La mayor isla del mundo está amenazada por un peligroso huracán provocado por un cambio no climático, sino político, que a partir del 20 de enero ocupa y preocupa a noruegos y groelandeses ante el voraz apetito de Donald Trump por hacer más grande a su país.
Los primeros “vientos huracanados” llegaron a sus costas a finales del pasado año, aunque ya existían señales durante el anterior
gobierno de Trump y desde muchos antes.

Hasta ahora aparecía como un lugar de interés turístico, no solo en verano, sino a lo largo del año, momento en que los miles de sus ciudadanos daban especial atención a los visitantes y mostraban la cultura inuit y los cientos de granjas, aldeas y pintorescos pueblos a lo largo de su costa sur.
La preocupación trasciende las fronteras de Noruega y Groelandia y recorre los pasillos de la Unión Europea (UE) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ya que coloca a sus miembros en la incómoda posición de enfrentar a su “gran aliado”, los Estados Unidos.
El interés mostrado y reiterado por Trump se basa en la necesidad de proteger los intereses del “mundo libre” y la “seguridad nacional”de su país, además de cumplir con su promesa de hacer “más grande” al país, ya sea mediante la compra de la Isla o por
cualquier otra vía.
Sus intenciones no son una broma, señaló Marcos Rubio, secretario de Estado en el programa The Megyn Kelly Show, a finales de enero.
Más de lo mismo, ahora en el Ártico
El funcionario citado, aclaró que no se trata de adquirir tierras con el propósito de adquirir tierras. Es de interés nacional y necesita ser resuelto. […] Nuestros intereses están en peligro.
Usada en otros contextos, la sacrosanta seguridad nacional aparece como “argumento” sagrado para los gobernantes estadounidenses, sean demócratas o republicanos, ya que les permite “comprar, sobornar, atacar y ocupar” aquello que les interese.

La OTAN, según fuentes de la Alianza, discutió internamente la “importante expansión” de la presencia militar aliada en el Ártico, reportó un despacho de la agencia DPA con el fin de “calmar” el debate sobre cómo actuar ante la amenaza que constituye Trump para un país miembro y su deber de brindarle ayuda.
Llama la atención que las autoridades danesas pidieron a la UE y a la OTAN que no “respondan a las amenazas de Trump, por lo que ambas organizaciones guardan silencio sobre el tema, según Financial Times citando a fuentes familiarizadas con el asunto.
Mientras todo esto acontece, los 57.000 habitantes de la isla quedan en el centro de la tormenta geopolítica, cuando el Presidente estadounidense insinuó “ considerar el uso de la fuerza militar para conseguir su objetivo”.
Ceder o no ceder, esa es la cuestión
Para algunos especialistas la estrategia de Copenhague de evitar la confrontación pública con Trump fue coordinada con la OTAN y la UE, lo que demuestra la intención de los aliados de EE.UU. de manejar la diplomacia del líder estadounidense.

«Un perfil bajo parece ser la apuesta más segura con Trump. Esperemos que se distraiga con otra cosa», comentó un alto funcionario europeo.
Para otros, Copenhague se encuentra en modo de crisis tras la acalorada conversación telefónica que Trump mantuvo con la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen.
La mayoría expresan su preocupación sobre si Europa podría ofrecer una respuesta creíble a las amenazas de Trump. No digo que no haya un plan, dijo una segunda fuente. Pero realmente no tenemos un enfoque alternativo, añadió.
Se trata de un proceso en pleno desarrollo, aunque para algunos las amenazas de Trump son tomadas muy en serio y la posibilidad de ceder está a la orden del día.
La credibilidad de lo que es capaz o no, con hacer cumplir las múltiples amenazas a gobiernos, dependerá de lo que finalmente suceda con la mayor isla del mundo.