De la agricultura brota – y no por arte de magia- la base alimentaria de la sociedad. De lograrlo se ocupan hombres y mujeres cuyo esfuerzo de sol a sol hace posible que tengamos viandas, granos, hortalizas, frutales y cultivos no menos importante como el café y el tabaco, entre otros.

Por su naturaleza, por su impacto en la población, es un puntal vital en nuestro sistema económico. De igual manera, ofrece oportunidades de empleo en los campos y también en las ciudades a través de organopónicos, por solo citar un ejemplo.

Cabe agregar que también constituye una vía expedita para sustituir importaciones, impulsar las exportaciones tradicionales y generar nuevos renglones.


La batalla por la soberanía alimentaria –en la que aun queda mucho por hacer- toca directamente al sector cooperativo y campesino. No es otra cosa que colocar las producciones agrícolas y pecuarias en la mesa de los hogares cubanos y que a éstos lleguen de manera accesible, con buenos precios, ofertas y aseguren una alimentación sana y adecuada.


Lo anterior resulta sin dudas una cuestión de la más alta e inaplazable prioridad y de permanente convocatoria en tan decisiva actividad económica.

Acerca del autor
Graduado de Licenciatura en Periodismo, en 1976, en la Universidad de La Habana. Hizo el servicio social en el periódico Victoria, del municipio especial isla de la Juventud, durante dos años.
Desde 1978 labora en el periódico Trabajadores como reportero y atiende, desde 1981 temas relacionados con la industria sideromecánica. Obtuvo premio en el concurso Primero de Mayo en 1999 y en la edición de 2009. Es coautor del libro Madera de Héroes.