La noticia es muy interesante. En las recientes sesiones de trabajo de las comisiones permanentes del Parlamento cubano y específicamente en la de Industria se dio a conocer que resulta inexorable cambiar de manera paulatina la matriz energética del país, debido al muy elevado costo de la producción de electricidad a partir de combustibles fósiles, la contaminación que provoca y la dependencia de un mercado internacional con precios fluctuantes y que tienden, por lo general, al crecimiento.
En ese empeño, la política trazada concibe que para el 2020 (parece alejado, pero estás al “doblar de la esquina”) el 22 % de la electricidad que se consuma en toda Cuba sea generada a partir de fuentes renovables, entre las que figurará la proveniente de 19 plantas bioeléctricas que emplearán la caña de azúcar, el bagazo y el marabú como combustibles. Ellas podrán generar 755 MW.
La primera referencia al respecto la escuché en el pasado mes de febrero durante un encuentro de trabajadores del sector azucarero con directivos del grupo empresarial Azcuba. En la estrategia de desarrollo de esa rama económica está concebido hasta el 2018 el montaje de ocho plantas de ese tipo, las que producirán electricidad no menos de 4 mil horas anuales, con biomasa cañera. Las primeras deben construirse adjuntas a los centrales Jesús Rabí, en Matanzas; Ciro Redondo, en Ciego de Ávila, y 5 de Septiembre, en Cienfuegos.
Ante la aparición en el espectro energético cubano de ese tipo de tecnología, surgen diversas interrogantes, como por ejemplo: ¿qué características tienen esas instalaciones?, ¿cuáles son sus ventajas?, ¿qué experiencia hay con ellas en el mundo?…
Para encontrar respuestas, consultamos diversas fuentes.
En la actualidad hay países que pueden mostrar resultados positivos y alentadores en el uso de la biomasa para la generación de energía. Entre ellos están las islas Reunión, Mauricio y Guadalupe, India, Australia, Belice, Guatemala, Estados Unidos, Costa Rica, China y sobre todo Brasil, el que tiene la inmensa mayoría de las casi 200 plantas existentes en el mundo.
¿Qué es la biomasa? El vocablo describe los materiales provenientes de seres vivos, animales o vegetales. La historia recoge que fue la fuente energética más importante para la humanidad hasta el inicio de la Revolución Industrial (segunda mitad del siglo XVIII), pero su uso disminuyó de manera notable al ser sustituida por los combustibles fósiles.
¿Cuántos tipos existen? Natural: es la que se produce sin la intervención humana. Residual: está constituida por los residuos orgánicos que provienen de las actividades de las personas. Producida: son las obtenidas por cultivos energéticos.
¿Qué es una central de biomasa? Es una instalación industrial diseñada para generar energía eléctrica a partir de recursos biológicos.
¿Cómo funciona? En primer lugar, el combustible principal y los residuos se almacenan y tratan para reducir su dimensión, en caso necesario. A continuación, pasa a un edificio de preparación del combustible, donde es clasificado en función de su tamaño. Seguidamente se echa a la caldera para su combustión. Eso provoca que el agua de las tuberías se convierta en vapor, el cual, del mismo modo que en otras centrales térmicas convencionales, va a la turbina que está unida al generador eléctrico, donde se produce la energía.
¿Cuál es el impacto ambiental de esas plantas? La biomasa es la única fuente de energía que aporta un balance de CO2 favorable, siempre y cuando su obtención se realice de una forma renovable y sostenible.
¿Cuba cuenta con suficiente combustible de ese tipo? Un examen de especialistas del Centro de Estudios de Termoenergética Azucarera (Ceta), de la Universidad Central de Las Villas, define que en el país existe un elevado potencial de recursos biomásicos provenientes de la agroindustria azucarera, los que no son aprovechados adecuadamente, y que poseen características que permiten catalogarlos como buenos combustibles.
Y agregan: Usando adecuadamente la biomasa cañera (bagazo y residuos agrícolas), y con la implantación de nuevas tecnologías, se podrán incrementar la eficiencia en la generación eléctrica en la industria azucarera y reducir grandemente la contaminación ambiental.
A esos combustibles resultantes de la producción de azúcar, hay que sumarles el marabú, extendido por todo el archipiélago y convertido en una verdadera plaga natural muy difícil de eliminar.
Entonces, bienvenida esa energía futurista con raíces en el pasado de la humanidad. La economía cubana mucho lo necesita.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.
Creo que hay un error conceptual. Otros tipos de energía, como la eólica, la solar y la nuclear tienen un balance positivo en la huella ecológica por emisión de CO2. Peor aún, la biodigestión, que basa su efectividad en la generación de metano, no está exenta de fugas. El Metano es 18 veces más contaminante que el CO2.