Aunque la compleja situación financiera que desde hace años enfrenta Cuba nos obligó a recurrir a la dolarización parcial de la economía, el propósito sigue siendo la desdolarización.

Castillo Rodríguez
Es lo primero que aclara Mildrey Granadillo de la Torre, vice ministra primera de Economía y Planificación (MEP), en alusión a este proceso transitorio y gradual, que se inserta dentro de los objetivos del Programa de Gobierno iniciado en el 2024 para reanimar la economía y corregir distorsiones.
También subraya que el peso cubano (CUP) continuará siendo el componente esencial del sistema financiero, y que para la implementación de la dolarización parcial se tuvieron en cuenta la experiencia internacional y la de nuestro propio país.
Ahora se retoma bajo un recrudecido bloqueo estadounidense que precisamente dificulta el acceso a las divisas; en tanto por esa vía se procura captar la mayor cantidad posible con el fin de asumir los principales gastos y compromisos de la nación.
En el Programa de Gobierno anunciado en diciembre del 2023 por el primer ministro Manuel Marrero, uno de sus objetivos es la Estabilización Macroeconómica, la cual transita por la desdolarización parcial, la reducción de la inflación y la transformación del mercado cambiario, y otras medidas.
“Con la dolarización parcial se pretende una mayor presencia de productos nacionales en los establecimientos que vendan en divisas, y a partir de los ingresos que se capten estimular la producción nacional, al sector exportador, el encadenamiento entre los actores económicos y fortalecer la empresa estatal socialista”, puntualiza Mildrey Granadillo.
De acuerdo con Yamilé Álvarez Tejo, jefa del Departamento Comercial de la cadena de Tiendas Caribe, unas 200 unidades, el 10 % de las destinadas a la venta en MLC, ofrecerán sus bienes y servicios en USD.
Concretamente 103 se hallan en polos o instalaciones turísticas como el hotel Gran Muthu, en 3ra. y 70, en Playa, y 65 están diseminadas en municipios cabeceras. Además de las radicadas en La Habana ya se han abierto establecimientos en Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín, Matanzas, Cienfuegos, Artemisa, Mayabeque y Pinar del Río, y por problemas de logística no se ha avanzado de acuerdo con el cronograma.
La vicetitular primera del MEP señala que no se deben abrir nuevos puntos mientras no estén creadas todas las condiciones. Sobre los primeros resultados de este proceso explica que gradualmente hay un incremento en la captación de divisas y de concurrencia en tales unidades de productos nacionales y proveedores locales.
“Pero insistimos: es un programa que no solo se centra en las cadenas comerciales de Cimex, Fincimex y Tiendas Caribe, sino también en fomentar y potenciar el sector exportador del país”. (Fidel Rendón Matienzo)
Más allá del mercado en divisas
Silvio David Gutiérrez Pérez*
Sobre el debate actual de la dolarización parcial de la economía que se aplica en Cuba en algo está de acuerdo la mayoría de la población: “Ante el carácter abierto de la economía es imprescindible contar con diversas fuentes de divisas para que la nación pueda sostenerse y también desarrollarse”.
Como ha divulgado de forma reiterada el Gobierno estadounidense en su política de máxima presión hacia nuestro país, pretende limitar drásticamente las posibilidades de adquirir divisas, estrangular la economía nacional y crear las condiciones para un levantamiento social.
En estas circunstancias, ante los efectos adversos de esta política en las exportaciones de bienes y de servicios, el avance del turismo y la entrada de remesas por vías estatales, entre otras, hay que recurrir a medios más seguros para la adquisición de divisas, y el mercado interno es una opción que no se puede soslayar.
Cuba vive momentos complejos que requieren incrementar la confianza de los proveedores, los que exigen seguridad y puntualidad en la recuperación del dinero adelantado, y eso es posible utilizando el dólar en toda la cadena de comercialización del producto, desde su compra hasta la venta minorista.
Esta dolarización parcial de la actividad comercial es un aspecto polémico. Al trabajador cubano no se le paga su salario en dólares, la aplicación de la tasa de cambio oficial es muy limitada y la informal para comprar divisas está manipulada desde el exterior con proporciones especulativas. Dicha realidad no ofrece un mayor acceso directo de la población, pero la cadena de comercialización no termina en el mercado estatal, sus efectos se trasladan más allá de sus puertas de salida.
