La vida está demostrando que todos los pronósticos sobre el envejecimiento poblacional se han cumplido, lo cual confirma que las actuales predicciones seguirán sucediendo.
Quienes vivieron la década de los 60 del siglo pasado podrán recordar que, frecuentemente en los colectivos laborales, padres y madres eran felicitados por el advenimiento de sus niños y en no pocas ocasiones se invitaba a los compañeros de trabajo a festejar.
A mediados de la siguiente década —la de los 70— no era raro ver a los colegas preparando condiciones para ir a la escuela al campo a visitar a sus hijos, o esperándolos de pase, para lo cual se pedía autorización para clasificar como ausente justificado.
Actualmente las conversaciones se refieren más a los nietos, pues cada vez abundan más en los centros laborales quienes arriban a la edad de ser abuelos… a la jubilación, sin avizorar el relevo en no pocas ocasiones.
No hay que consultar datos estadísticos para apreciar el impacto del envejecimiento en las personas económicamente activas, tanto los que están ocupados en la producción de bienes y servicios, gestionando empleo como en alguna actividad que reporte beneficios monetarios.
También se van haciendo más frecuentes los casos de faltar al trabajo mediante licencia sin sueldo, vacaciones o presentación de una justificación para cuidar a otra persona de avanzada edad que, de manera permanente o eventual, requiere ser asistido.
Otro escenario bien distinto había a finales de la década de los 60 del siglo pasado, cuando miles y miles de jóvenes acudían masivamente a las duras faenas del corte, alza, tiro y molienda de la caña, u otras faenas agrícolas, las cuales no pueden ejecutar los que se van acercando o rebasan las seis décadas de vida.
Ya desde aquellos tiempos había alertas a prepararnos para lo que entonces era futuro envejecimiento poblacional, un aumento inexorable de los de la tercera edad, los de juventud acumulada.
Aquellos 70 del siglo pasado pudieran fijarse como el inicio del proceso de envejecimiento, pues ya rebasaba el 10 por ciento los que tenían 60 o más años de edad, y ahora los pronósticos se han vuelto a cumplir, pues al finalizar 2021, más que se duplicó al ser el 21,6 por ciento.
Prioridad sindical
Sin el propósito de analizar en este momento las causas, que son múltiples, podemos afirmar que la situación en el 2023 está más agudizada y no solo por la salud de las personas, la necesidad de medicamentos y cuidados especiales, sino también porque se trata de recursos laborales.
No se puede negar la urgente necesidad de profundizar en las investigaciones sobre absolutamente todo lo que provoca el envejecimiento poblacional, pues de tales diagnósticos depende la búsqueda de las mejores soluciones.
Hay que seguir investigando, contar con todos los elementos, sobre una base científica e ir aplicando medidas, pero el movimiento sindical tiene que tomar en cuenta que sus afiliados, además del tema sanitario, requieren otros tratamientos, sobre todo, en este caso, desde dentro de las secciones sindicales.
Sin restar importancia a dar respuesta al éxodo, tanto de un sector o centro de trabajo a otro, como dentro del país y hacia el exterior, hay que prestarle atención a la atención integral al envejecimiento de la fuerza de trabajo y enfrentar su afectación a la producción y los servicios.
Es un asunto de alta sensibilidad humana para el movimiento sindical ocuparse de un tema que le corresponde legítimamente para atender al afiliado que le ha dedicado su vida aportar a la sociedad, y es un propósito que no tiene recetas universales sino que requiere tantos tipos de tratamientos como individualidades existen.
Esta es una oportunidad para fortalecer la labor sindical, organizar, movilizar y representar a los trabajadores, incluyendo particularmente a quienes se acercan o rebasan las edades de jubilación, 60 para las mujeres y 65 los hombres y se mantienen o no en su puesto laboral.
Corresponde a las administraciones tomar las decisiones sobre la reincorporación de los jubilados, pero en ese proceso puede y debe participar la sección sindical como representante de esos hombres o mujeres que dedicaron su vida económicamente activa a la sociedad.
El sindicato puede participar en el análisis de las tareas que se le asignan a esa fuerza laboral envejecida, así como los horarios y condiciones de los puestos de trabajo, y contribuir al equilibrio entre el ingreso de jóvenes que cada vez son menos, y no perder un recurso humano enriquecido con experiencia y cautela.
Estas es una ocasión propicia para que los líderes sindicales promuevan estudios de organización del trabajo y no solo para el centro en general, sino adecuado a las condiciones de los que acumulan mucha juventud y que a pesar de apariencias y disposiciones mentales, tienen mucha edad, pero pueden ocupar vacantes debido al éxodo.
Entre los recursos nacionales, los autóctonos de cada zona, el que se destaca en todos los órdenes es el humano, que repercute a nivel de la sociedad, pues todo incremento de la producción y los servicios depende de las personas.
Además, si las personas mayores aptas están económicamente activas, no tendrán que ser sostenidas y hasta aportarían a la familia y lejos de constituir una carga para el Estado o la localidad, se convierten en factores para el desarrollo.
Recontratar, pero readecuando condiciones laborales
La agudeza de los cambios demográficos actuales y que lo serán mucho más en los próximos años, exigen que las secciones sindicales junto a los empleadores tengan condiciones para enfrentar el déficit de fuerza laboral con los recursos existentes y en condiciones similares a las presentes.
Hay que tener en cuenta el aprovechamiento máximo de la experiencia, así como de aquellos saberes acumulados que pueden ser aportados durante alguna consulta que les hagan o sean asesores en procesos de toma de decisiones.
Sería un grave error darles empleo nuevamente y pretender que tengan las mismas condiciones físicas que antes de llegar a la edad de la jubilación, salvo excepciones, pues la misma ciencia ha demostrado que cuando se tiene tanta juventud acumulada, surgen vulnerabilidades propias de tal etapa de la vida.
Los empleadores están ante el reto de encontrar una salida en cada caso, sin pretender que la misma fórmula sirva para todos los llamados robles, cada uno tiene sus particularidades, pues por ejemplo, no todos pierden la visión y la audición en el mismo grado.
Muchos aspectos tienen que ser tomados en cuenta, hasta los horarios, lugares y condiciones de trabajo, sobre todo con las actuales tecnologías cuya utilización constituye una fortaleza para mantener económicamente activos a las mujeres que han cumplido 60 años de edad y hombres con 65.
Cada vez habrá más ancianos, lo han pronosticado, así será, y ya lo está siendo, por tanto, aunque tardíamente las secciones sindicales deben incluir en sus propósitos de fortalecimiento aprovechar ese recurso humano que merma en la misma medida en que sus afiliados envejecen.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo y licenciado en Ciencias Sociales, autor de El Foro en Cubahora, jubilado y reincorporado en la Redacción Digital de Trabajadores, donde escribe las secciones LA GUAGUA y EN 500 CARACTERES, fue corresponsal del periódico Vanguardia en tres de las seis regiones de Las Villas, Jefe de Redacción fundador del periódico Escambray, Corresponsal Jefe de la Agencia de Información Nacional (actual ACN) en Sancti Spiritus, colaborador de Radio Progreso, Prensa Latina y Radio Sancti Spíritus; así como Jefe de Información, Subdirector y Director del periódico Vanguardia, donde administró sus foros de discusión.
Lo que es una lastima y a la vez doloroso es haberse jubilado meses ante de la tarea ordenamiento con una presión muy pobre y ver que ahora se retiran con altas pensiones, hasta de 8 mil y 10 mil pesos y no se haya hecho algo por aumentar las anteriores.