Cándido Palmero rememora sus años frente al Contingente Blas Roca y su relación con el líder histórico de la Revolución cubana:
Siempre defendí que no se puede predicar moral en (…) y Fidel decía: “Eso que dice Palmero, debemos tenerlo en cuenta. Es el primero que llega y el último que se va”. Recuerdo que el Comandante en Jefe, con el cual sostuve una privilegiada amistad personal, visita el Contingente Blas Roca. Iniciaba el recorrido por la cocina, para comprobar cuál era la alimentación recibida para quienes estaban más de ocho horas de ardua labor, prácticamente ininterrumpida. Después repasaba los dormitorios, incluso los baños. Para Fidel, la atención al hombre resultaba fundamental.
“Cuando pensaba que me preguntaría sobre el estado de construcción de un puente, Fidel, indagaba por algún constructor que tuvo un accidente. No había un día de sus visitas a las brigadas de nuestro Contingente en la cual no hiciera referencia a estos detalles que no pasaban inadvertidos para un estadista con tamaña responsabilidad frente a un país asediado por el imperialismo, en todos los frentes, especialmente aquellos que tenían una relación directa con nuestro desarrollo y el bienestar de los cubanos.
“Yo que tenía alma de constructor, de revolucionario y de guardia (militar), era feliz con eso. Un día reunió a todos los contingentes para ponerles salarios a los jefes y discutimos durante dos días en los cuales todos daban su opinión. Me tocaban 1 700 pesos de 270 que cobraba de salario. Llevé así más de un año. Estaba yo mirando unos mapas cuando Fidel entró fuera de órbita y dijo: “¡No vengo a discutir contigo!” Sorprendido riposté: qué le había hecho para ofenderlo de esa manera. “Te dije que debías cobrar tanto salario y no lo has cobrado ¿Tienes algún problema?” Entonces llamó a Pedro sin techo, a quien llamábamos así porque era calvo y estaba a cargo del personal. Fidel le orientó: ¡Ponme el salario de Palmero…, mañana!
“Dicho esto, como decimos los cubanos: se refrescó. En un final yo era tan feliz con hablar y discutir con él (se emociona). No se cansaba de buscar soluciones para la mayoría. Era dedicado a la obra de la Revolución. Por eso todos lo seguían y siempre salíamos a flote.
“Una noche, a las 12 de la noche, de un 28 de noviembre me llamó. Estaba lloviendo. ¿Qué estás haciendo?, preguntó. Respondí: Del hígado lo que queda es el gancho… Una porque está lloviendo y se parquearon todas las brigadas. Además soy villaclareño y estoy perdiendo contra los Industriales… Yo tenía 20 brigadas de camiones. 400 de volteo,1 500 equipos en total.
“Del otro lado del teléfono Fidel insistió: «Te estoy llamando para que digas cuándo me entregas el frigorífico de Alquízar. Se trataba de una obra enorme con capacidad para 17 000 toneladas. Le dije que para el próximo año y enfatizó que lo quería para abril y que viniera, en ese momento, para el Palacio de la Revolución donde me estaría esperando. Me soltó a las 9 de la mañana. El 4 de abril ambos inauguramos el frigorífico, con 17 000 toneladas de papas dentro. ¡Ese era Fidel!”.
(Tomado de Tribuna de La Habana)