Vender en entidades estatales mercancías adquiridas en divisas en el exterior y las autóctonas que su calidad lo permiten, con precios formados a partir de su costo de compra y un margen comercial razonable, es una decisión que favorecerá a todos. Analicemos algunas razones:
Primero, desde la extensión de la medida ha ocurrido un aumento de ofertas en pesos cubanos en los mercados de los actores no estatales, aún insuficientes para provocar una reducción general de los precios, pero es relevante el caso del huevo y de varios productos alimenticios.
Segundo, la tasa de cambio informal debería tender a disminuir. Fueron muy diversas las opiniones sobre el esperado incremento sin límites de la tasa de cambio informal, porque con el aumento de la demanda de divisas crecería la tasa de cambio.
El efecto de incremento por esta razón no debe suceder, entre otras causas porque el dólar se reorienta de la importación a la compra en los mercados nacionales; los precios minoristas centralizados de seis productos de alto nivel de comercialización no permiten elevar los costos del dólar en pesos cubanos y la reducción del déficit fiscal ejerce un efecto de contención, al disminuir el dinero disponible en la economía para el cambio por el dólar.
Tercero, aunque aún no se han ofrecido datos oficiales, como todo negocio, la comercialización proporciona una diferencia favorable en divisas que permitirá contar con recursos para distribuir, entre otros, en favor de la canasta familiar normada.
En resumen, los efectos de la extensión de la dolarización parcial de la economía a los mercados en divisas no finalizan en las puertas de salida del establecimiento, aunque es muy temprano para conclusiones definitivas, esta medida ya muestra resultados parciales en beneficio de la población y del país.
*Máster en Finanzas Públicas y miembro de la Anec
Con el dinero no se juega
Francisco Rodríguez Cruz
En días recientes un grupo de mujeres periodistas tuvo la oportunidad de visitar el Centro de Desarrollo Artesanal Industrial Quitrín, en La Habana Vieja, donde recibieron un bonito homenaje de la Federación de las Mujeres Cubanas por el 8 de Marzo.
Quizás donde más tiempo estuvieron fue en la tienda que ese proyecto mantiene en la calle Obispo, una de las principales arterias turísticas del Centro Histórico. Las participantes apreciaron y varias de ellas compraron algunas de las elegantes combinaciones que elaboran en un taller contiguo las obreras de ese emprendimiento creado por Vilma Espín en 1986 para fomentar el empleo femenino.
“Por aquí pasa infinidad de turistas. Si pudiéramos venderles directamente en dólares, tendríamos más posibilidades de adquirir materias primas para ampliar nuestras producciones”, nos comentó una de las directivas del proyecto.
Si vendieran en dólares, pensé yo, casi seguramente mis colegas no hubieran podido comprarse ese día sus bellas y cubanísimas prendas con el dinero de su salario en pesos cubanos y mediante una sencilla transferencia desde el celular. O tal vez habrían tenido que conformarse con unas pocas opciones de menor calidad en moneda nacional, al lado de una oferta más selecta en divisas.
La anécdota describe muy bien de cierta forma la disyuntiva en que la dolarización parcial de la economía vuelve a poner a la sociedad cubana. Por una parte, el proceso contribuye a captar divisas convertibles de una manera más expedita por el Estado y a dinamizar determinadas actividades económicas, pero por otra, ahonda las diferencias entre los distintos mercados y segrega o pone en desventaja a una gran cantidad de los consumidores.
Como bien conocemos, no es la primera vez que la economía cubana enfrenta este dilema e introduce variantes de dolarización parcial con distintos instrumentos y alcances. Las condiciones en este momento son además difíciles no solo financieramente, sino también en lo social y en lo político. Voces expertas difieren en sus apreciaciones sobre la posible efectividad o no de la medida en tales circunstancias, pero lo cierto es que urgía mover las fichas en el tablero monetario para intentar atajar o aliviar la actual crisis.
El consenso hacia este cambio hay que construirlo sobre la base de más información pública y transparencia, uno de los primeros y principales tropiezos con que arrancó esta nueva temporada de otras tiendas en divisas, a nuestro juicio todavía no resuelto.
