La clausura de la VI Conferencia Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) reiteró no pocas verdades, tantas que difícilmente puedan enumerarse, pero me quedo con la convicción de que a pesar de los muchos años que algunos de los delegados presentes cargan a sus espaldas, su energía y su compromiso no hacen más que aumentar, y se atemperan a los nuevos tiempos.

No aprecié cansancio en sus rostros, pero sí la inmensa alegría de reencontrarse una vez más con Raúl Castro, a quien no le mencionan apellidos, su jefe de tantas y tantas batallas y que a su decir mantiene el pie en el estribo, como en los días del Moncada, del Granma, de la Sierra, de Girón y de Angola y en los muchos combates que ha encabezado por la economía y en la vida del cubano.
Entre aquellos hombres y mujeres de demostrada valentía vi a Fidel Castro, el indiscutible Presidente de Honor de la Asociación de Combatientes; a Juan Almeida, el Comandante fundador; a Ramiro Valdés, y a generales y soldados que mostraban en sus pechos medallas.
Por sus méritos extraordinarios, el General de Ejército Raúl Castro recibió un diploma de reconocimiento de la ACRC, al igual que los Comandantes de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez y Guillermo García Frías, y el Comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura.


En sus palabras de clausura de esta VI Conferencia Nacional, el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, dedicó el primer pensamiento para los combatientes que ya no están entre nosotros, “pero sí su legado permanente”.
Subrayó que la Revolución se fortalece con la acción de la Asociación en las comunidades y su contribución en la educación patriótica e internacionalista de las más jóvenes generaciones, y puntualizó que no hay actividad de la producción y la defensa donde no esté presente alguno de los miembros de la ACRC.


La jornada sirvió además para conocer los acuerdos propuestos y los objetivos de trabajo del próximo quinquenio, el papel de los combatientes en la organización del trabajo patriótico, militar e internacionalista, el fortalecimiento de la vida interna de la organización y el crecimiento, así como importantes asuntos relativos al autofinanciamiento.
Por votación de los 177 delegados,la dirección nacional de la ACRC quedó encabezada por el General de División José Antonio Carrillo Gómez, y fueron destacadas por su trabajo integral las direcciones provinciales de Matanzas, Cienfuegos, Ciego de Ávila,Granma y Guantánamo.