En medio de la pandemia los trabajadores de la Cadena Cubana del Pan en Villa Clara se han convertido en artífices frente a los hornos. Año y medio después de haber emprendido nuevas manera de concebir su labor, esta empresa es otra, más consolidada y reconocida por el pueblo.
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Decidieron reconvertirse y elaborar variedad de renglones. Cambiaron los flujos productivos, de comercialización y distribución; probaron hasta lograr lo deseado con las nuevas materias primas, poco conocidas y no siempre de la mejor calidad. Además, sortearon la falta de recursos, fundamentalmente energéticos.
Marelys Mirabal Rodríguez, directora general en la provincia, reconoce que la pandemia hizo más creativos a panaderos y auxiliares, los obligó a innovar, crear, mantener la calidad y buscar maneras de llegar barrio adentro.
«Esto sucedió en todas las unidades del territorio, en todos los municipios. Teníamos la responsabilidad de crear productos alimenticios para cuarentenas y casas en aislamiento; además de ofertar opciones a la población. Así surgieron diferentes tipos de panes, variantes de pastelerías, dulces, masas de pizas… En ello el ingenio de cada colectivo ha sido de decisivo», precisó.
El maestro panadero de Vigía
Leonel Quintana Díaz hace de todo en la panadería Vigía Sur, de Santa Clara. Puede vérsele seleccionando los ingredientes, preparando, velando el reposo de la masa y luego atento al horneo, con el control de la máquina que permiten una producción a gran escala…
Quienes le conocen afirman que en él se resumen las cualidades de un buen panadero. Leonel asegura con orgullo: «Este oficio, aunque muy humilde, no es para cualquiera; hay que conocer el tiempo que debe llevar el pan en el horno y la textura correcta de la masa, para que sea aceptado y no hayan quejas. Cuando algo no se cumple entonces vienen los problemas».
Y agrega con naturalidad: «En las actuales circunstancias se necesita cumplir las normas de salud, seguridad e higiene, tener mucho cuidado en la manipulación, utilizar ropa adecuada de protección (delantal, gorro y guantes), cabello recogido y zapatos apropiados, nasobuco y lavado de manos al extremo», precisa.
Para estos trabajadores la pandemia fue un reto porque hubo que poner empeño para elaborar panes con harina de maíz, la cual posee una calidad diferente, sortear los problemas energéticos y crear nuevos renglones.
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«Para usar la harina de maíz tuvimos que experimentar, valorar bien la fórmula. Me di cuenta que era mejor darle más tiempo de reposo a la masa. Eso, aunque enlentecía la producción, era la solución para mejorar la calidad. Entonces, decidimos empezar más temprano porque también descubrimos que si le damos reposo a las bolas de pan conformadas, quedaban mejor: Con esa masa hacemos una variedad de productos que están siendo muy aceptados», explica.
La experiencia de cada colectivo ha sido excepcional para diversificarse y aportar opciones de alimentos a la población, afirmaron otros trabajadores. La evidencia está en la elaboración de diferentes tipos de panes, entre ellos los dulces como el pan de gloria, mantecados, chiviricos, panecillos, bases de pizza, entre otras variedades.
La panadería en el barrio
La comercialización le quitó el sueño a Sailys Díaz Torres, administradora de la panadería ubicada en el reparto santaclareño La Riviera, que abastece a una población amplía, específicamente a dos Consejos Populares.
La solución fue ir barrio adentro con módulos preconformados en el que incluían varios de los renglones que elaboraban. «Fue difícil, había que cambiar y era urgente, porque la concentración en la unidad era un peligro sanitario», comentó.
Para Sailys y sus trabajadores resultó complicado, pues por años estuvieron vendiendo de frente al mostrador y a partir de la elección de cada cliente. «Se imponía hacer algo, creímos que ir a las comunidades iba a ser un fracaso; la vida demostró todo lo contrario. En ello la vinculación directa con los Poderes Populares Municipales y también con los CDR, fue decisiva», asegura.
La madrugada y el pregón
Las noches y las madrugadas se han vuelto mucho más largas para los panaderos en Villa Clara. Estos colectivos laborales no han dejado de trabajar ni un solo día de la pandemia, a pesar de sus múltiples efectos, incluidos los lamentables contagios.
En las madrugadas elaboran, empacan y almacenan productos; que se distribuyen barrio adentro y en las diferentes comunidades, previa coordinación, a partir de las 7.30 a.m .
A esa hora se escuchan pregones por toda Villa Clara: «Pan, calentico el pan»… «Su mantecadito aquí…”
Puedo dar fe de que son divinos.
Les felicito por esas buenas iniciativas y trabajo.
No se en otras provincias cómo será, pero si puedo asegurarles que Holguín debe aprender con Uds.
«Cuando el pan llega barrio adentro»…
La incredulidad horneada:
«Cadena Cubana del Pan». Buen reportaje, ahí nos quedamos… Cuando deje de ser un comentario y sea sencillamente un pan, el pan, el dulce y las golosinas diarias de niños. Entonces será más que un muy buen reportaje, será el pan nuestro de cada día. Con o sin pandemias, con o nin bloqueo que incide sobre los suministros que no tenemos; pero nada que ver con la «calidad» de lo que ya sí tenemos, las harinas y sus tipos, tradición y nuevos panaderos, panaderías y paneras, y nosotros, los consumidores.
Gracias.