Con el dinero no se juega, dice una vieja máxima de la sabiduría popular. Y si bien es cierto que administrar (y comunicar) la contingencia en Cuba es en extremo complicado para nuestro Gobierno en las condiciones de asedio económico a que nos somete el despiadado bloqueo estadounidense, resulta imprescindible que cualquier transformación tenga en cuenta en primer lugar la situación de los trabajadores con menores ingresos y sus familias, así como de las personas jubiladas y pensionadas, hoy en franca desventaja.
Monitorear, controlar y explicar los resultados que vaya arrojando esta dolarización parcial es un imperativo que no puede quedar solamente para los dos períodos ordinarios de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en el año. Hay que enfatizar en las conexiones entre la recaudación que se obtenga por esa vía y la satisfacción de otras necesidades perentorias de la población.
Debemos entonces mantenernos imparciales ante los agoreros de la desgracia que dicen que esta dolarización parcial es un disparate, y también ante quienes la defienden como una solución mágica. Simplemente hay que poner el desempeño de esta medida bajo la lupa de la observación ciudadana.
Suchel Cetro: Una realidad que no espera
Como parte también de este proceso de dolarización parcial, la UEB Cetro estableció dos alianzas estratégicas: con Cribas-Tamices y con Cargo line, dos firmas extranjeras en Cuba. Ver más
El peso de una canasta
Alberni Poulot*
La canasta familiar normada (CFN) es una conquista de la Revolución. No se parece a ninguna experiencia socialista o capitalista de distribución igualitaria. Transitamos, desde una concepción idealista que llegó a regalar productos alimenticios, a la actual, que, en medio de grandísimas dificultades, distribuye alimentos y combustibles domésticos de manera racionada, mediante la libreta de abastecimiento, pero busca subsidiar a personas y no productos. Es una apuesta a ponderar lo equitativo sobre lo igualitario.
Lo cierto es que sostener esa canasta cuesta, financiera, económica y comercialmente hablando. La voluntad partidista y gubernamental de mantenerla durante más de 60 años, ha evitado sufrir el costo de abandonar a su suerte a buena parte del pueblo.

No obstante, he ahí un colosal desafío económico, social, ético y filosófico para la voluntad popular: ¿Cómo sostener esa conquista revolucionaria en medio de tantas carencias materiales y financieras, que impactan directamente en los modos de vida, pensamiento y actuación de todos los cubanos, fundamentalmente, en los más vulnerables?
Para que se tenga una idea de lo complejo del asunto, el precio promedio de la tonelada de arroz en el mercado internacional, oscila entre 500 y 590 dólares, aunque hemos visto referencias a menos precios.
En Cuba se distribuyen 7 libras de arroz por persona, sin distinciones de ningún tipo. Para asegurar esa cantidad de arroz a 10 millones de personas, se necesitarían 70 millones de libras o lo que es lo mismo un poco más de31 mil 751 toneladas mensuales.
Esa cantidad multiplicada por 12 meses, da la cifra de 381 mil 12 toneladas de arroz para todo un año; por tanto, para mantener ese producto subsidiado en la canasta familiar normada, el Estado tiene que erogar, tomando como referencia el precio mínimo de 500 dólares la tonelada, la cantidad de 190 millones 506 mil dólares, sin contar toda la logística que implica traerlo desde mercados lejanos, con navieras perseguidas, amenazadas y sancionadas por el bloqueo estadounidense, pues no podemos comerciar con el dólar norteamericano y al estar incluidos en la lista hipócrita de países que apoyan el terrorismo, no accedemos a ningún beneficio del sistema crediticio y financiero internacional. Eso eleva sustancial y significativamente el costo del producto.
Aplíquese lo analizado con los frijoles negros a 953 dólares la tonelada, el trigo para la harina del pan a unos 250 dólares por tonelada, el café verde a 3 mil 869 dólares por tonelada, el azúcar a 568 dólares la tonelada y a 118 mil dólares la tonelada de pollo y se tendrá una idea aproximada del porqué para mantener la CFN hay que gastar más de2 mil 500 millones de dólares al año, el equivalente al costo de seis meses de bloqueo imperialista.
Lo expuesto no busca justificar nada, solo intenta dar una idea para que se comprendan mejor las causas de los reiterados atrasos en la entrega de los productos alimenticios, del colosal sacrificio que le corresponde hacer al Gobierno. Otros se hubiesen rendido, aplicarían recetas neoliberales, y no asumirían el desigual combate.
