Sí, Cuba habla fuerte y claro, ante la agresividad de Estados Unidos, para que se convenzan de que es una política fracasada pretender, con presiones y chantajes, desviarnos del rumbo escogido y defendido por el pueblo durante estos 60 años.
Y Cuba habla fuerte y claro también hacia lo interno, para que en la batalla por el desarrollo y por enfrentar el genocida obstáculo del bloqueo se destierren las actitudes egoístas, la vanidad, la desidia, la chapucería y el “no se puede”, y no se conviertan en traspiés al esfuerzo colectivo por avanzar.
Fueron temas abordados por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la reciente conmemoración de las acciones del 26 de Julio de 1953, en un homenaje, que como bien señaló, no puede quedarse encerrado en un acto, en unos versos o unas palabras de efemérides.
Y es así porque la historia que atesora la nación cubana, es una gran maestra, que señala rumbos, entrega ejemplos y aporta valores de los nacidos en esta tierra que en momentos decisivos dejaron de pensar en sí mismos para pensar como país.
Lo hicieron sin dejar de ser cubanos de su tiempo, capaces de amar intensamente a sus parejas y a sus hijos, de cultivar una amistad que se convirtió en hermandad por la coincidencia de ideales, y hasta de ir al combate con alegría. Eran muy jóvenes, como aquel muchacho con entonces 18 años que al enterarse de lo ocurrido en el Moncada salió a buscar armas para pelear como ellos y hasta concibió un plan que no pudo llevarse a cabo, para rescatar a los sobrevivientes presos en la cárcel de Boniato. Su nombre era Frank País García, quien tras escribir páginas de gloria en la lucha clandestina, fue asesinado el 30 de julio de 1957.
Fueron los valores y convicciones los que les permitieron a los integrantes de la Generación del Centenario enfrentar dificultades que parecían insalvables y no dejarse amilanar ante los reveses hasta conseguir el propósito trazado. Los guiaron el sentido de justicia, la lealtad a una causa, el respeto por la palabra empeñada, la confianza en la victoria, la fe inconmovible en el pueblo y la unidad como principio, recordó Díaz- Canel.
Cuidar ese legado como la niña de los ojos es el compromiso de los cubanos de hoy quienes enfrentados a enormes obstáculos estamos empeñados no solo en resistir sino en continuar construyendo un futuro mejor para todos.
Trabajadores y pueblo son los protagonistas de un 26 de julio renovado cada día, en los esfuerzos por extraer de cada colectivo laboral las reservas productivas, levantar la industria nacional para depender menos de las importaciones, buscar con creatividad nuevas fuentes exportables, lograr encadenamientos productivos para ser más eficientes, aprovechar al máximo las soluciones de los innovadores, poner en función de la economía el talento de las universidades…
En cuanto a los directivos, les toca actuar como verdaderos servidores públicos, latiendo al compás de las inquietudes de la población, y sintiéndose realizados cada vez que una medida se acompañe de la satisfacción de una necesidad sentida.
Solo así, unidos en un mismo empeño se logrará salir adelante en un entorno cada vez más complejo por el endurecimiento del cerco impuesto por el imperio y las pretensiones de su engendro legislativo y revanchista de la Helms-Burton.
Por estos días hemos sido testigos de numerosas obras de beneficio social que se han creado o reinaugurado en todo el país y del resultado de costosas inversiones en diversas esferas que redundan en mejoramiento de la vida del pueblo. Preservarlas se convierte en un deber colectivo, ya que como expresó el Presidente cubano, hoy defender la Patria pasa por cuidar y proteger sus escasos bienes materiales y deberán ser sancionados fuerte y oportunamente los que no lo entiendan.
La dirección revolucionaria está actuando sin descanso y con audacia y reclama de todos, responsabilidad y entrega. Son incompatibles en este propósito el burocratismo, la insensibilidad y la corrupción.
Luchar contra ellos es una tarea colectiva. Los trabajadores, como protagonistas principales de la sociedad que construimos, están llamados a denunciarlos y combatir cualquier manifestación de esos males, como soldados del socialismo en cada centro laboral.
En vano, Estados Unidos espera con su incesante asedio provocar en Cuba un estallido social. Le sorprenderá saber que ya el pueblo se levanta, pero no para echar abajo la Revolución sino para formar un potente coro que grita de un extremo a otro del país, fuerte y claro para que el imperio escuche bien y no se equivoque, la contundente frase de Maceo: ¡No nos entendemos!.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …