En unos días estaremos inundados de noticias acerca del cambio climático y el apocalíptico futuro que espera a la humanidad si no cambia sus estilos de vida y matrices de desarrollo. No es que el peligro haya crecido de manera particular en este 2021 —aunque ciertamente la pandemia de la covid-19 paralizó casi todo, menos el perjuicio al medio ambiente— sino que del 31 de octubre al 12 de noviembre, en Glasgow, Reino Unido, tendrá lugar el 26º período de sesiones de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26); a la vez que se evaluará la marcha del Protocolo de Kioto y del Acuerdo de París.
Cuba ha reiterado su compromiso de proteger el medio ambiente y contribuir a las metas trazadas por los expertos para frenar el cambio climático, siempre tomando en cuenta el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, postura que será ratificada en este evento al que acude una delegación integrada por delegados y funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores (MINREX), y de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), encabezada por la titular de este último, Elba Rosa Pérez Montoya, quien tiene previsto intervenir en el Segmento Ministerial de Alto Nivel de la COP26, que sesionará los días 9 y 10 de noviembre.
En busca de información específica sobre la presencia de Cuba en la COP26, Trabajadores entrevistó vía correo electrónico a Blanca Lil Garcés Fernández, especialista en Relaciones Internacionales del CITMA, quien integrará la delegación antillana a la cita.
Entre las complejidades del evento que tendrá como sede el Scottish Event Campus (SEC), de Glasgow, Lil Garcés resalta la necesidad de “garantizar la participación equitativa de todos los países”, además de “complicaciones logísticas por las que muchos negociadores tendrán que enfrentarse a períodos de cuarentena”. Sobre ellos “están pesando los diferentes estándares de vacunación (60 % países de mayores ingresos, 2 % en países de bajos ingresos)”, expresó. La situación llegó al punto de que un grupo de organizaciones solicitó en días pasados la suspensión del evento, lo cual “recibió una respuesta airada e incluso extrema de algunos países, que afirmaron que esta COP era un asunto de ‘vida o muerte’ y que se debería realizar a toda costa”.
Sobre programa previsto, la experta cubana aclaró que “se trata de múltiples reuniones bajo la Convención de Cambio Climático, el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París. Cada una tiene su Agenda y a la vez hay otras muchas de diferentes órganos y grupos de trabajo. Es un entramado muy complejo, donde cerca de 30 mil participantes estarán reunidos en diversos formatos y temas, muchas veces sesionando en paralelo”.
A esta complejidad se une que el atraso que ha ocasionado la situación epidemiológica global en el proceso de las negociaciones climáticas lo cual ha tenido particular connotación dada la gravedad del problema y la creciente información científica sobre los impactos producidos por la acción humana sobre el clima.
Por eso se decidió que esta reunión fuera presencial pese al complicado escenario generado por la covid-19, explicó Blanca Lil: “hay tareas pendientes que a estas alturas deberían haber estado resueltas. Aunque el Acuerdo de París está aprobado desde 2015, aun no se ha logrado concluir las negociaciones que lo harían ‘implementable’. En la COP24 (Katowice, 2018) se adoptaron la mayor parte de los procedimientos, pero quedaron pendientes diversos temas, situación que debió remediarse en la COP siguiente (Santiago de Chile, 2019), pero no ocurrió así”.
“El factor determinante es la urgencia internacional que llama a una acción climática más ambiciosa. El reciente Reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático alertó sobre el reforzamiento de tendencias negativas en el clima, y el escaso margen de tiempo que resta para evitar que el incremento de la temperatura global exceda el 1.5 grados e incluso los 2.0 grados Celsius. En estas circunstancias, la atención mundial se torna hacia la reunión de Glasgow en la esperanza de que pueda producir acuerdos trascendentes para enfrentar la crisis climática”.
“Lo principal para la COP26 sería consolidar los compromisos de reducción de emisiones y asegurar el cumplimiento de las obligaciones financieras de los países industrializados hacia los países en desarrollo, de modo que estos últimos puedan avanzar sus metas de adaptación y mitigación”, aunque sabe que “no será fácil conseguir ninguno de los dos propósitos”.
“Las negociaciones climáticas han sido una herramienta clave que ha producido tres acuerdos internacionales, la Convención Marco (1992), el Protocolo de Kioto (1997), y el Acuerdo de París (2015). Sus reuniones anuales han construido, de manera sistemática, la arquitectura funcional en que descansan los esfuerzos internacionales y los compromisos domésticos para enfrentar el cambio climático, pero los compromisos de reducción de emisiones requieren análisis cuidadosos por parte de los países que tienen que sopesar y equilibrar estos propósitos con sus objetivos de desarrollo.
“Es importante que estos compromisos tengan un carácter diferenciado donde los países industrializados, que son los responsables históricos del cambio climático, asuman las obligaciones mayores. Ellos deben responder por los mayores cortes de emisiones, y también por el aporte a otros países, en forma de recursos financieros y tecnología.
“Los negociadores en la COP26 deben cumplir importantes metas, concluir discusiones sobre los mecanismos de cooperación, y resolver los nuevos compromisos financieros, los procedimientos de reportes nacionales, el funcionamiento de la Red de Pérdidas y Daños, las directrices para el funcionamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Fondo Verde del Clima, entre otras cuestiones que constituyen parte de su agenda habitual de trabajo”.
Sobre los documentos que serán sometidos a discusión, comentó que “se negocian prácticamente palabra a palabra y después se retorna a los plenarios para confirmar su adopción”. Cuba ha estado colegiando su postura respecto a diversos temas en torno a la de naciones miembro del Alba-TCP, la Alianza de los Pequeños Estados Insulares y en Desarrollo, y de la coalición de Países en Desarrollo con Ideas Afines, donde participan estados que defienden la integridad de la Convención y el respeto al marco diferenciado de responsabilidades entre países.