La solución no es lamentarnos y mucho menos justificar el difícil y desafiante panorama impuesto, en primer lugar, por el criminal bloqueo, y también acentuado por nuestras insuficiencias y deficiencias productivas. La idea debe ser producir en Cuba todos los alimentos y artículos que integran la CFN. No depender de la importación, a no ser lo mínimo para materia prima.
El camino es complejo, pero se puede.
* Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Las Tunas y miembro de la Anec
Parcialidad que reta
Vivian Bustamante Molina
La dolarización parcial de la economía cubana es una de las variables que impone retos a la actividad del Gobierno, y como transversaliza el acontecer económico y social resulta obvio que se sustente en normativas complementarias de las leyes aprobadas en la Asamblea Nacional para el 2025: el Plan de la Economía y el Presupuesto del Estado.
Su ejecución implica enormes desafíos que demandan crecer en eficiencia productiva y en los servicios, sobre los cuales pesan nuestras ineficacias y las consecuencias del recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos.
Constituye ese el escenario en el que cobra su cuota la dolarización parcial de la economía, con aplicación gradual en sectores exportadores, ventas mayoristas y minoristas, pago de aranceles y servicios asociados a las operaciones de comercio exterior y a las formas de gestión no estatal. He aquí sus primeros pasos:
– En marzo del 2024 comenzó a funcionar con pago en divisas una red de servicentros orientada al sector turístico y para cubanos con acceso a esas monedas. La medida obedeció a los crecientes costos de importación de los combustibles, lo cual obligó a actualizar sus precios minoristas.
– Desde junio de ese año fue aprobado el empleo de efectivo en divisas en las Casas del Habano. Se fueron sumando farmacias, ópticas y clínicas internacionales.
– En septiembre se empezó a trabajar con el efectivo en USD en tiendas relacionadas con el turismo, Casas del Habano y las Duty Free en aeropuertos y terminales de cruceros.
– En enero del 2025 comenzó la venta de automóviles en USD.
– Con la apertura del mercado de 3ra. y 70 se iniciaron los nuevos supermercados y tiendas más pequeñas, principalmente vinculadas al sector inmobiliario o a proyectos que se firmarán con otras formas productivas.
Dolarizar
Alberni Poulot
El complejo panorama socioeconómico cubano nos obliga a buscar soluciones con medidas, incluso amargas, como la dolarización parcial de la economía.
En el caso cubano, apunta al empleo del dólar como medio de compra y venta de bienes y servicios en el mercado interno y el externo, su uso como referencia principal para la valuación y devaluación de la moneda nacional y la tasa de cambio, y funge como la reserva de valor para el cumplimiento de los compromisos internacionales financieros, económicos y comerciales.
La medida no es nueva. Desde que en 1993 se despenalizó la tenencia de divisas, nuestra economía ha tenido que dolarizarse.
Para generar riquezas hace falta dinero, y dinero en forma de divisas. Cómo captarlas en el complejísimo escenario de economía de guerra en que se desenvuelve el país es un quebradero de cabezas. No hay recetas, sino experiencias y antecedentes a estudiar y aplicar sin dogmas, sin miedos a equivocarnos, con creatividad, firmeza y resolución, apegados a lo legal y moral.
Se trata de apelar a un mecanismo de recaudación de la divisa disponible en el país que nos fue exitoso. El turismo y los servicios profesionales de salud, las dos fuentes principales de entrada de divisas al país (más de 5 mil millones de dólares al año entre los dos) han sido los más duramente golpeados por el odio y la saña imperial.
Con ese dólar, ya sabemos, podemos adquirir bienes básicos y materias primas para reanimar y equilibrar la economía; fortalecer el mercado cambiario e influir en la disminución de la inflación, estimular la inversión extranjera y disminuir la fuga de divisas.
La transparencia comunicacional sobre lo que se hace con esas divisas, los resultados en obras y acciones de beneficio popular y la participación del pueblo en las decisiones de su empleo a través de asambleas de trabajadores, barrios debates comunitarios y la Asamblea Nacional del Poder Popular, contribuirán a la comprensión del alcance de la medida, más cerca de la justicia social que de la injusticia neoliberal.
Descargue en versión PDF: Dolarización parcial de la economía: Difícil, pero necesaria (Separata Economía)