Algunas de las principales angustias de la juventud cubana de hoy son el leitmotiv de Los impares, libro de la joven escritora Claudia Damiani Cavero que se presentó en la edición 46 de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Catorce relatos que en un inicio nacieron de forma independiente y luego se trenzaron en un todo y que el escritor Francisco López Sacha consideró un ejemplo eficaz de novela disruptiva en su elogio del texto. Sin embargo, lo más trascendente de esa entrega que mereció el Premio Calendario en 2018 no es discernir cuál es su género narrativo, sino la posibilidad que brinda de entender mejor a la generación de nuestros hijos e hijas, y de autorreconocerse para las personas más jóvenes.
Diseñadora, docente y activista en las redes sociales de Internet en temas como la equidad de género y el feminismo, esta entrega iniciática de Claudia constituye una historia de tránsito de la adolescencia a la juventud, de la escuela al trabajo, de la amistad a la pareja. Lo más descollante quizás sea la fuerza de sus personajes femeninos, siempre mucho más maduras que los varones en las primeras edades (y posiblemente también en las demás), incluso cuando parecen no serlo.
Las matemáticas, el diseño, la escritura, son los rejuegos o puntos de contacto que arman los nexos entre los sujetos argumentales, en frescos de cubanía contemporánea donde el sexo también se asume con la naturalidad que lleva. Las relaciones eróticas no funcionan en Los impares como un gancho para vender, sino como parte de la vida, diversa y fluida de nuestra juventud.
La amistad con sus devaneos, sus fidelidades y temporadas, sus mutaciones, sus lejanías, omnipresentes en el libro despertarán probablemente en cualquier lector o lectora la añoranza por sus iniciaciones juveniles o la identificación en el caso de quienes viven esa época dorada.
Estar o no estar, como la otra traducción posible del to be or not to be shakespereano, es la gran pregunta existencial que ronda a sus personajes, como a tantos jóvenes de la Cuba actual, y que Claudia resuelve con un crecimiento espiritual hacia el amor y la responsabilidad.