporcionó herramientas y metodologías para llevar a cabo el trabajo comunitario, un «traje» que lleva con soltura y responsabilidad.
Mucho ha llovido y tronado desde su debut como delegado. Los años van empolvando las veces que transitó el camino a pie o con zapatos en la mano; otras en bicicleta, sentado sobre el carretón del pan, contribuyendo a una obra constructiva, abriendo surcos, cargando cubos con agua, apoyando con la compra de alimentos o en la búsqueda de vacunas durante la covid-19.
Este apasionado defensor y representante de las zonas rurales gusta del trato cercano con la gente, de la conversación entre sorbos de café mientras su vista se pierde en este cielo azul, en el que ha depositado todos los sueños que se juntan en su alma.
Durante estos años, Gabriel ha tenido la satisfacción de impulsar, con el apoyo de las organizaciones y la comunidad, proyectos sociales que, en su momento, eran preocupaciones primordiales de sus electores, como la fundación del complejo educativo Carmelo Noa Gill y la expansión de la educación secundaria, la panadería, la electrificación del vecindario Pueblo Nuevo, la tienda, la biblioteca, la renovación de las escuelas y la integración de la telefonía fija a la red residencial.
Se suman a estas conquistas, el rescate de la clínica veterinaria, el estado constructivo de los consultorios médicos de La Candelaria y La Teodora, posibilitándoles la prestación de servicios a 12 asentamientos apartados de la comunidad, y la construcción de la farmacia, establecimiento que brinda servicios a 7 945 habitantes, que hoy no necesitan desplazarse hasta Bayamo para comprar sus medicamentos.
Gabriel ha sido testigo de experiencias memorables en las que, mediante el trabajo comunitario, ha logrado integrar a la sociedad a niños y a familias en situación de vulnerabilidad, quienes hoy sueñan con ser peloteros y atletas, y madres que han encontrado nuevas oportunidades laborales como intérpretes de señas o auxiliares de limpieza, redefiniendo así sus proyectos de vida.
Convencido de que aún hay mucho por resolver y perfeccionar, sobre la base de su experiencia, destaca dos aspectos que podrían mejorar la obra: una mayor cohesión entre las distintas estructuras de la demarcación, y un uso más eficiente de las herramientas de comunicación. (Tomado de La Demajagua)