El valor agregado bruto: el dilema de un cálculo

El valor agregado bruto: el dilema de un cálculo

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Trabajar, producir, trabajar… y cobrar. El ciclo parece sencillo, pero a veces el resultado, ese sueldo, para algunos, es el comienzo de una dicotomía que no termina. Y casi siempre la querella es en contra de los indicadores que conforman la fórmula matemática que al calcularla obtiene el salario, el cual muchas veces no gusta.

Pero entre todas las variables, el premio al más criticado se lo lleva, con creces, el valor agregado bruto (VAB), uno de los más visibles para quien labora. El VAB representa el nuevo valor creado y es uno de los impulsores de que el resultado final aumente.

La doctora en ciencias Iris González Torres, profesora de la facultad de Economía de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz es una de las más conocedoras del tema en el territorio. Ella lleva años vinculada con la materia, y asegura que ese nuevo valor que se crea en cada etapa del proceso productivo necesita ser medido, aunque ya sea algo normado. “Es la contrapartida de lo que se distribuye y si no se crean bienes y servicios no se pueden distribuir resultados financieros; allí es donde se forma este valor que permite contabilizar lo generado. Además, cualquier actividad económica es muy diversa y no todo es contable en términos físicos”, acota.

Allí radica su importancia, dice la catedrática. Claro que este término contribuye además, a conocer cuánto gastas para producir o generar un servicio. “Es un indicador fundamental – continúa – para alertar con relación a los bienes y servicios, y comprobar la eficiencia con la que se están creando los bienes y servicios. Advierte, además, la relación que existe entre el consumo productivo y la producción, o sea el valor de toda la producción.

“Aunque fue originalmente aplicado en la macro economía, la práctica indica que es muy útil para la meso y la microeconomía, a niveles intermedios como en la provincia o el municipio y a nivel de entidad económica. Y es así porque al calcular el consumo productivo obtienes lo que se gasta en materias primas y materiales, en energía, en combustible; mientras que si se deteriora enciende un bombillito rojo que indica problemas”.

Claro que esas contrariedades pueden ser provocadas por disímiles causas como la obsolescencia tecnológica, una de las más usuales. Pero el simple conocimiento ya denota las soluciones y genera mayor control; por ejemplo en el caso de las deterioradas maquinarias la respuesta puede estar en las innovaciones, ya que siempre no se pueden comprar piezas nuevas.

Para poder sustituir equipos o transformar otras cuestiones es necesario crear fondos especiales para ello y realizar  otras actividades para que la economía crezca, “esos elementos se articulan y son el eje central del valor agregado”.

Pero como se acerca el VIII Congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec) y sus miembros abogan por fortalecerse y contribuir a la Actualización del Modelo Económico Cubano de Desarrollo Socialista, la doctora alega que es necesario extender el cálculo del valor agregado a las entidades presupuestadas que en su mayoría solo generan servicios.

“Lo que pasa es que ese servicio, que sería la producción, es intangible, como lo que hacen los trabajadores de salud, los maestros. Pero es valor al final”, dice la doctora y es un elemento a tener en cuenta.

“En las economías de mercado –continúa–  se resuelve fácilmente: la actividad física que se realizó se multiplica por el precio del mercado; pero en Cuba no hay mercado para la salud, ni la educación, por eso es que se requieren condiciones específicas para calcular el valor agregado bruto”.

La proforma para calcularlo, según explica la académica, sería sobre  la base del gasto, pero eliminando las pérdidas. “Cuando hay problema de eficiencia y de bajo control de los recursos, esos datos no se deben incluir, porque distorsionan y es una pérdida que al final asume el presupuesto del estado; eso sería eliminado. Entonces a la  producción de bienes y servicios a partir de la magnitud del gasto que se realiza y se le resta el consumo productivo y obtendremos el valor agregado”.

Esa idea aún está en estudio y le afectarían cuestiones como la dualidad monetaria, que aún no tiene un final feliz. Pero su aplicación contribuiría a la racionalidad del gasto, al control del mismo y a hacerle menos daño al presupuesto. “Sería un control adicional sobre el gasto que contribuiría al control interno”, apuntó la doctora.

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