¿Qué mensajes lleva Cuba al evento?
“Cuba llega a la COP26 consciente de la necesidad urgente de acelerar los esfuerzos para el enfrentamiento al cambio climático en todos sus frentes, incluyendo la mitigación, la adaptación y los medios de implementación. Para llevar adelante estos esfuerzos debe partirse del Principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas, conforme al cual corresponde a los países industrializados la principal carga de obligaciones, por ser causantes históricos del cambio climático, y contar con los medios principales para enfrentarlo, incluyendo los recursos que deben transferir a los países en desarrollo con ese fin.
“Para nosotros es esencial la solidaridad internacional entre los países en desarrollo, con particular atención a los más vulnerables. Cuba presta mucha atención a sus vínculos con los Estados insulares en desarrollo, a las alianzas con los países del Alba-TCP y concede gran importancia a la Cooperación Sur Sur. En general, apoyaremos todo aquello que permita avanzar en las metas climáticas con una visión de justicia y equidad”.
La especialista reafirma que las posiciones de la nación caribeña se sustentan en los resultados de la ciencia cubana acerca de los impactos del cambio climático, frente a los cuales se han diseñado políticas nacionales cuyo principal instrumento es el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático adoptado en 2017, conocido como Tarea Vida, que toma en cuenta temas clave como la atención a las comunidades vulnerables, la seguridad alimentaria, y el cambio de la matriz energética.
“Esta compleja situación se ve agravada por la permanencia y recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los EE.UU. contra nuestro país desde hace 60 años, que constituye el principal obstáculo para acceder a financiamientos externos y tecnologías avanzadas en materia climática, y para lograr el desarrollo sostenible”, explicó.
¿Cuáles las principales preocupaciones y propuestas de Cuba de cara a la COP26?
“Acerca de los temas pendientes para la implementación del Acuerdo de París, Cuba aboga por:
- La conclusión de los procedimientos necesarios para que los países puedan comenzar a preparar sus informes sobre la implementación de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, sobre la base de que se respeten debidamente las flexibilidades dadas a los países en desarrollo que las requieran y en especial a los Estados Insulares en Desarrollo. Para el éxito de este proceso es esencial mantener su carácter facultativo, no intrusivo ni punitivo.
- Concluir las negociaciones sobre los mecanismos de cooperación bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París. Cuba está interesada en explorar las oportunidades que derivan de estos acuerdos, bajo un estricto respeto a los principios y propósitos del régimen climático. Reconocemos también la importancia de avanzar en los mecanismos que no tienen por base el mercado.
- En materia de adaptación, avanzar en la definición de una Meta Global de Adaptación, necesaria para un auténtico equilibrio de la adaptación y mitigación bajo el Acuerdo de París. Sin una cuidadosa atención a la adaptación, no podemos hablar de una verdadera ambición en nuestras negociaciones.
- Defender reales progresos en materia de financiación y medios de implementación en general. La disponibilidad de financiamiento climático adecuado, transparente, predecible, nuevo, y adicional para los países en desarrollo es la clave para la implementación exitosa de sus acciones climáticas. El alcance, la escala y la velocidad de la financiación climática hacia los países desarrollados es hoy claramente insuficiente.
- Acelerar los trabajos hacia una nueva meta global de financiación. Se hace necesario repensar la arquitectura financiera global que debe ser justa, transparente, equitativa, basada en el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, y en las respectivas capacidades, reconociendo y asegurando la previsibilidad y disponibilidad de recursos financieros suficientes para satisfacer las necesidades y prioridades identificadas por los países en desarrollo, tanto para la mitigación como para la adaptación y pérdidas, y los daños asociadas al clima.
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La especialista Blanca Lil Garcés participará como invitada especial y representante cubana del CITMA en varios eventos, paneles y seminarios públicos organizados por la Universidad de Glasgow, algunos de ellos son parte de un proyecto ejecutado por la Dra Helen Yaffe, del referido centro de estudios.
La Dra. Helen Yaffe es profesora de historia económica, especializada en desarrollo cubano y latinoamericano, y gran amiga de Cuba desde hace 25 años. Ha producido libros, artículos y documentales sobre nuestro país, además de haber participado en varias campañas de solidaridad. Su más reciente proyecto, el documental Tarea Vida: plan de estado para el enfrentamiento al cambio climático, cuyo estreno tendrá lugar el 1ro de noviembre, en el contexto de la COP26, incluye entrevistas a directivos, funcionarios y expertos del CITMA, entre ellos los doctores en ciencias José María Rubiera Torres, investigador del Centro de Pronósticos; Eduardo Planos Gutiérrez, investigador del Centro del Clima; y Orlando Rey Santos, de la Dirección de Medio Ambiente; así como Luis Berriz, de la Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y el Respeto Ambiental (CubaSolar).
“El enfoque de Cuba en cuanto a las políticas para mitigar el cambio climático ofrece una alternativa importante a los paradigmas globalmente dominantes basados en el sector privado o asociaciones público-privadas, explicó la Dra. Yaffe. El modelo cubano tiene una relevancia creciente para otras Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés) dependientes del turismo —especialmente en el Caribe— que emergen de la pandemia bajo una severa presión económica con niveles de endeudamiento que obstruirán el futuro acceso a finanzas internacionales. Este escenario los acercará a las restricciones financieras y de recursos que Cuba ha enfrentado durante décadas debido a las sanciones de EE. UU. Tarea Vida se basa en soluciones domésticas de bajo costo, no en financiamiento externo; un modelo vital para los vecinos caribeños de Cuba en el contexto posterior a la pandemia.”
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