Madre, mírame por la ventana

Madre, mírame por la ventana

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Aquella mañana cuando fui solo por vez primera a la escuela tus ojos merecían un poema. Y hasta 10. Aquella tarde en que llegué con la rodilla ensangrentada por una caída tus ojos no pudieron aguantar al espanto. Y saltaron llorosos. Aquella noche en que la fiebre no bajaba con nada tus ojos se pusieron más chinos. Y abrazaron mi piel.

 

 

Así pudiera empezar el más fiel de los homenajes a todas las madres del mundo a través de los ojos con los que siempre miran, cuidan y apapachan a sus hijos o hijas. Sin embargo, no es precisamente la prosa melodiosa el mejor regalo para ellas hoy. La inspiración busca otro refugio, el de una historia real desde los sentimientos más puros.

El pequeño nació con una enfermedad algo rara. Se cansaba al caminar y hubo que ponerle yeso por más de un año cuando apagó un cake con tres velitas. A su lado, para el baño y las noches frías estaba su mamá joven y vigorosa. A su lado, para pasar el día leyendo libros de cuentos y jugando con soldaditos y máquinitas viejas estaba su mamá experimentada e incansable.

Así creció. Con dos madres de un mismo tronco. Con la más joven compartía playa, fiestas, música y muchas tareas de escuela juntos. Con la abuela sin canas el aprendizaje de la vida: cocinar, planchar, limpiar y amar. Era una suerte de confesiones repartidas, sin que mediaran más secretos que el de una ventana enorme en la sala de la casa, por donde los tres se asomaban. Todos juntos.

Un día tocó el turno de andar solo. Con las dos madres siempre en la retaguardia. Y hubo tropiezos, pruebas de fuego y hasta una paternidad universitaria. Abuela y bisabuela volvieron al estado inicial de años atrás, solo que ahora sonreían felices y complacían sin remedios los pedidos y antojos de nietas y bisnietas. ¿Será que ser madre por segunda o tercera vez es el acto más sublime que pueda haber? Quizás.

Cada segundo domingo de mayo lo más común era dedicarle postales que el cartero traía puntual ese día; darles un regalo escondido en el escaparate hasta esa mañana y que había sido comprado con ahorros de meses; un almuerzo de bistec empanizado con congrí y flan de postre. Finalmente la ventana de la sala. Allí iban ellas a contar las horas vividas, a vaticinar el futuro, a abrazar al niño grande que ya caminaba sin problemas y no se cansaba de reír y soñar con ser periodista.

Margarita y Pucha. Mi madre y mi abuela. A la primera aún la tengo con el nerviosismo de querer hablar más rápido para atrapar así más ternura. A la segunda la llevo en mi corazón y en cada uno de mis pasos, tras robármela la diabetis hace casi 15 años. Si puedo escribir esto con emoción y ganas es por ellas. Y aunque hace mucho tiempo no vivimos en aquella casa de un 5to piso, todavía siento que una de mis mayores lecciones de amor siempre llegaron desde esa ventana de la sala por donde mirábamos juntos.

Ojalá muchos tengan las suyas. Ojalá las recuerden como yo y abracen entonces a sus madres y abuelas con la misma fuerza que lo sigo haciendo yo este Día de las Madres ¡FELICIDADES!

Acerca del autor

Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.

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2 comentarios en Madre, mírame por la ventana

  1. Muy tierno todo que lindo su relato que agradecido.Usted es mercedor de todo lo bello de este mundo por su nobleza inmensa.Dios lo bendiga.

  2. Hola buenas tardes me ha encantado la manera en que relatas tus anécdotas,tus vivencias y tus añoranzas.Es muy lindo gesto y dedicación de tu parte cuando hablas de la familia,de tu familia y eso es muy lindo.Te felicito y que siempre sigas asi brindándole a tus seguidores y al mundo lo que haces tan bonito.Bendiciones miles.

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