Cuando el amor enfrenta a un virus (+Fotos)

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Es poco visible la tensión del momento. El silencio profundo, solo interrumpido a ratos por una observación médica que alguien matiza con una ligera e inteligente reflexión hace sonreír, delata la extrema circunstancia. Todo transcurre con aparente normalidad en el Hospital Comandante Manuel Fajardo Rivero, de Santa Clara, institución de salud que atiende a los pacientes de Villa Clara y Sancti Spíritus, infestados con la Covid -19, a sus contactos o a aquellos sospechoso

 

Director del Hospital Comandante Manuel Fajardo de Santa Clara. Foto: Lourdes Rey

 

El doctor Jorge Eduardo Berrio Águila, director del centro, especialista de Primer Grado en Neurología Clínica, ha tenido bajo su responsabilidad a más de 70 pacientes, incluidos nueve niños, dos casos confirmados con la enfermedad, otros 50 sospechosos, y un número considerable de contactos, pero tiene la satisfacción de haber dado 37 altas.

El doctor Ernesto Díaz Padrón, analiza diariamente cómo hacer el interrogatorio y cómo actuar para mejorar  la salud de los pacientes infestados por la Covid-19. Foto: Lourdes Rey

“El estado de salud de todos ha mejorado, ninguno ha mostrado indicadores de empeoramiento”, cuando dice esto lo hace con beneplácito, sin esconder el goce que produce haber hecho el bien.

“El personal se preparó por etapas para esta contingencia. Continuamente  estudiamos y discutimos la evolución de cada caso, con la actualización constante desde el Centro de Referencia, Instituto de Medicina Tropical Pedro Kurí, (IPK). A esto se une el intercambio con especialistas de pediatría y neonatología de los hospitales provinciales, quienes son expertos, así como los profesionales del Centro de Higiene y Epidemiología del territorio y el Laboratorio de Biología Molecular de la provincia, práctica extraordinaria y gratificante, porque demuestra la coherencia e integridad del sistema de salud cubano.

“Cada trabajador tiene su protocolo de actuación, en particular qué y cómo debe hacerlo, las medidas de seguridad son extremas. Es un colectivo dispuesto, dedicado, científicamente preparado. La confianza y seguridad en la atención al paciente es lo que nos tiene desvelados”, puntualizó convencido de que cada paso del proceso es imprescindible y que el éxito es seguro.

La paciente

Habló desde un teléfono cercano a su cama, su estado de salud le permite ir hacia el auricular. Es la ciudadana cubana de 67 años de edad, residente en el municipio de Santa Clara, provincia de Villa Clara, que arribó al país el 11 de marzo del presente año procedente de New Jersey, Estados Unidos de Norteamérica.

Con voz angustiada confesó que creyó haber tomado todos los cuidados para evitar el contagio, aseguró haber usado geles alcohólicos incluso dentro del avión, pero todo fue en vano. No obstante, su voz cambia de repente para reconocer la mejoría y agradecer las atenciones de los médicos.

“No tengo fiebre, todo va saliendo bien. Creo que hasta han exagerado, me dan demasiada comida. No estoy aislada, este personal médico es mi familia, con solo mirarlos veo en ellos mucho cariño, en estas circunstancias son todo para mí”, ahora se percibe aliento en los matices de su voz y fuerzas para enviar al pueblo de Cuba un mensaje certero y contundente:

“Por favor, hay que cuidarse, tomar todas las medidas. El Estado ha apoyado incondicionalmente, no se puede descansar, hay que seguir trabajando para que todo salga lo mejor posible”.

Cuando los besos se vuelven estrella dentro

Cuando los escuché hablar de los hijos y de los besos pospuestos recordé aquel poema inmenso de Dulce María Loynaz en cuyo primer verso resume el sentimiento: El  beso que no te di se me ha vuelto estrella dentro.    

El doctor Jorge Manuel Pérez Milián sabe que en sus manos está el primer momento crucial para la atención a los pacientes que ingresan a la institución. Foto: Lourdes Rey

La preocupación ha mantenido en vilo desde hace casi dos semanas a los doctores Jorge Manuel Pérez Milián y Ernesto Díaz Padrón, especialistas de Primer y Segundo Grado en Medicina Interna, respectivamente. Ambos ocupan puestos imprescindibles; Jorge Manuel desde el Cuerpo de Guardia como vicedirector de urgencias, la primera puerta esperanzadora del paciente. Ernesto, Jefe del Grupo que atiende los casos confirmados con Covid-19, protagonistas anónimos de una escalada contra la muerte.

Desde el primer momento de la conversación trasmiten serenidad, sorprenden por la ecuanimidad del comportamiento. No obstante, confiesan temor a lo desconocido, a consecuencias no previstas que puedan aparecer  por ser una patología nueva, pero aclaran, “no debe suceder nada extraordinario porque la preparación fue de excelencia, poseemos los medicamentos más efectivos que se conocen y la tecnología para casos excepcionales, hay experiencia de otros eventos como dengues, meningo, cólera, influenza”, afirman confiados en las competencias profesionales.

Cuando atienden a los pacientes son irreconocibles hasta por los más allegados. Se enmascaran  con gorros, nasobucos, guantes, espejuelos de protección, sobrebatas, botas… “Eso es quizás lo más complicado porque tocar al paciente, hablar mucho con él, mirarle los ojos sin barreras es la práctica del médico cubano, algo que hemos limitado, pero se hace el examen físico, se ausculta, partimos de una idea preevaluada para el interrogatorio, de  forma concreta, con el propósito de minimizar el contacto”, explicó el doctor Ernesto.

Todas las medidas de bioseguridad están tomadas en esta institución de salud. Foto: Bolivia Tamara

“Están todos los filtros de prevención establecidos. Desde que se sabe que llegará un paciente al área de detección, se extreman las medidas de bioseguridad, se desinfecta al enfermo por primera vez en el Cuerpo de Guardia y luego procede el interrogatorio”, explicó Jorge Manuel.

“Lo que más duele es no abrazar a mi hija de 6 años, los otros dos varones entienden, tienen 11 y 14 años,  pero con ella ha sido difícil. Trato de no hablar de coronavirus en la casa, todo transcurre con normalidad en la familia. No somos héroes, cumplimos con el deber. Si hay algún heroísmo; en mi caso es contenerme a besarlos y abrazarlos, afirmó Ernesto. Jorge Manuel casi no hizo falta que hablara, vi por su rostro correr dos lágrimas: “Imagínese, periodista, a mi hijo de 11 meses no lo he besado en quince días”.

Sin dudas, a Ernesto y Jorge Manuel, los besos y los abrazos contenidos se le vuelven estrella dentro para coronar de amor a sus pacientes.

 

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