Concluyó Arte para Mamá, la gran Feria Nacional de Artesanía artística que cada año organiza el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en ocasión del Día de las Madres; un evento que si bien es cierto que de alguna manera superó en calidad las ediciones anteriores, también demostró que aún precisa de estudios, sobre todo de mercado, que lo sitúen a la altura de las reales posibilidades adquisitivas de la mayoría de los cubanos que concurren al recinto ferial Pabexpo en busca de algún buen regalo, ante las escasas ofertas de las tiendas recaudadoras de divisas —donde prácticamente solo se encuentran algunos perfumes y cosméticos propios para el momento— y los rústicos, arcaicos y antiestéticos artículos que se venden en la red de venta en moneda nacional.
Arte para Mamá tuvo significativos logros este año. El principal de ellos fue una mejor selección de los creadores con stands individuales, para lo cual se tuvo en cuenta la calidad, el diseño y la utilidad de los productos escogidos para su comercialización, interés que, por otra parte, posibilitó adecuar las áreas expositivas de manera más holgada, favoreciendo la circulación del público, aspecto que debiera prevalecer en el resto de las ferias de este tipo.
En tal sentido, aún podrían valorarse mejor las producciones —en especial calzados y bisutería— cuyos diseños son reiterativos, prácticamente idénticos entre unos y otros exponentes; mientras que a la variedad de extrañas espigas, que vinieron para definitivamente desplazar las aborrecibles flores artificiales, se sumaron algunas que sobrepasaron los límites del kitsch, como las realizadas con burdos trozos de poliespuma, escasamente coloreados, que incentivan entre la población el mal gusto en la decoración de los interiores de los hogares.
Lógicamente, quienes adquieren esos “adornos” a precios muy bajos tienen que resignarse a estos, ya que no pueden comprar otros con incuestionables niveles artísticos, debido a que en sus bolsillos la cuenta no da. Muchos los compran para cumplir ineludibles compromisos, y no para su consumo, conscientes de las imperfecciones estéticas de las mal llamadas “artesanías artísticas”. Por otra parte, ¿cuántas personas pueden obtener un juego de cuarto que sobrepasa los 25 mil pesos cubanos (mil CUC); o un simple bolso para señora en más de mil pesos (40 CUC)?
Las dos grandes oportunidades previstas para la oferta de artesanías artísticas en Pabexpo y, además, en Arte en La Rampa, respectivamente, son muestrarios que parecieran estar diseñados para quienes poseen elevado nivel adquisitivo, los extranjeros que nos visitan y los que reciben jugosas remesas del exterior. Los artesanos arguyen que no pueden bajar los costos de sus bienes debido a que las materias primas con las que trabajan tienen que conseguirlas en el exterior o en el mercado negro a precios elevadísimos, ante la ausencia de tiendas estatales que les provean esos recursos con beneficiosas moderaciones en sus importes.
Cierto es que en cualquier lugar del mundo, el “arte” se cotiza caro, y esta no es una excepción. Lo que sucede es que el público cubano no está preparado para este tipo de ofertas y, por otro lado, su poder adquisitivo, aunque lo estuviera, no le permite a la mayoría disponer de ellas. ¿Cuántos cientos de trabajadores de disímiles organismos del Estado recorrieron Pabexpo y se lamentaron de no poder comprar muchos de los artículos exhibidos? Arte para Mamá, la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) y Arte en La Rampa, visualmente satisfacen todos los gustos, pero la mayoría de sus ofertas no son asequibles para todos, aunque el FCBC luche por ese fin.
Ante la imposibilidad de encontrar en los comercios del Estado algún obsequio bonito, valioso y útil para nuestras madres, Arte para Mamá, resultaría, en tan noble intención, la gran solución. Pero, en honor a la verdad, aún no lo es.
Habría que replantearse eventos que tuvieran más opciones —además de las ya conseguidas— para los que únicamente cuentan con el insuficiente salario mensual. Los elevados importes de las piezas en exhibición pudieran combinarse con una mayor diversidad de productos elaborados con bajos costos, pero con irrefutable nivel estético, aspecto que dependería de la voluntad de los creadores y de las exigencias de los curadores de estas expoventas.
Arte para Mamá, concebido este año como referente en la organización de Fiart, demostró, asimismo, la importancia que el público adjudica a los productos textiles nacionales, verdaderos exponentes de la creación artística manual, en contraposición a las producciones que generalmente se ofertan en varios de los stands de otros países que acuden a la cita del mes de diciembre, donde pasan “gato por liebre” al incorporar piezas de elaboración totalmente industrial, las cuales venden —porque les resulta posible hacerlo sin perjuicios económicos— a bajísimos precios. Corresponde al FCBC tomar medidas para preservar las características técnico productivas de ese encuentro, no solo con el fin de proteger a nuestros artífices, sino también el prestigio de la Feria y el honor de su nombre.
Muchas personas que esperaron Arte para Mamá para agasajar a sus progenitoras lamentaron que en esta ocasión se realizó en corto tiempo —una semana antes y una después de la efeméride—. De cualquier modo, Pabexpo volvió a servir de espacio excepcional para la artesanía artística. Allí, sin duda, se ha hecho más popular, porque a pesar de las deficiencias, constituye grandiosa y variopinta vitrina donde pueden disfrutarse de los valores artísticos y utilitarios de la artesanía cubana contemporánea