Marcos Antonio Rojas transita en esa confusa encrucijada que fundan las ilusiones y la realidad, el presente y el pasado. Entrena engrasado en la cultura del esfuerzo. Ha llegado a París 2024 listo para fundar su propio sueño: “Participar en unos Juegos Olímpicos es una fantasía que tenía desde niño —apunta saliendo de la piscina, mientras se seca con una enorme toalla— es un sueño que cumpliré, es la cúspide de cualquier deportista y para mí como pentatleta es un logro tremendo.
“Vengo con la meta de mejorar el lugar 15 de Yaniel Velásquez en Beijing 2008. Cuando logré la clasificación en quien primero pensé fue en mis padres. Mucho se han sacrificado para que esté aquí. Aproveché la oportunidad que se me dio. Me entregué en cada ocasión, pues las carencias económicas también afectan mi deporte. Por eso es fundamental entrenar con fuerza e inteligencia, de ahí también salen los resultados”.
Marcos sonríe, desea entrar en acción, los próximos días marcarán su trazo, agrega que se ha perdido la costumbre de dar a conocer los resultados de un grupo de atletas que mucho han aportado al deporte cubano.
“Creo que sería muy útil y necesario llevar a las glorias a las escuelas de iniciación deportiva. Más en deportes como el pentatlón del que apenas se habla y es muy hermoso, difícil y entretenido. Eso acercaría a los muchachos al deporte, a que se familiaricen con las reglas y las experiencias vividas por los atletas. Sin duda eso resultaría interesante, incluso impulsaría la práctica.
“La participación aquí me llena de regocijo —señala sin dejar de sonreír—, sin embargo, debo seguir mejorando, topar con rivales de mayor calidad. Asistir a certámenes de peso en la arena internacional”.
Para Marcos Antonio Rojas las mejores metas están por llegar. París 2024 quizás sea otro punto de feliz partida. Él sabe que transita en esa confusa encrucijada que fundan las ilusiones y la realidad, el presente y el pasado.