El limitado acceso a la salud con que los brasileños arribaron al siglo XX no era un problema nuevo, sino la herencia de gobiernos cuyas prioridades distaban del compromiso con mejorar el nivel de vida de la mayor parte de sus ciudadanos.
Para resolver de una buena vez tal asunto surge el programa Más médicos (PMM). La iniciativa fue llevada a cabo durante el primer mandato de Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, en alianza entonces con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y el vicepresidente Michel Temer, después traidor.
En sus inicios el PMM se propuso garantizar una cobertura médica casi completa con lo que tenían a mano —doctores graduados en otros países— y así ganar tiempo para un segundo momento, revolucionar la formación académica de los trabajadores de la salud.
Desde la implementación, en el año 2013, al PMM se le dio seguimiento desde diferentes perspectivas, la férrea oposición impuesta por el Colegio Médico de Brasil así lo demandó. Su efectividad se evaluó en todas las aristas posibles y si algo sobresalía en cada investigación es que, sin ser un proyecto perfecto, eran más los beneficios que sus lunares.
Uno de los estudios se centró en evaluar el comportamiento de los médicos cubanos, más allá de su sapiencia. Humanismo de médicos cooperantes cubanos en Brasil: narrativas de equipos de atención básica, así se llamó y fue realizado por expertos de las universidades de Brasilia y Paraiba. Los resultados fueron aprobados por el Comité de Ética de la Facultad de Ciencias de la Salud del primero de los centros de educación mencionados, y en el 2017 se publicó en la Revista Panamericana de Salud Pública.
En las conclusiones de Humanismo de…, los autores destacan que “se constataron diferencias en los patrones de atención de los médicos cooperantes cubanos del programa Mais Médicos con respecto a los médicos que ejercieron en las comunidades estudiadas antes de la implantación de ese programa (…) tanto en la consulta médica como en la solución de sus problemas, la empatía, el respeto y, en general, el humanismo con el que tratan a los pacientes”.
Pero vayamos por partes
La investigación comienza por reconocer que desde el 2008 el Informe sobre Salud en el Mundo llamaba la atención acerca de que los sistemas de salud estaban creciendo en dirección contraria a la equidad y la justicia social, por lo cual recomendaba “alinear las políticas en materia de recursos humanos y su formación con valores que promuevan esas aspiraciones en la práctica médica. (…) La justicia social debería ser un contenido central de la formación ética en la carrera de medicina, ya que los médicos deben trabajar por el cambio en la sociedad para disminuir la inequidad”.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) por su parte, recomendó en el 2010 incluir en los planes de estudio la capacidad de “establecer relaciones de respeto y confianza para dialogar y negociar con los ciudadanos/ comunidad, equipos/ Comunidades y otros sectores, respetando la diversidad cultural”. Es decir, añadir la formación en valores humanistas, entendiendo que el paciente no es un “cliente”, sino un ser humano que sufre y solicita alivio, para lo cual es preciso cultivar la capacidad de brindar afecto, apoyo, respeto y solidaridad.
Sobre este tema, los expertos recuerdan que la Junta Estadounidense de Medicina Interna (American Board of Internal Medicine) coincidía en que las cualidades humanistas podían expresarse en forma de preocupación profesional, integridad, respeto, compasión, responsabilidad, cortesía y sensibilidad hacia el paciente, mientras otros autores se refieren al mismo concepto como respeto por la dignidad de las personas.
Pero la lógica del mercado, incorporada a la práctica médica, estimula pautas ligadas al lucro, la aplicación de tecnologías y la competencia, las cuales muchas veces entran en contradicción con los valores más elementales del humanismo.
“El modelo biomédico que ‘cosifica’ al paciente atenta contra la comprensión humana del prójimo. La deshumanización de la atención médica es un reflejo de la deshumanización de la sociedad en general, donde el individualismo y la exacerbación del lucro están por encima de los valores humanos”, aseguran los expertos de Brasilia y Paraiba.
Aprender desde las aulas
Tal como reconoce la investigación, las transformaciones en el campo de la educación y la salud en Cuba comenzaron desde el mismo triunfo de la Revolución, en 1959, al universalizar la gratuidad de esos servicios cuyo desarrollo y financiamiento asumió el Estado.
