La Habana ya no es la misma. Hoy arterias y avenidas principales se convierten en vertederos, y a muchos parece no importarles. Las carencias de recursos materiales y humanos para las prestaciones de los servicios comunales hacen de la capital de todos los cubanos un lugar distinto en la que, según el sentir de los más viejos, llegó a ser, hace algunos años, una de las ciudades más limpias.

Indisciplinas sociales —factor que propicia dicho escenario— son visibles desde cualquier rincón de la urbe y los hechos vandálicos continúan; se impone que las autoridades pertinentes pongan mano dura que llegue hasta los bolsillos de quienes no respetan la propiedad pública.
El combustible, la escasa disponibilidad técnica debido a la falta de piezas, baterías y neumáticos para su reparación y la fluctuación de la fuerza de trabajo agudizan la situación.
“Crear conciencia social, así como aplicar las facultades que tiene hoy la empresa estatal socialista para alcanzar mejores resultados en materia de eficiencia, calidad e ingresos a los trabajadores es el camino para revertir la crítica realidad de estos servicios en toda Cuba”, comentó a Trabajadores Yaisel Osvaldo Pieter Terry, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública (SNTAP).
La unidad de los organismos y estructuras del territorio capitalino es fundamental, sin embargo, constituye una tarea difícil. Mariano Suárez del Villar Farrés, director de la Dirección Provincial de Servicios Comunales de La Habana, señala que el parque de vehículos tiene un 43,5 % de la disponibilidad técnica y cuentan con alrededor de 9 mil trabajadores vinculados al proceso, cifras insuficientes para la ardua labor.
Para variar los resultados es crucial que el movimiento sindical exija con mayor rigor a los directores de los organismos presupuestados mejoras en las condiciones de trabajo. Yaisel Osvaldo refirió que persisten “la falta de medios de protección —guantes, nasobucos o calzados— que deben suministrar las administraciones, y a su vez existe el descontrol de su uso por los empleados”.
Los problemas afectan también los servicios necrológicos, y según el dirigente sindical “la mala organización y el envejecimiento del personal que labora en estos, sobre todo en los cementerios”, forman parte de las causas. “Los sepultureros, por ejemplo, tienen un salario mínimo de apenas 2 mil 700 pesos, sueldo sin otras facilidades de pago como las utilidades”, aseveró.
Suárez del Villar Farrés añadió que son “verdaderos magos a la hora de cumplir con la demanda. No obstante, rescataron aquellos servicios que no se ofrecían a la población como los brindados por las cafeterías en las funerarias para la atención a los familiares de los fallecidos”.
Las labores no cesan. Hoy son muchos los organismos y entidades sumados a la misión de higienizar nuestros territorios con motivo de los desfiles por el Primero de Mayo, y como cada año se reconocerá la eficiencia con la que, concluidas las marchas, los trabajadores del sector devuelven la limpieza a las calles.