Había una vez un oso. Le llamaban Misha. Era tranquilo, aunque sentirse en peligro despertaba su ferocidad. Un mal día enfermó, perdió fuerzas, ya no podía cuidar del bosque como antes. Fue entonces cuando los animales comenzaron a irrespetar los límites y “liberaron” algunas arboledas.
Cuentan que hasta un águila calva comenzó a sobrevolar el bosque. Nadie entendía qué hacía aquella ave rapaz tan lejos de su hogar, ni cómo cruzó el Atlántico. No obstante, allí estaba. Y buscaba dónde anidar.
Sin embargo, con el tiempo, el oso recuperó sus fuerzas. El tono feroz de su gruñido alcanzó nuevamente las lindes del bosque y más allá. Fue entonces cuando los supuestos animales rebeldes bajaron la cabeza y cedieron los terrenos dizque liberados.
Mientras tanto, el águila de cabeza blanca y Misha brindaban por la paz mundial.
El oso
El 24 de febrero del 2022, a las seis de la mañana, fuerzas rusas realizaron una operación militar especial en Ucrania para desnazificar el Gobierno de la hermana nación eslava.
Durante años el presidente Vladímir Putin había estado advirtiendo que la ampliación de la Otan hacia el Este representaba una amenaza para la Federación de Rusia y violentaba el Acta Fundacional de Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad, firmada en marzo de 1997.
“La negativa de EE. UU. y la Otan de conceder garantías de seguridad a Rusia no dejó otra alternativa que iniciar la campaña militar en Ucrania”, dijo entonces el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Este lunes se cumplen tres años del comienzo de esa guerra que ha dejado ciudades arrasadas y una cifra no corroborada de bajas civiles y militares. Según algunas fuentes, podrían superar el medio millón de personas.
Durante este tiempo las repúblicas populares de Donetsk y de Lugansk, autoproclamadas como independientes de Ucrania desde abril del 2014, fueron anexadas a la Federación de Rusia luego de sendos referendos que ratificaron esa decisión como voluntad mayoritaria de sus pueblos.
Un proceso relativamente similar vivieron las regiones (óblasts) de Jersón y Zaporiyia, ahora rusas bajo el nombre de Administración Civil-Militar de Jersón y de Zaporoye, respectivamente.
La incorporación de esos espacios quedó formalizada el 30 de septiembre del 2022 mediante una ceremonia oficial efectuada en Moscú, la cual contó con la presencia de autoridades de las cuatro regiones y del presidente Vladímir Putin.
La República de Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol, por su parte, habían sido anexadas a la Federación de Rusia desde el 2014.
Algunos expertos consideran que estamos ante la mayor reconfiguración de fronteras de un país europeo tras la II Guerra Mundial.
El águila calva o de cabeza blanca
“Estoy actuando con rapidez para poner fin a las guerras, resolver los conflictos y restaurar la paz en el planeta. Quiero la paz y no quiero ver a todo el mundo muerto”, dijo Donald Trump la pasada semana en una de las intervenciones que gusta hacer a los medios de comunicación desde el Air Force One.
“No hay ningún beneficio, para nadie, en tener una III Guerra Mundial, y no estamos tan lejos de que eso ocurra (…) Los rusos quieren ver el fin (…) tienen la sartén por el mango porque han tomado mucho territorio”, añadió.
“Amo a Ucrania, pero [Volodímir] Zelenski ha hecho un trabajo terrible. Se niega a tener elecciones. Está abajo en las encuestas (…). Solo era bueno en manipular a Biden. (…) Tiene que actuar rápido porque esa guerra va en la dirección equivocada”, dijo.
Lamentó que Washington haya entregado tanto dinero a Kiev y recordó que fue en calidad de préstamo: “Teníamos un acuerdo basado en ‘tierras raras’. Pero lo rompieron hace dos días”, reclamó.
Tales declaraciones del magnate destaparon un aluvión de críticas, incluidas las del propio Zelenski y varios líderes europeos. Como telón de fondo la celebración de la primera ronda de negociaciones entre Rusia y EE. UU., de la que trascendió el posible retorno al mercado ruso de grandes compañías estadounidenses que se marcharon tras el comienzo de la guerra.
¿Paz mundial?
El profesor universitario Fernando Huanacuni Mamani asegura que hemos sido testigos del “primer golpe del siglo XXI: la gran derrota de la Otan en Ucrania”.
Quien fuera canciller de Bolivia entre el 2017 y el 2018 manifestó que Rusia se ha sobrepuesto a sanciones económicas y al congelamiento de activos en el exterior; así como a la pérdida de tropas y armamento naval, aéreo y terrestre.
También se enfrentó con éxito a la inmensa ayuda militar concedida a Ucrania, al flujo continuo de armamento enviado desde las naciones miembros de la Otan y al desembolso estadounidense de unos 200 mil millones de dólares. Recordó igualmente la rebelión del grupo Wagner y los intentos de desestabilización con los que buscaron socavar la autoridad del Gobierno ruso.
A pesar de todo ello, la Federación logró “ocupar y consolidar posiciones” en el territorio ucraniano y “casi en soledad, hizo frente a la maquinaria y espalda económica de la alianza militar más poderosa del mundo”.
Este conflicto, inconcluso aún, ha servido para fortalecer “el liderazgo político de Putin” y proyectar al mundo la idea de que es preciso “volver a convivir y relacionarse con una Rusia vencedora y revitalizada”, concluyó Mamani.
Ojalá el oso y el águila calva de nuestra fábula aprendan la lección pues para hacer realidad el sueño de la paz mundial es preciso que, al menos, se respeten los principios elementales del Derecho Internacional.