A lo lejos, la vaquería 101, de la UEB La Barbarita, es igual al resto de las típicas que animan el paisaje de la Empresa Genética Camilo Cienfuegos, de Pinar del Río; de cerca, descubres un conjunto de tecnologías que no solo la diferencian, sino que hacen más llevadera la vida de los ganaderos y aseguran la calidad de la leche vacuna que allí se acopia.
Bordeando el camino y los linderos, siete kilómetros de cercas eléctricas, con un sistema de generación de energía solar que la independiza del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), garantizan durante las 24 horas del día, la estabulación del ganado en sus respectivos cuartones.
Poco antes de la entrada, una batería de paneles solares generan la energía necesaria para que una bomba sumergible extraiga el agua del subsuelo, suficiente para abastecer a los cerca de 200 animales que permanecen en sus predios, la casa del vaquero, las actividades de limpieza de los utensilios y el sistema de ordeño.
Seguidamente, permanece funcionando el biodigestor de origen alemán que instalaron en 1994, y que a partir de las excretas de los vacunos produce biogás para la cocción de los alimentos, el cual pudiera emplearse en el alumbrado de la vivienda y la vaquería.
Ya en el interior del recinto, sorprende el conjunto de celdas fotovoltaicas que hacen funcionar a los calentadores solares con los cuales se eleva la temperatura del agua empleada en la limpieza de los equipos de ordeño mecánico, termos de enfriamiento y demás utensilios necesarios para la manipulación y acopio de la leche.
Un conjunto de tecnologías que aún no dan autonomía energética a la vaquería (falta abastecer a la moledora de forraje, el ordeño mecánico y la refrigeración de la leche), pero que tienen incidencia directa en la calidad de la leche, el ahorro de la electricidad convencional y la calidad de vida de sus trabajadores.
Probar antes de generalizar
La vaquería 101 de La Barbarita es el polígono donde se prueba la eficacia del empleo de fuentes renovables en la ganadería, a partir de lo cual muchas de estas ya se han extendido por el país o se hallan en fase de introducción, apoyando el cambio de la matriz energética que se propone Cuba para los próximos años, explicó Juan Garzón Perera, especialista de la Dirección de Ingeniería Agropecuaria y Uso de Fuentes de Energía Renovables, del Ministerio de la Agricultura.
Ya se instalaron las primeras 130 unidades de bombeo solar fotovoltaico distribuidas por todo el país, y se inició el montaje de otras mil, lo que ha requerido la capacitación a los montadores y a los usuarios de los sistemas, para lograr que tengan toda la funcionalidad posible y aseguren los procesos en las vaquerías, comentó Garzón.
Manifestó que establecieron alrededor de 300 calentadores solares anualmente, respaldados por la producción nacional, lo que permite mantener un ritmo que irá en aumento cada año, priorizando aquellas vaquerías que cuentan con ordeño mecánico para garantizar la calidad de la leche mediante la higienización de esos sistemas, el lavado de las ubres, las manos y los utensilios empleados en la obtención del alimento.
Con el concepto de que el vaquero tenga su vivienda en la propia unidad, los paneles solares favorecen la energía doméstica y de los alumbrados interiores, por lo que aquí se instalaron 3 kW de potencia solar fotovoltaica con un sistema de batería que logra una independencia de 72 horas.
Las cercas eléctricas, dice el especialista, son una realidad en la ganadería cubana, pues se alcanza desde hace unos años un ritmo de instalación de 3 mil unidades, de las cuales el 30 % generan a través de un sencillo sistema de energía fotovoltaica, que mantiene el acuartonamiento de los rebaños todo el día, ya que cuentan con baterías para trabajar cuando no hay disponibilidad de luz.
“Vamos a probar aquí un sistema para el enfriamiento de la leche, un termo que tendrá capacidad para 200 litros, que permitirá evaluar el resultado para generalizarlo en aquellos lugares de difícil acceso, donde se pueda conservar la leche fresca hasta que llegue el carro del lácteo para su traslado a la industria.
“Los paneles solares han demostrado ser más eficientes que los molinos a viento para extraer el agua del subsuelo, los costos de explotación son ínfimos pues solo es necesario conservar las celdas limpias, y son más fáciles de desarmar para resguardarlos de los fuertes vientos de los huracanes, y luego volverlos a armar, lo más aconsejable ante un fenómeno de esta naturaleza, si embargo algunos resisten”.
Aunque funciona en unas 300 vaquerías la aplicación del biogás está limitada en unidades similares, las cuales deben estar libres de tierra u otro contaminante. No obstante, se analiza la posibilidad del montaje de generadores de baja potencia (10-15 kW) que permitirían abastecer distintos períodos del día y tener un impacto en la reducción del consumo eléctrico de la unidad.
El empleo de este gas natural tiene su fuerte en la rama porcina, en la cual funcionan más de 3 mil biodigestores, que abastecen el alumbrado de las instalaciones productivas donde hay convenios porcinos, se utiliza en la cocción de los alimentos y ya se extiende la modalidad de hacer redes de usuarios entre vecinos, lo que tiene un impacto indudable en el ahorro de electricidad. Se hacen estudios para la generación a partir de la biomasa forestal y del marabú, lo que pudiera ser promisorio en el futuro, aseguró Garzón.
Sin apagones
Cuando en muchas vaquerías cercanas hay que interrumpir el ordeño o hacerlo a la luz de “las chismosas” por los reiterados apagones de la zona, en la 101 tienen total confianza de que lo harán a la luz de las bombillas, pues poseen la energía que emana de la generación solar.
Así lo confirmó Rilove Inguanzo Girao, administrador de la entidad, quien ha tenido que leer mucho y beber de los conocimientos de otros para entender y proteger el funcionamiento de todos los sistemas que funcionan allí.
Reconoce el impacto del uso de las fuentes renovables en la producción, que garantizan una calidad óptima de la leche, por lo cual obtienen el precio máximo por cada litro, además de contar con agua caliente, luz y biogás para las labores domésticas, lo que indudablemente eleva la calidad de vida.
Miguel Ángel Menéndez, jefe de la UEB, habló del ahorro de electricidad en las unidades con biodigestores: para la cocción de los alimentos prescinden de equipos eléctricos y de ese modo ahorran de 3 a 5 kW de corriente diariamente, mientras Carisol Cruz, una muchacha que atiende la alimentación de la reses, prefiere estar más en la vivienda de la vaquería que en la suya propia, dadas las ventajas de esta vida al compás del sol.