Si el éxito de una telenovela se midiera solo por su capacidad de movilizar al auditorio, de generar polémicas y mantener la atención, Renacer (Cubavisión: lunes, miércoles y viernes, después del Noticiero Estelar) pudiera inscribirse dentro de lo mejor de la producción dramática de la Televisión Cubana. Pero faltaron articulación, coherencia, factura…

La telenovela se aventuró sin reservas en el terreno del folletín melodramático. Eso no es bueno ni malo de por sí. Pero el mero hecho de romper con el molde tácito de buena parte de las producciones televisivas cubanas de las últimas décadas ya merece aplausos.
Contra lo que piensan (o esperan) algunos, el melodrama sigue cautivando a millones. Esta apuesta por las veleidades de las relaciones humanas pudo poner en valor las emociones intensas y los conflictos desbordados, elementos esenciales del género. Pero aquí la balanza se inclinó por el revuelo más o menos superficial de los puntos de giros, que por una recreación profunda de las motivaciones y lógicas de los personajes. Asombrar, más que convencer.
El guion, aunque prometedor en su premisa, manejó un exceso de tramas que no siempre se desarrollaron o cerraron de manera satisfactoria. Esta acumulación de peripecias terminó por generar la sensación de mucho ruido y pocas nueces. El follaje no dejaba ver las ramas. A esto se sumó la falta de cortinas narrativas claras para delimitar espacios y tiempos, lo que hizo que la historia resultara confusa en varias ocasiones.
Otro punto crítico fue la ausencia de escenas necesarias para la continuidad lógica del relato. Muchas veces se crearon expectativas que no fueron atendidas. La impresión de que partes importantes quedaron fuera del montaje final comprometió la cohesión narrativa y puso en riesgo la inmersión del espectador, una pieza clave en el éxito del melodrama.
Aquí se asumió, sin demasiada vocación crítica, el modelo tantas veces explotado de la heroína que vence obstáculos para alcanzar su felicidad… que se sostiene en alguna medida en el éxito de los emprendimientos de su pareja. No significa que haya que botar el sofá: ese esquema puede resultar todavía interesante… pero convendría trascender ciertas zonas de confort, cuestionar determinados lugares comunes de esa construcción genérica.
Renacer se regodeó en la trampa, en el camino tortuoso, en la revelación pasmosa, en la exacerbación de la maldad de los principales villanos. Y eso funciona… hasta cierto punto. Otras aristas de indudable calado humano hubieran podido ser abordadas con más vuelo y detenimiento.
Porque, insistimos, esta telenovela siempre fue mucho más que los vaivenes de las relaciones de pareja. El triángulo del niño con sus padres litigantes fue desde el principio un planteamiento muy sugerente.
De cualquier forma, hay que dejar establecida una verdad como un templo: una cosa es el guion y otra es la manera en que se concreta en una producción audiovisual.
La factura de Renacer resultó tremendamente desigual, oscilando entre momentos visualmente bien logrados y otros descuidados en la fotografía, la iluminación y el sonido. En un mismo capítulo se podía notar esa variación en la calidad.
La inconsistencia técnica no solo afectó la estética general de la obra, sino que también distrajo de la trama. Además, la puesta en pantalla careció de dinamismo: los movimientos de los actores resultaron monótonos y los tiros de cámara no lograron imprimir la agilidad necesaria para sostener el ritmo dramático.
Faltó “coreografía”. Pero ese es ya un problema de casi toda la producción de telenovelas en Cuba. Demasiadas escenas resueltas con dos actores sentados frente a frente, en alternancia elemental de planos medios y primeros planos.
Las redes sociales (ámbito externo) marcaron derroteros por la filtración al público de problemas internos de la producción. Comentarios y declaraciones de algunos integrantes del equipo pusieron en evidencia fallas en los sistemas de realización. Este fenómeno, inusual hasta ahora en la Televisión Cubana, reveló una falta de coordinación que perjudicó el resultado final de la obra y dejó lecciones valiosas sobre lo que no debe repetirse en futuros proyectos.
Plausible fue el lanzamiento de jóvenes actores. Este relevo generacional es necesario, aunque evidenció ciertos desniveles en el desempeño. Algunos necesitan aún tiempo y recorrido, pero su presencia representa un paso en la renovación de los elencos. La dirección de actores debió haber nivelado las diferencias, que no siempre tuvieron que ver con el talento y las capacidades de los intérpretes.
Renacer prometía mucho, pero careció de la coherencia y del acabado técnico y artístico indispensables para consolidarse. El balance final parece agridulce. Por un lado, hay que celebrar la decisión de volver al folletín y de abrir espacio a jóvenes talentos; por otro, está la insatisfacción de no aprovechar del todo ese innegable potencial.
Es la peor novela jamás transmitida en nuestra TV, no tiene calificativo, decir » mala» es poco, el nivel de actuación fué vergonzoso, guión y dirección de horror…sólo espero que JAMAS sea repuesta, sería repetir la falta de respeto a nuestro pueblo.



Deberían quemarse esas cintas, por el bien de todos
Bonito final.Un actorazo Alejandro Cuervo y de Ana gloria buduen tambien estelares.
Ciertamente un niño extraordinario que habrá que tenerlo en cuenta como un futuro actor eso lo hemos visto todos!
Me solidarizo con Yuris y Soledad Cruz. Critica necesaria para el espacio de la telenovela cubana, muy necesaria.
A pesar de algunas incongruencias en los personajes y en la trama como tal, considero hay muy buenas actuaciones de experimentados y nuevos actores.En especial el personaje de Ramsés, de Liam y el niño mis felicitaciones.