Desde el punto de vista institucional, los expertos registran varios hitos, el primero, la creación del Ministerio de Salud Pública (1961), el cual diseña un sistema que incluyó el proyecto educativo que en la década de los 80 reorientó la formación médica hacia la atención primaria de salud (APS). Para completar el proceso, las universidades de ciencias médicas pasaron a depender, administrativa y metodológicamente, del propio Ministerio.
Desde entonces, alrededor de 13 % del plan curricular está enfocado a la APS, afirma la investigación y añade que entre los objetivos se encuentra la llamada “educación en el trabajo”, que ocupa el 60 % de las 10 mil 872 horas que componen el programa de pregrado de la carrera de Medicina en Cuba.
En el contexto de esa educación en el trabajo, los estudiantes de Medicina cubanos reciben como contenido transversal lo que denominan “educación en valores” —comprende la responsabilidad, la puntualidad, la comprensión y el respeto de los alumnos hacia los pacientes, apoyados en el ejemplo de los docentes—, así como contenidos específicos de ética médica.
En Brasil, destacan, la formación médica comenzó luego del traslado de la monarquía portuguesa hacia Río de Janeiro, en 1808, cuando se abrieron los cursos de cirugía y anatomía. La primera reforma tuvo lugar en 1912, etapa en la que se inserta la medicina legal, pero no la enseñanza de la ética médica, disciplina que tuvo que esperar por la Resolución 8, de 1969, para ser comprendida en el currículo de la carrera: “No obstante, la formación en esta materia continuó siendo teórica, poco humanista y basada en la especialidad, con un perfil individualista centrado en el hospital”, afirman.
Refieren además que “recién en el 2013, a partir de la creación del programa Mais Médicos, se estableció la obligatoriedad de que los cursos de medicina se guiaran por las Directrices Curriculares Nacionales de la Carrera de Medicina (Ley 12.871, artículo 4), con una declaración explícita de basar la formación médica en principios éticos y humanistas”.
El prestigio social de los médicos brasileños no aumentó en la misma proporción que los avances en las ciencias médicas, aseguró el profesor de bioética Muñoz y Muñoz, citado por los autores del estudio. Eso explica los “frecuentes reclamos presentados ante los consejos regionales de medicina, en el sentido de que las prácticas de estos profesionales eran poco humanas y carentes de una conducta digna”, aseveran.
Programa Más Médicos
Los investigadores de Brasilia y Paraiba aplicaron durante su estudio encuestas a las autoridades, a brasileños miembros de los equipos de salud y a pacientes. Según los relatos colectados, los médicos cubanos, además de permanecer más tiempo en las consultas y vinculados al programa, daban un mayor seguimiento a los enfermos. También destacaron su dimensión humana y sus capacidades para solucionar problemas.
“Mientras que la presión arterial no quede normal, el médico no deja de atender, y el brasileño no hace eso”, reconoció uno de los entrevistados, mientras otro ponía el ejemplo de un bebé de cuatro meses que pasó por tres centros de salud y nadie se percató de que era ciego, solo la doctora cubana que se sentó a observarlo.
Luego de procesar las respuestas, los investigadores coincidieron en que el compromiso y la empatía de los médicos cubanos obtuvo un reconocimiento mayor que el del resto de los vinculados a PMM, y que la mayoría advierte su capacidad de escuchar, mirar a la cara, conversar, examinar…
Esas diferencias, que no pasaron desapercibidas para ninguno de los segmentos entrevistados, fueron argumentadas por los investigadores a partir de las disparidades en los planes de estudio: “al médico cubano formado en la APS con valores humanistas se opone el perfil biomédico brasileño basado en el paradigma flexneriano*”, que comenzó a matizarse luego de la implementación del PMM, cuando se incorpora al currículo un internado obligatorio en APS.
El ejemplo de la ética médica humanista que dejaron los cooperantes cubanos sembró una huella en el sistema de salud y en la formación académica brasileña que permanecerá más allá del recuerdo en pacientes agradecidos, y de coyunturas políticas que finalmente quedarán superadas por la historia.
*Paradigma flexneriano: promueve la incorporación y modernización de las ciencias básicas preclínicas en la carrera de Medicina, así como el desarrollo de la infraestructura biomédica, sin embargo, deja de lado temas como la medicina preventiva, integral y comunitaria. Su nombre proviene de Abraham Flexner, reconocido pedagogo norteamericano que en 1910 publicó un informe sobre la educación médica en Estados Unidos y Canadá que revolucionó la enseñanza de esa especialidad en muchos países del mundo