Sancti Spíritus.— En buena lid, la estación de alevinaje de La Sierpe, ubicada al sur de esta provincia, rompió el récord de producción de alevines en el país al lograr unos 40 millones al término del año 2024. Un logro sin ánimos competitivos, más bien con la mira en aprovechar las potencialidades de la instalación para proporcionar alternativas a este sector.

Con ese primer eslabón del potencial acuícola de la provincia en la cima del podio, la Empresa Pesquera Sancti Spíritus (Pescaspir) sacó una considerable ventaja también en los índices de captura y en el procesamiento industrial. Con esos resultados fue reconocida como la entidad más integral del sector en Cuba, la sede de las actividades centrales y del acto nacional por el 8 de abril, Día del Trabajador de la Industria Pesquera.
Ciencia y eficiencia
En medio de la llanura sur de Sancti Spíritus, bañada por las aguas de la presa Zaza, se erige la estación, considerada centro científico de la acuicultura en el territorio.
Erich Pérez Márquez, director de Pescaspir, resaltó la sapiencia técnico-profesional del colectivo de esa unidad empresarial de base (UEB) denominada Acuisier: “Aquí saben hacer las cosas bien y son eficientes. Además del crecimiento exponencial del plan alcanzaron índices de supervivencia por encima del 54 por ciento.

“Producir un millón de alevines demanda el doble de larvas. Si sembramos esa cifra obtendremos, como máximo, unas 100 toneladas de pescado. Los embalses de la región demandan unos 36,7 millones de peces jóvenes. Superar esa cifra permite realizar una sobresiembra de hasta un 120 % para asegurar una supervivencia real”, detalló el directivo.
Como pez en el agua
Con unos 26 calendarios dedicados a la piscicultura —cría de peces de agua dulce— Orelvis Hernández González se ha convertido en el padre de los conocimientos sobre estos peces. Llegó a la estación tras su graduación como técnico en Biología marina y allí ancló su expediente laboral.
“Estoy a cargo de la reproducción de ciprínidos, término que contempla especies como la tenca, la amura, el colossoma y la carpa roja. Es un proceso largo. El primer paso es formar un banco de reproductores con buenos ejemplares para realizar la reproducción artificial.
“Seleccionamos los reproductores, les inyectamos hormonas sintéticas para estimular al pez y lograr el desove. Unimos los huevos de la hembra con la esperma del animal masculino. Ese producto se deposita en incubadoras tres días hasta que la larva sale con sus órganos formados: boca, aletas y la vejiga natatoria. Luego se siembran en estanques destinados al alevinaje, donde los animales alcanzan un peso de 5 a 10 gramos en un término de 40 a 45 días. Esa es la talla ideal para la repoblación de las presas”, explicó el especialista.
“Los ciclos de reproducción se hacen cada cuatro meses. La calidad del proceso depende de condiciones especiales de temperatura, alimentación y buen régimen hidroquímico”, acotó el biólogo.
Un colectivo fértil
A decir de Gelasio Triana Gómez, director de producción de Acuisier, los apagones han demandado cuotas extras de esfuerzo. “La electricidad es imprescindible para el funcionamiento de la tecnología utilizada en el crecimiento de las larvas. Por esa razón comenzamos la actual campaña con retrasos, pero ya se montó un grupo electrógeno. Realizamos el primer desove y ya tenemos 13,5 hectáreas sembradas”, apuntó.
Estructuralmente, además de la sala de reproducción, la UEB cuenta con cinco granjas para la cría del alevín, unas con piscinas de cemento y otras con estanques de tierra. Se aprovisionan con el agua que llega por el canal magistral de la presa Zaza hasta uno de suministro. Los estanques se roturan, se montan y se fertilizan con gallinaza, urea y otros productos para lograr el zooplancton y fitoplancton, nutrientes básicos en la alimentación de estas especies.
Aun con la deuda latiente de recuperar la tilapia y claria (especies que dependen de alimento importado), la eficiencia de ese colectivo está probada. Además del éxito en su principal encargo, en el 2024 produjeron cinco toneladas de pescado destinados al procesamiento industrial, a partir de un policultivo y otras cinco toneladas de colossoma, una especie de reciente desarrollo en el país que encontró potencialidades al sur de Sancti Spíritus.