“El trabajo es la actividad más noble del ser humano, gracias al trabajo es que hemos evolucionado; el arte mismo, sin trabajo, no sería nada… A veces me he encontrado con muchachos con muchas condiciones, que piensan que con eso basta. Les he dicho: el mejor bailarín es el que trabaja más, si la naturaleza te dio la capacidad, tu responsabilidad es crecer en los salones de ensayo. ¿Cómo cree usted que me hice bailarina? ¿Por arte de magia? Eso lo logré trabajando todos los días, trabajando hasta el dolor, incluso cuando me sentía cansada. Cuando estaba operada de la vista, acostada en una cama, ahí también trabajaba: repasaba las coreografías, movía el cuerpo. Eso también es trabajo. ¿Qué es una persona que no trabaja? No es nada, no aporta nada. Por eso les digo a todos mis bailarines: han escogido una carrera de mucho sacrificio, aquí no se viene a descansar.
“Admiré a muchos dirigentes sindicales, eran compañeros que defendían con fuerza los intereses de los trabajadores. Siempre se ha dicho que el arte no tiene patria, pero que los artistas sí. Por eso nunca nos quedamos nada más que en el arte que entregábamos en los escenarios. Esa es nuestra primera función, pero no la única. Asistimos a congresos y asambleas, donde planteamos inquietudes de nuestros artistas. Después del triunfo de la Revolución, cuando tuvimos el apoyo necesario para hacer nuestro arte, el compromiso de los bailarines es con el pueblo. Por eso nos fuimos a los cañaverales, a las comunidades apartadas, a las unidades militares. Ballet para todos.
“De todos los reconocimientos y premios que he recibido, ese (el de Heroína del Trabajo de la República de Cuba) es uno de los más grandes. Me lo otorgaron a mí, pero creo que se lo merecían también otros muchos compañeros, los que trabajamos por hacer esta compañía. Este ha sido el sueño de muchas personas”.