“Entre los músicos que han mantenido la tradición trovadoresca se destaca José Gerardo Aldana; un amplio repertorio bolerístico, nutrido además con obras inmortales, es vertido con apropiado estilo y emoción, y un hábil ropaje armónico- porque Aldana también ama la guitarra- complementa la presencia sonora del bolero, uno de los géneros que define un aspecto importante no solo de nuestra canción sino de toda nuestra cultura musical”.
Así había expresado el prestigioso director de orquesta, compositor, pianista y profesor, Harold Gramatges, sobre el destacado músico recientemente fallecido, quien por más de cincuenta años promovió los valores éticos y humanistas de la canción trovadoresca y sus autores fundadores.
Pepe Aldana Calzado (Santiago de Cuba, 24 de septiembre de 1950-La Habana, 6 de diciembre de 2024) estudió pedagogía e impartió clases, pero su extraordinaria vocación por la música lo condujo a introducirse en este mundo de forma autodidacta. Aprendió a pulsar la guitarra y las técnicas de interpretación de este instrumento en los encuentros casuales con los viejos trovadores que habitaban la Casa de la Trova de la Calle Heredia en Santiago de Cuba. Trabajó con agrupaciones musicales aficionadas hasta que en 1973 se hizo artista profesional y cubrió su repertorio con las obras más auténticas de la trova santiaguera.
Su presencia, desde entonces, fue recurrente en teatros, museos, centros nocturnos, bares, fiestas populares, serenatas, tertulias y hasta en los tribunales nacionales evaluadores de los solistas vocalistas; en tanto colaboró con organizaciones de masa e instituciones académicas y fue el principal animador de varios proyectos culturales. En 1976 se integró a la primera brigada artística organizada por las instituciones culturales santiagueras para llevar a la Sierra Maestra el carácter patriótico y amoroso de las canciones cubanas.
Desde el año 1997 se radicó en La Habana y mantuvo intacta su vocación por las canciones de una época y de una ciudad (su natal Santiago de Cuba). En la capital es un referente de la trova más raigal y para los trovadores de una generación intermedia y más actual fue “El último de los mohicanos”.
Aldana actuó en la radio, la televisión y el cine; sí como en numerosas instituciones como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la Universidad de La Habana. Viajó a Nicaragua, Colombia y México para protagonizar jornadas de conciertos en celebraciones por el Día de la Cultura Cubana.
Sobre su disco Veneración (2011), producido por la Casa Colibrí, el cual honra las raíces culturales de Santiago de Cuba, la connotada compositora, guitarrista e intérprete cubana, Martha Valdés, dijo:
“Gerardo Aldana (o, simplemente Aldana, como lo llaman sus colegas) no tuvo que aprenderse, con el propósito de dejarlas registradas en su disco, una sola de estas canciones. Ellas le han venido sirviendo de compañía, desde siempre, en la Santiago de Cuba donde nació y se hizo hombre de bien. Puede decirse que ni uno solo de sus recuerdos está desligado de las canciones y sus historias o de los personajes que las engendraron. Muchacho aún, algunos mayores lo fueron auxiliando en su empeño de aprender a pulsar la guitarra, cuando él se les acercaba en los diversos puntos de reunión donde el sonido de la trova se instalaba, persistente y único.
“Así fue —agregó— como Gerardo Aldana (o. simplemente, Aldana) se armó trovador, haciéndose él mismo voz, guitarra y leyenda, en tanto veneraba a su Virgencita de la Caridad o a su Santiago, es decir, en tanto veneraba a la trova misma que anidara como ellas en el punto exacto del planeta destinado para la Isla de Cuba. Así es como nos llama, en estos tiempos amenazados por fuegos y deshielos inmensos o, lo que es peor, por atrocidades originadas en el alma de algunos humanos, a retomar caminos donde unos ojos, una paloma o una flor pueden obrar milagros”.
Promotor, a través de sus interpretaciones, del legado de grandes músicos como Manolo y Daniel Castillo; a Ángel Almenares y Pepe Sánchez, a Pepe Banderas y Salvador Adams; a Noemí Mata, Pedro y Eugenio Portuondo, Paquito Portela y Miguel Matamoros; sobre Aldana, su esposa y reconocida musicóloga, Alicia Valdés Cantero, expresó: “Primero conocí al trovador y luego al hombre. Hoy, se ha ido mi trovador y el hombre que amé durante casi 30 años. Gracias Gera, vivirás siempre conmigo y en mí, en nosotros, en tu guitarra y en tus poesías”.
La también profesora, gestora cultural y presidenta de la Sección de musicología de la Uneac, en el acto de entrega de la Medalla por el aniversario 50 del Movimiento de la Nueva Trova, subrayó que “el ambiente familiar no fue un medio propicio para la formación musical de Gerardo. Sus padres se negaron a que estudiara música porque la visión popular que el imaginario colectivo tuvo sobre el músico en Cuba y su profesión durante la república burguesa neo-colonial, estuvo preñada de mecanismos de construcción histórica y reproducción social que provocaron la descalificación de la profesión y propugnaron la frivolidad de sus actores, conceptualizándolos como ´seres ajenos, distantes e interesados solamente por la música y la bohemia´. No obstante, el empeño de Gerardo pudo más. No fue el magisterio, ni la medicina, carreras que sus padres preferían para él; sino fue la música”.
Gerardo Aldana afirmaba que la Trova era su vida, “el día —dijo— que no pueda tocar la guitarra ni cantar, simplemente dejé de existir”. También miembro de la Asociación de Músicos de la Uneac, fue reconocido con la Distinción por la Cultura Nacional, la Placa José María Heredia, la Medalla por los Diez Años del Movimiento de la Nueva Trova, El Tulipán del Cerro y el diploma Nicolás Guillén de la Uneac, entre otros reconocimientos por su notable contribución a la cultura musical de nuestro país.
La partida de este destacado trovador, instrumentista, cantante, poeta y compositor perteneciente al talento artístico de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos Ignacio Piñeiro deja un sensible vacío en el universo musical cubano.
Notable trayectoria del músico cubano fallecido recietemente. Tuve la oportunidad de conocerlo el pasado año durante una visita de intercambio de trabajo en su hogar con su esposa Alicia Valdés, musicóloga, escritora y miembro de la Uneac.
Queda el compromiso de la prensa, la radio y la televisión de divulgar tan meritorio trabajo del reconocido artista de la música cubana.